Son muchos y diferentes los oficios que construyen la cultura. Detrás de una representación, un concierto, una exposición, una proyección, una publicación... en definitiva, de cualquier proceso creativo, hay mucho más de lo que la ciudadanía en general ve. Aún así, aunque estén más allá de los focos y de la atención de los medios de comunicación, su trabajo es imprescindible. También, por supuesto, en tierras alavesas.

Desde el ámbito de lo privado -aunque en algunos de los casos su labor también implica la relación, más o menos estrecha, con las administraciones públicas-, Garbiñe Ortega, Charo Fernández Insausti, Yenny Rocío González Benavides y Anna Pinotti desarrollan sus respectivas trayectorias, caminos diferentes que aquí relatan, aunque tienen dos nexos comunes. La propia cultura y el hecho de ser mujeres en un sector que, en ocasiones, es menos avanzado en determinadas cuestiones a este respecto de lo que se pudiera pensar. Para aprender de sus experiencias profesionales y reflexionar en este 8 de marzo tan significado, DNA les ha pedido compartir sus palabras.

Gestora cultural

Anna Pinotti

La frase de Jorge Wagensberg es muy significativa para Anna Pinotti: "el gestor cultural es aquella persona capaz de generar espacios de conversación". A su juicio, atina de manera acertada a la hora de resumir un trabajo en el que "nuestro objetivo es, sobre todo, ayudar a desarrollar el sector cultural en un territorio y contextos determinados, y acercarlo al público. Actuamos, en cierta manera, como mediadores, como facilitadores para acercar la creación a la ciudadanía, a unos públicos, y ayudamos a fomentar la participación y el consumo cultural", desgrana esta profesional que, desde hace cinco años, tiene en Álava su nueva casa.

Desde "una mirada muy transversal sobre el sector" -más allá de que también haya gestores que están especializados en áreas determinadas-, "ayudamos a dar una definición más concreta" a los procesos creativos. "Un ejemplo claro es que ayudamos a hacer viables proyectos culturales. Y a poner en relación la creación o la recreación o el patrimonio con los usuarios, con el público, fomentando el consumo y la participación, siempre en un contexto territorial y social y hasta de mercado determinado", sin perder de vista que también "hay una parte que tiene que ver con lo gerencial, muy vinculada al desarrollo de políticas culturales, a la gestión de equipamientos o instituciones culturales, y a otras áreas como podrían ser la comunicación y el marketing".

Saber trabajar en equipo, tener la capacidad de adaptarse al cambio, organizarse, no parar nunca de formarse en las especifidades de cada área para dar el mejor servicio, ser pragmática e innovadora son algunas de las claves que señala a la hora de apuntalar las esencias de su trabajo, de una labor que requiere también de no pocos malabarismos laborales. "Una realidad del sector cultural en general y de la figura del gestor cultural en particular es que somos muchos los que trabajamos como autónomos. Y eso, en mi caso al menos, ha supuesto que sea muy complicado poder tener un volumen de actividad y facturación solo con un proyecto. Esto te requiere llevar varios a la vez, teniendo una carga de trabajo muy elevada. Además, la intermitencia es otra característica importante" sin perder de vista que supone estar al pie del cañón no pocos fines de semana, festivos, noches... "El sector cultural, por lo general, está bastante precarizado y esa precariedad afecta de manera especial a las mujeres en determinados momentos de la vida". Con todo, "la cultura es un derecho de todos y hay que hacer para que ese derecho se aplique, que todo el mundo tenga acceso a él sabiendo las diferentes realidades que hay", un objetivo que ella siempre tiene en mente, aunque añade que para su desarrollo es también imprescindible la relación con el sector educativo.

En el camino personal tanto de ella como de las otras tres protagonistas de estas páginas, la formación ha sido y es fundamental. Pinotti recuerda que en su área, "los primeros estudios universitarios con gestión cultural son de finales de los años 80". Ella dio sus primeros pasos en Barcelona, haciendo un FP de grado superior en producción audiovisual, radio y espectáculos. "En paralelo trabajaba en el ámbito deportivo en temas de producción y comunicación. Para mí siempre ha sido muy importante compaginar práctica y teórica". También cuando realizó la carrera de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Barcelona y un master en gestión cultural en la Universitat Oberta Catalunya. "He trabajado en bibliotecas, en rodajes no profesionales€ Al llegar a Vitoria, se unió todo el trabajo que estaba haciendo con el hecho de encontrarme con gente que fue y es muy generosa. No me han faltado proyectos, aunque eso no quiere decir que en algunos casos las condiciones no hayan sido las mejores". De todas formas, sin perder de vista esto, "no desanimaría a nadie a dedicarse a esto. Hay una parte de vocación en los que trabajamos en el sector que es relevante. Eso sí, el entusiasmo no puede hacer que dejemos de lado que estamos haciendo un trabajo y que tiene que estar remunerado y que se tiene que llevar a cabo en unas condiciones dignas, como en cualquier otro sector". En este sentido, apunta que aunque la figura del gestor cultural tiene cada vez más visibilidad, "tanto en Vitoria como en Euskadi sería necesario algo más de reconocimiento. Eso repercutiría en el sector por el tipo de trabajo que hacemos. Desarrollamos un servicio que es para los demás".

