- No existe la receta perfecta ni tampoco la dieta milagro; sin embargo, hay fórmulas de éxito que perduran en el tiempo. Esa es la receta MasterChef, un cocinado a fuego lento basado en dos ingredientes clave: una gran materia prima y la apuesta por la reinvención.

Las cocinas de MasterChef abrieron sus puertas a Efe antes del estreno hoy de la octava edición del formato en España para mostrar las entrañas de un plato cocinado a fuego lento por un equipo de profesionales comprometido con crear elaboraciones que despierten el paladar de la audiencia. El formato MasterChef, que nació en Reino Unido como un simplón programa de cocina, cumple 30 años. El paso de los años y la reinvención, clave en cualquier fórmula de éxito, hicieron que el formato adquiriera, cuando llegó en 2009 a Australia, el cariz competitivo de hoy. Es precisamente la competitividad la que pone a puntode nieve un programa, producido por RTVE en colaboración con Shine Iberia, que engancha y tiene éxito por el alto nivel de exigencia que se demanda de sus concursantes.

Como explica Macarena Rey, CEO de Shine Iberia y mente creativa de un programa que triunfa en su versión de adultos, niños y celebrities, la competitividad es fundamental para avanzar y deriva de la convivencia. Los concursantes viven juntos durante el programa lo que, por un lado, permite que el equipo de producción no se vuelva loco teniendo que movilizar a aspirantes repartidos por toda España y, por otro, genera competitividad: “Es muy importante que, además de que sepan cocinar, sean competitivos. Si no eres competitivo no avanzas en el programa”, reconoce Rey. Macarena habla de “casi 3.000 horas de material grabado” en esta octava edición del talent culinario. Un reto para un equipo de edición que visiona y selecciona lo que compondrá la temporada de trece capítulos que cada lunes llegarán a TVE.

Esas 3.000 horas de material bruto se entienden cuando se pisa el inmenso plató y se ve que, además de las maravillosas cocinas, los aspirantes y los jueces hay un equipo de 200 personas coordinando luces, realización, guion y a cargo de trece cámaras que captan hasta el más mínimo detalle mientras los aspirantes cocinan. Una grúa, pilotada manualmente por varios técnicos de cámara que se van turnando, sobrevuela el plató y mete su objetivo en los cocinados; tres mini-cámaras de control remoto, situadas sobre estanterías y puntos estratégicos, ven, entre otras cosas, cómo los concursantes utilizan el roner para cocinar al vacío y, por último, tres cámaras sobre trípodes y seis a hombros de operadores controlan los movimientos de jueces y concursantes. Esas cámaras que “todo lo ven” dejan fuera de plano al equipo culinario, tres expertos en cocina que controlan a los aspirantes y detectan quién está creando una obra de arte y quién está a punto de quemar el plató. Mientras los jueces comentan los cocinados desde su altillo, es el equipo culinario -tres personas en plató y otras tres en exteriores- el que alerta al equipo de cámaras y realización para que pongan foco en algún cocinado. Desde realización avisan a los jueces a través de sus pinganillos para que se acerquen a hablar con el aspirante en cuestión. Esta octava edición tendrá como temática la sostenibilidad y el cuidado de los mares.