Vitoria - Hay ocasiones en las que parece que las piedras en el camino se empeñan en impedir que uno llegue con buen pie a donde quiere. Pero la perseverancia y el convencimiento de que entre las manos se tiene algo que merece la pena, pueden conseguir salvar esos problemas. Leo El Charrúa lo sabe bien. Desde hace años venía dando vueltas a la idea de grabar su primer disco en solitario, pero se encontró con más de un estudio que le dejó tirado. "2019 puede catalogarse como un año muy duro. Lo empecé con un enero en el que un sitio en el que había empezado a grabar por fin me dijo: esto se me queda muy grande y no puedo asumir este proyecto. Anímicamente fue duro y empecé a obsesionarme con el trabajo para tener la cabeza totalmente ocupada con cosas que no fueran este álbum". Pero desde principios de este mes, Meraki es una realidad tanto en su versión digital como física (CD) y al cantante, músico y compositor se le nota en la sonrisa que esas malas sensaciones se han quedado atrás.

Este camino al margen de otros proyectos compartidos "surge por la necesidad de expresarme y de trabajar en solitario. Soy una persona a la que le gusta estar solo muchas veces", explica el creador uruguayo, cuya alma alavesa empezó a aflorar cuando llegó aquí con 12 años. La música ha estado presente en su vida desde siempre gracias a sus padres y aunque dice sentirse limitado con la guitarra, lo cierto es que desde muy pronto empezó a hacer sus canciones, incluso antes de entrar en el ámbito del rap. Por eso, ahora, "en el disco puedes encontrar desde reggae hasta rumba, además de rap".

"Soñaba que algún día podía grabar, pero no es que haya sido un viaje largo, sino lo siguiente", apunta. Eso sí, tras no pocas decepciones, apareció en su camino Gaspi Pons, un amigo llegado desde Argentina que tiene un estudio de grabación en Vírgala Mayor. Allí, durante varios meses, fueron construyéndose los diez temas que componen el álbum, un trabajo en el que Leo El Charrúa contó con la participación de Rafa Bataglia, Markel de Rapaz, Ibon Pérez, Marcos Castro, Inhar Val Calvo, Yarian Yake Gutiérrez, Peio Martínez y Gari Ortiz Villalba. "La condición para grabar conmigo, que soy bastante especial, era que confiasen en mí, en mi proyecto, en mi sueño. Eso limitó también muchas cosas. Es mi primera experiencia y sé que tenía que haber escuchado más. Pero estoy superorgulloso porque esta gente se ha dejado el alma confiando en mí".

Ahora, eso sí, es el momento de los otros, del público. "Si realmente han escuchado el disco y no lo han oído, que no es lo mismo, se encontrarán con un álbum muy positivo, sanador. Hay sinceridad. Es difícil gustarle a todo el mundo, pero si te gustan las letras con contenido y la música bien hecha, este disco te va a enganchar", promete, al tiempo que explica que el título del trabajo -sugerido por una amiga- "proviene del griego antiguo y significa poner toda tu creatividad, esfuerzo, empeño y amor en cada cosa que haces, dejando en cada una de ellas un pedazo de vos".

A la espera de ir concretando los primeros conciertos de presentación, el intérprete asegura que no para de componer. "Este disco es sólo el primer paso no para vivir de esto pero sí para no parar de crear y un paso grande para la autoestima: por mucho que te digan que no, tira para adelante. Queda gente buena que te va a echar una mano. Trabajo, trabajo y trabajo, que alguna puerta te abrirán. Y si no, pues ya nos colaremos por la ventana" recomienda, a pesar de que dice que "en la música podrás ser bueno, mediocre o lo que quieras, pero si no tienes padrino, no te casas. Da igual el talento. Residente de Calle 13 dice que hoy es muy fácil hacer música porque pones pan, queso, jamón y pan, y así se vende todo el rato: comiendo lo básico disfrutan millones de personas. Pero hay cosas mucho más elaboradas a las que la gente no presta atención".