a cambiado tanto el mundo por la pandemia que a partir de 2020 la historia de la humanidad se divide en dos eras: a. C, antes del Coronavirus, y d. C., después del Coronavirus. Y no es una exageración. Lo saben los grandes poderes y nosotros lo intuimos a lo lejos. De momento, la guerra tiene dos frentes: la vanguardia, que forman médicos, enfermeras, transportistas, ertzainas, cajeras y muchos otros profesionales; y la retaguardia, trabajadores de sectores indispensables, los que teletrabajan, padres y madres ocupados en que sus hijos sigan aprendiendo y tengan, además, juegos y más cariño que nunca, profesores en línea, medios de comunicación (ETB3 con su programa escolar Bitartean, etxetik ikasten para alumnos de primaria), vecinos solidarios, una red irrompible para que la vida no se detenga.
También en retaguardia, la tele cumple su función de equilibrio; pero tiene el peligro de saturar.
El consumo audiovisual se ha disparado a más de cinco horas persona/día, dedicadas a información, ficción y telerrealidad. Para compensar están los libros, la música, volver al parchís y el ajedrez y recuperar los juegos mágicos de niños y los más sutiles de mayores. Demostrando que es la cadena líder en calidad, Movistar+ ha encomendado a Iñaki Gabilondo, en #0, un espacio de reflexión y prospectiva, Volver para ser otros. El mundo después del coronavirus, una hora de inteligencia con diálogos breves pero densos con once de las mentes más lúcidas, entre ellos Daniel Innerarity. No se lo pierdan los jueves.
Nadie escribe con la voz mejor que Gabilondo. Su magistral programa es el contrapunto racional que pedíamos para neutralizar la carroñavirus de Ana Rosa Quintana y otros de su estilo, agitadores de la angustia.
¡Dejen de discutir, tertulianos, maldita sea! Ya es bastante dolor para todos no ver y oír a niños por la calle.