Barcelona - Trabajó durante 30 años en el sector de la música hasta que un despido temporal lo empujó a escribir y es así como Alan Parks ha debutado en la novela negra con Enero sangriento, el inicio de una larga serie con el peculiar policía Harry McCoy, que le permite bucear en un Glasgow poco conocido. "Fue un cambio importante, ahora paso gran parte del día en la mesa de mi cocina en lugar de estar en un despacho con cincuenta personas", bromea Parks.

En los años de la crisis del sector musical, Parks fue despedido y decidió trasladarse a su Glasgow natal, pero al cabo de poco tiempo le pidieron volver cuando ya se había mudado a Escocia. "Empecé a escribir porque tenía que hacer cada día un trayecto de cinco horas en tren", rememora. Su intención, revela Parks, era "escribir sobre distintas partes de Glasgow" y pensó que "un policía era la mejor manera de hacerlo, porque interactúa con un amplio abanico de personas de toda la ciudad, gente con edades diferentes y procedentes de contextos sociales distintos".

Sobre McCoy, alguien acostumbrado a saltarse las normas y a empatizar con delincuentes, prostitutas o indigentes, Parks quería que fuera "alguien que estuviera como descontextualizado, que no siguiera la misma onda de sus compañeros, que fuera algo más moderno que el resto de policías, que se siente más cómodo con la gente que se droga o que delinque". Advierte el autor de que en los 70 la policía de Glasgow era como la de los 50, así que "McCoy, más joven y moderno, era capaz de relacionarse con gente que los policías chapados a la antigua eran incapaces". Marca al personaje la "mochila emocional" que ha acumulado en sus treinta años de existencia, con un padre alcohólico y una madre que lo abandonó a corta edad, que pasó gran parte de su infancia en internados católicos, y que sobrevivió a todo eso por la ayuda de Stevie Cooper, el narcotraficante al que le une una vieja lealtad.

En Enero sangriento (Tusquets), McCoy recibe el 1 de enero de 1973 un extraño chivatazo en la prisión de Barlinnie: en 24 horas liquidarán a una tal Lorna, una joven camarera de un lujoso restaurante. Pero cuando el detective logra encontrarla un día después, un muchacho la ejecuta en plena calle y luego se vuela la tapa de los sesos delante de sus ojos; y el confidente aparece degollado en la cárcel.

Reconoce Parks que seguramente cede algunos rasgos de su personalidad a su protagonista: "A mí me gusta pasear y él se pasa la novela caminando; pasa muchas horas solo, va a la suya, algo que me ocurría a mí cuando trabajaba en la música; nos interesa hablar con personas diferentes y ambos bebemos demasiado".

De la novela negra, a Parks le interesa sobre todo que "el género sea de un lugar concreto, como en el Berlín de Philip Kerr o Los Ángeles de James Ellroy", por mencionar a dos de sus escritores favoritos e inspiradores. "Una novela negra es eso, una novela de policías, y lo único que varía es el lugar donde sucede", añade.

El Glasgow que Parks dibuja en la novela resulta interesante, precisa el autor, pues "la ciudad pasó por un período de confusión, pero no se puede hablar de una ciudad criminal, puesto que los delitos estaban circunscritos y aún no habían llegado las armas ni las drogas a gran escala". "Los delincuentes no se forraban, no tenían grandes mansiones, seguían viviendo en sus casas de protección oficial", añade. Y además, agrega Parks, como sucede en todas las ciudades "la gente corriente no sabía lo que ocurría en su propia ciudad, lo que pasaba en ese inframundo".

Tras Enero sangriento, que se publicó en Reino Unido en 2017, Parks publicó el pasado año February's Son, un nuevo caso de McCoy en el que deberá resolver el asesinato de niñas que aparecen en el río Clyde con altas dosis de barbitúricos en la sangre. "En ese segundo libro se analiza el pasado de McCoy, de dónde viene, cómo ha acabado convirtiéndose en lo que es por su pasado", revela Parks.

La música impregna, como no podía ser de otra forma, las páginas de las novelas, sea una escena en pleno concierto de David Bowie en Glasgow, o las canciones de los Rolling Stones que suenan cuando McCoy se acuesta con la prostituta Janey. La idea de Parks es continuar la serie McCoy, pero "sólo hasta 1980, cuando la ciudad cambió muchísimo, empezaron a aparecer las cafeterías de capuccino y las tiendas de diseñadores, que ya no me interesa".