Técnica de luces

Yenny Rocío González

También para que lo vean los demás trabaja desde hace un año Yenny Rocío González en el Urban Rock Concept. La agenda de conciertos en el espacio de Portal de Gamarra es muy intensa y detrás de cada montaje de luces que acompaña a las actuaciones se encuentra ella. "Amo la música, pero soy poco dotada para tocar un instrumento o para cantar. Como técnica de luces he encontrado el camino para desfogar esa emoción" sonríe la también periodista y profesora de inglés colombiana. Esa pasión por los sonidos y el encuentro con el local de la capital alavesa se tradujeron en un trabajo que ha sido "todo un desafío" en el que cada vez se siente más segura.

La buena respuesta del público y de los grupos, también con sus managers y productores, está siendo "muy enriquecedora porque siento que estoy haciendo bien mi trabajo, que la confianza que depositó en mí el Urban se está viendo recompensada", más allá de que "no paro de aprender. De hecho, cuando voy a otras salas a conciertos, ahora me fijo mucho en cosas que antes me pasaban más desapercibidas. Me sirve para aprender y pensar en que puedo ir innovando en lo que hago", una labor que empieza mucho antes de cada concierto. No es habitual que las bandas giren con técnicos de luces y eso hace que toda la responsabilidad recaiga sobre ella. "Las luces son instrumentos y me meto tanto en eso, que sé lo que va a venir en cada momento de la actuación. Sé leer" los diferentes instantes de un concierto. "Siempre tiene que haber concentración y tensión, pero también disfrute", para que quien está viendo el bolo "perciba que hay algo más detrás del artista y de la música. Trato de no decepcionar a las bandas ni tampoco a mí".

Siempre pueden darse imprevistos, peticiones especiales por parte de los músicos o reclamaciones de los fotógrafos que acuden a las actuaciones para tener unas determinadas iluminaciones que faciliten su labor. Y ahí González señala que la práctica y la experiencia son un valor en sí mismas. Con todo, señala que "una no termina de aprender. De hecho, sé que existen lugares para formarse más en profundidad, que es una tarea que tengo a futuro. Me encantaría estar en un concierto grande, en un Azkena Rock o algo por el estilo manejando esas producciones. Me gustaría llevar esto a otro nivel y hacer cosas, artísticamente hablando, geniales, salirme de lo convencional, que también hay en este tema, y hacer algo más salvaje". Por eso, mirando a las nuevas generaciones, apunta que, más allá de la vocación que debe estar presente, "lo fundamental es hacerlo bien y dar más de lo que te piden, llevar esto a otro nivel. No te puedes quedar en lo que tienes en frente". Una filosofía que también aplica en la emisora de Euro Latina, donde desarrolla un programa de radio con el que sumar su grano de arena a darle la vuelta al desconocimiento que a ambos lados del Atlántico hay sobre las respectivas escenas musicales. "Entrevisto a bandas de rock emergente de aquí y de allí. Hay grupos increíbles que no son conocidos comercialmente. Es un proyecto que también me tiene capturada".

Distribuidora y productora escénica

Charo Fernández

Capturada por su trabajo desde hace más de 25 años también está Charo Fernández, quien, aunque ejerce además de productora de proyectos escénicos, se considera sobre todo distribuidora. "Como suelo decir, todos los días me acuesto con un espectáculo. Es la responsabilidad de un equipo entero que depende de ti, de lo que puedas sacar, vender. La gente no se hace una idea de lo importante que es lo que hacemos". Una labor que, dentro de la estructura de Traspasos, comenzó desde abajo, aprendiendo de la práctica, recorriendo ferias y muestras, haciendo contactos, estableciendo las redes, generando las condiciones propicias para, desde la "paciencia y la perseverancia", construir una profesión en la que "no hay que ser una persona obsesiva".

En ambos perfiles, que los plazos sean largos es una constante. Se dan pasos con mucho tiempo de antelación. "Como productora, cuando veo un texto interesante de entre los que recibo y decido poner en marcha la maquinaria, pasan meses y meses entre que ves cómo financiarlo, de dónde obtener los recursos económicos, con quién crear el equipo artístico y técnico... Si tenemos claro que podemos ir adelante, empieza el trabajo de distribución", para lo que también es necesario acertar poniéndole precio al montaje, aunque ella dice que es sencillo. "Lo ideal es que además haya un beneficio y una amortización del espectáculo, que es algo que no siempre se da".

