Adrián Fernández Quartet
Adrián Fernández: guitarra. Íñigo Ruiz de Gordejuela: piano. Javier Callén: contrabajo. Daniel Lizarraga: batería. Conservatorio Jesús Guridi. 25 de febrero.
Las aves tienen alas y vuelan. Despegan, ascienden, planean, se posan. Y en su vuelo aprenden del mundo más que el resto de los animales. Los músicos de Adrián Fernández Quartet son cuatro aves del jazz nacidas casi en el siglo XXI que ofrecieron el pasado martes un maravilloso concierto. Lo fue, primero, porque tuvieron la gentileza de estrenar varios temas de su próximo trabajo; segundo, porque su set list demostró caminos, vías, pistas de despegue para el jazz de la tercera década del siglo XXI; y tercero, porque los diálogos que entablaron los músicos con Joseba Cabezas, y éste con Íñigo Zárate, presidente del Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz, resultaron el contexto perfecto para su mensaje.
Vayamos por partes. Adrián Fernández Quartet publicó en 2017 Urjauzia, trabajo premiado y compuesto al alimón por Adrián Fernández e Íñigo Ruiz de Gordejuela. En poco tiempo, el dúo ha seguido trabajando y tiene, al menos, cinco temas que compartir. Empezaron y terminaron, no obstante, con M y ¿Por qué no te callas?, del anterior. El primero encendió la luz que iba a iluminar la velada. El último, de clara inspiración flamenca, nos trajo instantes mágicos: el diálogo entre piano y bajo que anticipó el solo ligado de Fernández, envolviendo de misterio la sala antes de la eclosión final de los cuatro músicos atrapados en un ciclo flamenco que parecía infinito.
Dedicaron la parte central a interpretar cinco temas nuevos. Aquí y ahora remarcó el trazo esbozado por Cabezas en el homenaje inicial que rindió a Paco de Lucía en el sexto aniversario de su fallecimiento. El aparente relajo cool del comienzo calentó a un cuarteto que pronto empezó a centrifugar sonido y energía a base de crescendos y sostenutos. Llegaron los primeros aplausos sin terminar el tema, antes de que la delicada coda final de guitarra y contrabajo, con las acariciantes escobillas de Daniel Lizarraga y una preciosa melodía casi pop, convirtiera la pieza en una suite.
Dialogaron mucho y bien los protagonistas de la audición. Iñigo Zárate nos presentó el cartel de la nueva edición de nuestro festival, cubista sobre fondo amarillo, y anunció líneas estratégicas de la nueva época: apoyo a los músicos locales y el reto, compartido por tantos organizadores de actuaciones de jazz, de reencontrar a esta música con el público más joven. Y los jóvenes músicos, por su parte, pusieron el dedo en la llaga: la dificultad para tocar y vivir de ello, la subsistencia como docentes?
Hubo mucho más, desde luego. El mensaje del cuarteto es la mezcla de géneros (viajamos a Brasil en Hasta luego y nos noqueó con su invencible funky-groove el contrabajista Javier Callén en El gamusino) y también la deconstrucción reflexiva, meditada, fruto del estudio, de esos géneros y del lenguaje del jazz. Quedan para el recuerdo los diálogos entre Ruiz de Gordejuela y Fernández: las melodías donde los silencios, la ausencia, son tan importantes en el teclado del primero, y ese timbre dulce y claro de Fernández con su hermosa guitarra de luthier. Entre medio, el baterista nos regaló al menos dos solos que, como piedras preciosas, quedaron engarzadas en la lujosa corona del sonido del cuarteto.