ace tres años se dieron los primeros pasos de un proyecto que ha implicado a compañías de siete países europeos, una iniciativa colectiva que terminó cristalizando en una obra que estuvo girando hasta principios de marzo por el viejo continente pero cuyo arranque estuvo en la participación de miles de niños y niñas de las ciudades en las que tienen sus sedes los grupos participantes, incluyendo a Vitoria gracias a la sala Baratza. Jóvenes de entre 8 y 12 años a los que se les preguntó: ¿cómo piensas que va a ser el futuro dentro de 50 años?.

Junto a New International Encounter -la compañía inglesa en la que se encuentra el origen de la idea-, Theater Mummpitz, Odsherred Teater, Nordland Teater, Teatr Figur Kraków y TaO!-Theater am Ortweinplatz, Baratza ha compartido esta apuesta realizada con el apoyo del programa Europa Creativa. "Al principio tomamos esto con un poco de vértigo. Los otros participantes son más grandes y tienen estructuras más potentes, y para nosotros la propuesta suponía mucho esfuerzo. Pero ha sido una experiencia brutal", apunta Unai López de Armentia, que ha formado parte del elenco internacional encargado de representar un montaje que en Gasteiz se pudo ver el pasado otoño con el título Dena izango naiz dentro de la programación que Paraíso gestiona en el Beñat Etxepare. De hecho, la producción se ha podido ver también en Dinamarca, Polonia, Alemania, Noruega, Inglaterra y Austria, aunque en estos dos últimos países no se ha podido llevar a cabo todo lo que estaba previsto a causa del coronavirus, pandemia que también ha impedido que la iniciativa viajase el próximo mayo a Tokio para tomar parte en el congreso mundial ASSITEJ (Festival Internacional de Teatro para Niños y Jóvenes Espectadores).

"Para nosotros ha sido increíble no solo el aspecto educacional del proyecto, el poder juntar a tantos chavales y el poder compartir todas las historias, sino también las relaciones que se han creado como compañía, las redes que se han generado", apunta López de Armentia, que señala cómo se ha abierto para la sala y su grupo residente, Parasite Kolektiboa, una senda en el trabajo de la mediación y de la labor para incidir en las audiencias más jóvenes.

Con todo, el camino no está del todo cerrado. Más allá de que quienes se han encargado de las labores de producción tienen que cerrar números, balances y papeleos varios, Baratza está diseñando, a partir de la experiencia acumulada con los centros escolares de la capital alavesa, un paquete de herramientas para que los profesores puedan utilizar el concepto de co-creación en las aulas, es decir, para que apliquen fórmulas de trabajo desde la creatividad con el alumnado.

Al fin y al cabo, los escolares han sido esenciales en un proceso que partió del trabajo que en cada ciudad se desarrolló con la complicidad de diferentes escuelas. En Vitoria tomaron parte estudiantes de entre 9 y 11 años de Samaniego, Lakuabizkarra, Ramón Bajo, Ángel Ganivet, Odón de Apraiz, Antonio López de Guereñu y Aranbizkarra. Tanto en euskera como en inglés, se realizaron encuentros y talleres destinados a abrir el imaginario de los más pequeños y ayudarles a la hora de mirar al futuro y escribir sus historias. Entre los siete países se reunieron unas 3.500 ideas.

Fueron la base de la obra que se estrenó el pasado otoño y con la que se ha estado girando durante estos meses, aportando cada compañía un intérprete. La pieza, de una hora de duración, se ha representado en todos los idiomas de los países participantes para lo que en cada ciudad, el actor o actriz local ha tomado más protagonismo a la hora de dar vida a un relato protagonizado por unos basureros del futuro que viajan en el tiempo, un guiño a la preocupación por el medio ambiente señalada por buena parte del alumnado participante. En cada una de las ciudades se han hecho representaciones específicas para los centros escolares y sesiones para el público en general, estando una media de dos semanas en cada localidad. "Con los críos siempre ha sido increíble, sobre todo cuando nos hemos encontrado con quienes participaron en la primera fase. Eso ha sido muy especial. Cuando venían espectadores de entre 9 y 12 años se metían al completo en la obra. Nos han dado mucha fuerza, más allá de que en cada sitio el público reaccionase de manera distinta a diferentes momentos".

Eso sí, el viaje no ha estado exento de diferentes circunstancias. "En cada lugar, el montaje ha ido cambiando un poco porque el personaje principal cambiaba por el tema del idioma. Pero es que además no en todos los sitios hemos podido estar todos, porque una de las actrices sufrió un accidente de coche que le impidió estar en todo el proceso. También nos adaptamos a eso" dice con una sonrisa López de Armentia. "El gusto que te queda como actor es que quieres hacer esto más veces. Pero Baratza necesitaría más tiempo para reflexionar sobe lo que ha ocurrido y cómo abordar otro proyecto así. Nos ha dejado a todos muy buenas sensaciones y con ganas de más, pero sí es necesaria una reflexión sobre cómo poder afrontar algo por el estilo", más allá de que habrá que ver cómo afecta la situación actual de la pandemia a los recursos económicos de la sala gasteiztarra, sin perder de vista otros aspectos como el hecho de que en este caso el motor de la idea ha estado en Inglaterra, "y habrá que ver cómo afecta en el futuro a este tipo de colaboraciones el Brexit".

En el plano personal, el actor cierra este camino con una sensación "muy positiva". Como parte del elenco, ha compartido camino con personas muy diferentes "aunque nos hemos combinado muy bien. Todo ha sido muy intenso, pero he conocido a gente muy especial y distinta. Ha sido una experiencia muy enriquecedora, también al poder conocer las sedes y los proyectos de las otras compañías".

"Al principio teníamos un poco de vértigo pero la experiencia ha sido brutal"

Actor