De todas formas, es su faz de distribuidora de obras propias y ajenas la que más marca su senda y eso que procura no llevar nunca más de tres montajes a la vez. "Los años y la experiencia hacen que me lleguen espectáculos muy buenos. Solo digo que sí a los que veo proyección y futuro. Si veo que no voy a poder vender una propuesta, aunque me guste, no me meto. Y eso depende de muchas cosas: del texto, de la calidad, de quién está sobre el escenario, del director€ Son muchos los ingredientes que, al final, hacen que mi intuición me diga: esto sí". Empieza ahí una labor semejante a la de encajar un gran puzle de fechas y disponibilidades. "Mi trabajo es saber crear giras. Por ejemplo, si intento vender algo aquí en Vitoria, lo intento también en Logroño y en Pamplona, para que todo sea coherente. Si al siguiente fin de semana nos vamos a la zona de Asturias, intentaría bolos en Avilés, Gijón y León. Esas son las situaciones ideales".

Apunta que en el Estado, incluso con algunas estructuras más grandes instaladas en Madrid y Barcelona, "no somos muchos los distribuidores teatrales". Aquí es clave "tener prestigio, un buen nombre. Creo que yo lo tengo. Que te vean como una persona de fiar es algo que vas consiguiendo poco a poco. Pero es verdad que hoy se necesitan nuevas generaciones". Eso sí, como tal, no existen espacios donde formarse de manera específica en esta profesión. Como en su caso, el camino tiene que ser práctico. "Hay que empezar desde muy abajo y desde la humildad. Y no todo el mundo tiene esa capacidad".

Comisaria de cine

Garbiñe Ortega

Capacidades tiene y muchas Garbiñe Ortega. Directora del festival Punto de Vista, responsable de proyectos como Zineleku y programaciones como Zinema Gaur, profesora en la Elias Querejeta Zine Eskola y en la ESCAC de Barcelona, productora... y eso sin entrar en su faceta musical. Pero, ante todo, se siente comisaria de cine. "La curadoría cinematográfica es una práctica que está todavía por definir y que, sobre todo en España, no está muy clara. La curaduría implica crear un discurso conceptual, que es totalmente subjetivo, que está filtrado por tu mirada y que tiene que ver con una selección de películas que bajo tu criterio son de calidad pero a las que además aportas un itinerario, una serie de caminos que ofrecer al espectador".

Diferentes capas se superponen en su profesión y cada una tiene sus retos. Pero ante todo, lo que siempre debe estar presente es "el respeto hacia el público, hacia su inteligencia. El reto es hacia a mí y tiene que ver con cómo puedo programar determinadas películas para que lleguen de la mejor manera posible, para que haya ese puente entre la obra, el cineasta y el público". Eso sí, tiene claro que "hoy en día, crear un discurso original y atractivo para movilizar a los públicos es más complicado porque se han multiplicado las pantallas y somos muchos los que trabajamos en esto en el Estado porque han crecido los espacios y los festivales. Eso hace que tengas que ser más original. Ese es el reto". Además, no hay que olvidar la aparición de las plataformas digitales, con fondos ingentes de productos audiovisuales. "Abrir Netflix me puede generar taquicardias", sonríe. "Estamos viviendo un momento muy abrumador a todos los niveles. Y figuras como las nuestras son claves para ordenar y hacer entender ciertas obras, el generar itinerarios en los que el público se sienta acompañado. Yo misma, como espectadora, me siento sobrepasada. Es muy bueno para la creación puesto que se ha democratizado pero es muy abrumador. Y está muy bien el acceso y que en casa puedas ver con una calidad brutal una película, pero para mí el cine, como cualquier evento colectivo, tiene un punto político y tiene que ver con cómo nos reunimos, cómo generamos una experiencia colectiva a partir del cine. Es importante proponer eventos colectivos. Creo que eso cada vez va a ser más radical porque va a ser más complicado".

Reconoce que no sabe en cuántas cosas está inmersa ahora mismo. "Un festival del tamaño de Punto de Vista es en sí mismo un proyecto para solo dedicarse a eso. Pero a la vez estoy produciendo un largometraje, estoy dando clases, llevando programaciones, un proyecto de investigación editorial... Mi entusiasmo a veces es desbordante y me lleva a situaciones en las que yo misma digo: es demasiado". En ese punto parece quedar lejana aquella primera experiencia en Artium, donde comenzó a programar de manera casual. "Fue un gran laboratorio". Pero ante la falta de opciones aquí para poder formarse, se fue a Estados Unidos bajo el paraguas de una curator, un camino que luego siguió en México antes de volver a Vitoria. "Me parece una práctica muy compleja de enseñar, entre otras cosas porque no hay casi nada escrito y hoy parece que casi no tenemos tiempo para reflexionar". Aún así, Ortega, que es profesora de un master sobre curaduría que es el único en España, asegura que la existencia de la Elias Querejeta Zine Eskola "es un sueño" para quien quiera seguir su camino. A esas nuevas generaciones les recomienda que "tengan una curiosidad desbordante, además por todas las artes. Además, hay que prestar atención a todo, que es algo que estamos perdiendo".

