Vitoria - Miquel es un técnico de una multinacional minera que llega a una explotación de oro de su compañía en Sudamérica. Allí, Alfredo, el alcalde, y su comunidad, esperan a este nuevo descubridor. Las ambiciones, oportunidades y consecuencias de la implantación de una nueva mina de oro marcarán el futuro del pueblo y las relaciones entre los vecinos. Ésta es la sinopsis de la obra de teatro La zanja que llegará por partida doble a los escenarios entre hoy y el sábado de mano de la compañía Titzina.

En concreto, el montaje se podrá ver hoy en el Jesús Ibáñez de Matauco a partir de las 20.30 horas, abriéndose con la producción el cartel que la programación invierno-primavera de la Red de Teatros de Vitoria tiene diseñado para los escenarios de los centros cívicos. Ya el sábado, la pieza seguirá camino para llegar a Amurrio Antzokia, donde se podrá ver desde las 20.00 horas. En ambos casos hay entradas disponibles para encontrarse con esta crítica de la histórica colonización, al tiempo que denuncia de las prácticas abusivas de las empresas multinacionales, costando los pases 15 euros en Gasteiz y 12 en Amurrio.

La creación presenta un encuentro de dos mundos y dos formas diferentes de entender la vida que, a modo de alegoría, traslada al público a 1532, cuando el conquistador Francisco Pizarro -también a la búsqueda de oro- pisó por primera vez lo que hoy es Perú y se encontró con la civilización inca y su emperador Atahualpa. Pero, "¿qué tiene que ver aquella historia de conquistadores y colonización con el destino de los protagonistas de La zanja? ¿Es posible que hayamos heredado las consecuencias de sus actos?", interpelan al público desde Titzina.

Este espectáculo toma como punto de partida el momento clave en el que dos culturas separadas por miles de kilómetros se fusionan para trazar una línea histórica que llega hasta la actualidad y hace reflexionar, en clave tragicómica, sobre el particular choque de civilizaciones entre Europa y América, y su historia colectiva. "¿Por qué a pesar de las diferencias reconocemos en el otro detalles que creíamos exclusivos de nuestra cultura? ¿En qué momento compartimos el viaje que nos hizo ser tan similares?", vuelven a preguntarnos desde una compañía que ya ha abordado con anterioridad y éxito asuntos como la locura, la guerra o la muerte.

No en vano, como estipula el sello de investigación escénica propio de Titzina, La zanja es un relato ágil e imaginativo fruto de un exhaustivo trabajo de creación y de periodismo antropológico que Pako Merino y Diego Lorca -dramaturgos, directores e intérpretes- han llevado a cabo a partir de recientes viajes a Perú y del estudio de las crónicas de la época.