- No le pesa el confinamiento y pasa el tiempo leyendo, hablando con sus amigas y cocinando. No le ha dado por arreglar armarios ni poner orden en su casa, es una labor que odia. La primera entrega es un reencuentro con compañeras de colegio en Roma. El coronavirus puso patas arriba un viaje que se había demorado cincuenta años. Es muy dura con los políticos que critican la actuación del Gobierno de Sánchez con la única voluntad de conseguir réditos de una situación límite.

Un viaje a Roma muy singular el que vamos a ver en ‘Scott y Milá’, ¿no?

—Era un viaje a Roma con mucha ilusión por parte de mis compañeras de curso de bachillerato. Era un viaje que había tardado cincuenta años en celebrarse. En el último momento, se mezcló con la crisis del coronavirus.

Cuando fueron a Roma, Italia ya estaba sumida en el caos. ¿Una temeridad?

—No, una casualidad. Cuando llegamos nos dimos cuenta de que allí se estaban tomando el coronavirus muy en serio, no ocurría lo mismo en España. Vimos Italia con unos ojos muy diferentes, no era el país al que estamos acostumbrados.

Y la vuelta también se convirtió en una odisea.

—Sí que lo fue. Pero fue incluso más bonito, teníamos que regresar en avión, tal y como habíamos ido. España canceló los vuelos con Italia, esa ya no era una opción. Después lo intentamos con un barco y justo cuando lo íbamos a coger, lo suspendieron in extremis. Al final, la decisión fue alquilar dos furgonetas y subirnos los doce en ellas, tirar millas y emprender el viaje de vuelta.

Una de las fotos que han pasado en esta promoción es la de usted y Scott en la Plaza de España de Roma, un lugar habitualmente atestado de personas y en las imágenes totalmente vacía. ¿Cómo es la capital italiana sin turistas por las calles?

—Es que no sabes lo que puede ser eso en una ciudad como Roma. Totalmente asombroso. ¿Quién podía pensar que alguna vez en tu vida ibas a poder ver la ciudad más bonita sin nadie que se interpusiera entre tu vista y los monumentos? Al margen de la tragedia que está suponiendo todo esto, ver Roma de esta manera es un auténtico regalo para los sentidos.

¿Tenía contacto anterior con las cuatro mujeres con las que se reencontró en Roma?

—¡Qué va! Llevaba casi cincuenta años sin ver a mis compañeras de colegio. Por eso fue tan emotivo y nos dio pie a retomar el tiempo perdido.

¿Qué vamos a descubrir en el viaje?

—Sentimientos que seguro que tendría mucha gente si se reencontrara con compañeros de colegio después de medio siglo sin verse o hablarse. Descubres cuál ha sido el recorrido vital de cada una, el asombro de cómo se han ido superando, algunas veces pasando enormes dificultades y otras con normalidad. Al final, has asumido buenamente lo que la vida te ha ido presentando: casarte, tener hijos, que te jubilen… Eso es lo esperable.

¿Pero?

—Luego llega lo que jamás esperaste que ocurriera. Eso es lo que yo me encuentro con alguna de mis compañeras de viaje a Roma.

¿Eran amiguísimas en el colegio o simplemente compañeras?

—Eran compañeras, una de ellas sí que era de mi grupo, Ana Mate. Las otras tres eran de mi clase, pero no de mi grupo más cercano.

¿Muchas ilusiones varadas en el camino?

—No hablo de mí, pero sí de mis compañeras, de esas que se han dejado mucha piel por el camino, dos de ellas sobre todo. Otra, Marta, la hermana de Susanna Griso, es una persona que asombra por cómo ha sabido en todo momento acoplarse a las nuevas circunstancias que le mostraba la vida sin perder la perspectiva de lo que quería. Es una mujer que ha perdido dos casas en un incendio, es decir, ha perdido todo dos veces, y la ves ahora con una sonrisa de felicidad increíble.

Mercedes, ¿se han cumplido aquellas ilusiones que tenía hace cincuenta años?

—No lo sé. A veces no recuerdas exactamente con qué te ilusionabas hace tantos años. Pero puedo decir que no me puedo quejar, he hecho muchas cosas que me han dejado muy a gusto.

Hablemos del confinamiento. ¿Cómo lo lleva? Parece un ‘gran hermano’ de verdad.

—No lo llevo mal. No me disgusta quedarme encerrada, tengo cosas que hacer. Además, los libros te salvan de cualquier circunstancia. Supongo que te habrás leído unos cuantos ya, ¿no?

Sí. Pero también es cierto que muchos confiesan que ese tiempo que buscaban antes para leer ahora se está haciendo demasiado intenso.

—Puede que sí. Siempre puede acompañarse la lectura con alguna actividad física…

¿Está pasando este tiempo sola?