Mujeres en el sector de la cultura

La voz de ellas

Sus cuatro caminos profesionales aquí descritos se llevan a cabo en un sector en el que, como sucede en otros, se da todavía hoy una circunstancia que no deja de llamar la atención. Según datos oficiales del Estado, más del 50% de las matrículas de estudios universitarios relacionados con la cultura son de mujeres, sin embargo, solo el 40% de los oficios de este área están desempeñados por ellas. "Queda mucho por recorrer aunque es cierto que de un tiempo a esta parte hay más mujeres en cargos de responsabilidad", apunta Pinotti, algo en lo que redunda Fernández al señalar, por ejemplo, que "en los teatros cada vez hay más mujeres al frente, como sucede en Vitoria con Marta Monfort. Además, son grandes mujeres". Con todo, y así lo remarca Ortega, otra cosa es cómo llegan a esos cargos. "Yo tuve acceso a un puesto de responsabilidad porque hubo un concurso público. Fui la primera mujer en dirigir un festival de cine en España y de eso sólo han pasado tres años. ¿Qué quiere decir esto? Que vamos muy tarde. Y está empezando a haber mujeres en estos puestos, como Vanesa Fernández en Zinebi, porque han llegado gracias a concursos públicos, porque hasta ahora todos los festivales de cine en España eran dirigidos por cargos de confianza y nunca eran depositados en una mujer. La forma de valorar el trabajo no es la misma".

A ello se une en qué condiciones se desarrolla la profesión. "Para mí -explica Pinotti- hay algo muy importante de lo que se debería hablar más: cómo la precariedad temporal, laboral y económica propia del sector deriva en una precariedad familiar y personal. Y esto lo vinculo con la maternidad y los cuidados. ¿Cómo lo hacemos? La conciliación es muy complicada. En determinados momentos de la vida hay que tomar decisiones difíciles. Y hay prejuicios sociales en este sentido. Compatibilizar los dos mundos dentro de esta precariedad es un tema muy complejo. Y no estamos muy preparados para abordarlo". En la misma línea, Ortega habla de "balance imposible". "Estamos a años luz de acercarnos a la idea de la conciliación. Lo único que trato es de estar cerca de mujeres que admiro, que han estado antes que yo y trato de entender cómo se hace. Pero creo que ni ellas ni yo tenemos respuestas. Si bien hoy tenemos más oportunidades, también tenemos más exigencias. Hay que ser las mejores en todo".

Ella misma señala que en ocasiones ha sentido un trato diferente por el hecho de ser mujer. "Lo he visto, por ejemplo, en comités de selección en los que era la única mujer y me he encontrado con comentarios del tipo: claro, como eres chica. No trabajo con cuotas pero mi ser como mujer me hace ver la vida de una forma". Pinotti dice no haber sentido nunca una mirada extraña, "pero sé de compañeras que no pueden decir lo mismo. Y es verdad que puede haber ocasiones en las que sientes que no eres escuchada de la misma manera". Cada experiencia es distinta, eso sí. Le sucede por ejemplo a González, que admite que hay músicos que "siempre van a hablar con el técnico de sonido pero nunca conmigo, pero no sabría decir si es porque, en general, no prestan atención a nuestro trabajo o si es por el hecho de ser mujer". O a Fernández, que dice no haber tenido problemas nunca en este sentido. "También igual porque siempre he marcado mucho, he dejado muy claro que era una profesional que iba ofreciendo nuestras producciones". Sea como fuere, que la situación está lejos de ser la ideal es algo claro y evidente. Ellas miran hacia adelante.

Calidad, esfuerzo, pasión y vocación se unen en el desarrollo de sus respectivas trayectorias dentro de un sector como el cultural, con todas las peculiaridades que éste tiene

"La cultura es un derecho y hay que hacer para que se aplique sabiendo las realidades que hay"

Anna Pinotti

"Lo fundamental es hacer bien tu trabajo y dar más de lo que te piden, llevar lo que haces a otro nivel"

Yenny Rocío González

"Es importante proponer eventos colectivos. Eso cada vez va a ser más radical porque va a ser complicado"

Garbiñe Ortega

"Hay que empezar desde muy abajo y desde la humildad. Y no todo el mundo tiene esa capacidad"

Charo Fernández