Luxemburgo, 2018 - 100 min.

Director: Sameh Zoabi.

Guion: Dan Kleinman, Sameh Zoabi.

Reparto: Kais Nashif, Lubna Azabal, Yaniv Biton, Maisa Abd Elhadi, Nadim Sawalha, Salim Dau, Yousef ‘Joe’ Sweid, Amer Hlehel, Laëtitia Eïdo, Ashraf Farah, Ula Tabari.

Productora: Coproducción Luxemburgo-Bélgica-Israel-Francia; Samsa Film / TS Productions / Artemis Productions / Lama Films.

Género: Comedia.

uenta Sameh Zoabi que es consciente de que su último proyecto, Todo pasa en Tel Aviv, es un desafío. Porque desde una audaz apuesta, el cineasta palestino ha tirado de el humor y comedia para reflejar una situación política, histórica y cotidiana para él: la del conflicto palestino-israelí. “Creo que la comedia permite la libertad de discutir muchos problemas serios de una manera más sutil”, defiende el director palestino. Y en su segundo largometraje, la propia división es un puente para hacer humor.

El guion narra la historia de Salam, un palestino que viven en Jerusalén y que trabaja en una famosa telenovela palestina. Todos los días pasa por un escrito control israelí y es ahí donde conoce a Assi, el comandante a cargo del puesto, cuya esposa es fan de la telenovela. Y cuando Assi decide involucrarse informalmente en la escritura del guion para impresionar a su mujer, Salam se dará cuenta de que sus ideas podrían ser su llave para hacerse con un puesto de guionista.

“A nivel personal, la película trata sobre un aspirante a escritor que lucha por encontrar su sitio dentro de un lugar tan disputado por la realidad política”, explica Zoabi, que ya retrató la zona geopolítica de Israel-Palestina en su anterior filme, Man Without a Cell Phone.

Porque además, la política está presente en el largometraje. Por un lado, en el día a día en los puestos de control. Y también en la propia telenovela, formato televisivo que Zoabi decidió introducir dada la relevancia y su público en Oriente medio. Además, explica que se convirtió en una vía para contar la historia de la guerra de una forma emocional: “La introducción de la telenovela dentro de la película me permitió que personajes palestinos expresasen cómo se sienten sobre la guerra árabe-israelí de 1967, sin filtros, porque esto tiene lugar dentro de una telenovela”.

Y cuando la telenovela y la realidad diaria comienzan a conectar y su fusionarse en los encuentros entre Salam y Assi, surge el conflicto. “En pocas palabras, Assi, el ocupante, quiere dictar su propia versión de una realidad sobre Salam, los ocupados”, explica el cineasta, para afirmar que, en ese sentido, “nada puede cambiar en Palestina e Israel hasta que ambas personas sean iguales. Esta es la única forma de avanzar”.

El largometraje se presentó en el Festival de Toronto, compitiendo en Sección Oficial, y en sus visionados en Israel y Palestina, ha obtenido buenas críticas, asegura: “Todo el mundo sabe cuál es la situación, un israelí no va a admitir que es un ocupante pero sabe que lo es, y si presentas la verdad con una pequeña sonrisa todo el mundo la reconoce”.

Lamenta, eso sí, las dificultades para rodar en territorio palestino, ya que son zonas bajo ocupación militar. De hecho, irónicamente, la mayor parte de Todo pasa en Tel Aviv se rodó en Luxemburgo, y tan sólo unas secuencias en Palestina e Israel. Y como coproducción que es, fue la película seleccionada para representar a Luxemburgo en los Oscar. “Eso te da una idea de lo trágico de la situación: he hecho una comedia pero la realidad no es divertida”, lamenta el realizador palestino. Eso sí, no pierde el optimismo: “Quería ir contra la política actual de muros, puestos de control y separación, recordar a la gente su humanidad y la conexión”, reivindica. Porque la división, concluye, la tenemos a diario.