—No. Estoy con tres amigas y me encargo de hacer la comida, de arreglar la casa, de hacer esas cosas que se llaman intendencia. El aislamiento no me disgusta, me siento como los concursantes de Gran Hermano.

Pero sin cámaras.

—Eso, y sin tener que hacer trabajos para poder ganar la comida.

¿Tiene idea de qué va a hacer cuando se levante esta veda?

—No lo he pensado, la palabra abrazo estará muy presente.

¿Cree que volveremos a abrazarnos como antes?

—Eso espero. Seguro que volveremos a tocarnos igual que siempre. Seguro que habrá un factor miedo, hay razones para este miedo, pero podrá más el deseo de acercarnos. No somos gente fría, nos gusta besarnos y abrazarnos.

¿Es justo tener que escuchar a algunos políticos? Se oyen auténticas barbaridades y falta la unión política en una circunstancia tan extrema.

—No, no es justo para los ciudadanos y se pierde la confianza en los políticos. Pero tampoco me parece justo generalizar, no son todos afortunadamente…

No hay más que escuchar a representantes del PP y de Vox.

—Sí. Hay políticos que están trabajando para ayudar, pero otros es cierto que están buscando réditos de forma estúpida porque la sociedad no les va a perdonar. Hay errores, claro que los hay, pero quién estaba preparado para enfrentarnos a una pandemia, no hay Gobierno que lo estuviera. Ahora hay que salir de esta, luego hay que ver lo que se ha hecho mal para que no se repita en el futuro. Lo que es cierto es que hay políticos que buscan réditos de una forma estúpida a esta crisis.

¿Qué hubiera pensado si el 31 de diciembre, cuando brindábamos por el 2020, le hubiera dicho alguien que íbamos a estar así? El coronavirus ya estaba activo.

—Me hubiera parecido una fantasmada más de los que escriben sobre el futuro. Pero es verdad que ahora sabemos que hay adivinos que ya lo andaban diciendo hace meses. Esto es una bomba que nadie pensó que llegaría tan lejos.

¿Pondremos las prioridades en perspectiva y desecharemos algunos hábitos de vida?

—Eso espero. Yo voy a intentar hacerlo. Pero no las tengo todas conmigo, estamos educados en una sociedad tan consumista y tan egoísta, llevamos tanto tiempo viviendo de una forma tan loca..., que es difícil creer que dos meses o tres de confinamiento nos hagan cambiar nuestras vidas.

¿‘Curso del 68’ era el programa previsto para el estreno de ‘Scott y Milá’?

—No. Pero dadas las circunstancias, dado que nos topamos con el coronavirus en Italia cuando en España todo parecía aún normal, mis compañeros editores trabajando a destajo han conseguido que podamos estrenarlo como primer programa de esta nueva temporada. Después tenemos cuatro más.

¿Y después?

—Antes, tenemos que salir de esta. Con lo que estamos viviendo, es demencial pensar ahora a largo plazo. Más que nunca hay que vivir el presente, tomar nota e ir poco a poco.

¿Puede prescindir de algo que hace solo un mes consideraba esencial e imprescindible?

—Del 90% de las cosas.

¿Le ha dado por ser una Marie Kondo confinada?

—No, ahora no. No estoy viviendo en una casa que sea mía. La dueña de la casa lo está haciendo y yo la ayudo. Pero te digo una cosa, de estar en mi casa no sé si lo haría, yo lo odio. Hay gente a la que le encanta arreglar y ordenar armarios, a mí me horroriza. Así como soy decidida para tomar una decisión sobre un programa o sobre un viaje, para retirar cosas de casa, soy Diógenes. Así que necesito una persona al lado que lo haga.

¡Vaya! ¿Y quién es esa persona?

—Mi amiga Vicky, la llamo y le digo: “Vente que tenemos que ordenar armarios”. A ella le chifla ordenar armarios, nunca lo entenderé, pero es así. Vivo feliz de esta forma, me encanta el orden.

¿No nos podría prestar un rato a esa amiga tan ordenada?

—Ja, ja, ja… Seguro que sí. Ella estaría encantada. ¿Qué te parece?

Que hay gente para todo. ¿Lo hace gratis?

—Claro.

A eso se le llama tener una amiga.

—Ella siempre me dice: Si tienes alguna persona que quiera ordenar un armario, que me avise. Qué le vamos a hacer, disfruta así. Tú lo has dicho, gente para todo. Mi hermana Reyes ha hecho de la virtud profesión y se dedica a ordenar papeles , yo ni loca.

“Volveremos a tocarnos igual que siempre. Seguro que habrá un factor miedo, hay razones, pero podrá más el deseo de acercarnos”

“Llevamos tanto tiempo viviendo de forma tan loca que es difícil creer que dos meses o tres de aislamiento nos hagan cambiar”