Santiago de Chile - La poeta chilena Gabriela Mistral (1889-1957), la única mujer con el Premio Nobel de Literatura en Latinoamérica, es uno de los principales iconos feministas en la región, pero más de medio siglo después de su muerte su activismo es cuestionado en una obra teatral que la retrata llena de matices.

La obra Mistral, Gabriela (1945), que se ha representado en el marco del festival Santiago a Mil, presenta a la escritora como pocas veces se ha hecho en Chile: compleja y alejada del mito. La pieza, dirigida por la chilena Aliocha de la Sotta y protagonizada por la televisiva Solange Lackington, busca "desmitificar la imagen de maestra rural que recorrió Chile de norte a sur leyendo poemas a los niños", explicó a Efe la actriz.

Mistral, agregó Lackington, fue "una mujer controvertida: liberal, muy vanguardista y moderna, pero al mismo tiempo demócrata cristiana y conservadora".

Su verdadero nombre era Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, pero fue conocida por su seudónimo, que le inspiró la obra de Gabriel D'Annunzio y Fréderic Mistral. Fue maestra rural y colabora en publicaciones literarias y sus primeros escritos aparecieron a principios del siglo XX en publicaciones locales. Escribió también para la revista Elegancias, que dirigía Rubén Darío. Época en la que ganó el Premio Nacional de Poesía de Chile.

Defensora acérrima de la educación pública, diplomática y autora de obras tan relevantes de la literatura en español como Desolación y Tala, Mistral ganó el máximo galardón de las letras en 1945, año en el que transcurre la obra teatral.

Una ficción arriesgada "Di que eres lesbiana (en tu discurso), ¡grítalo!", le espeta a Mistral sobre el escenario una feminista que la secuestra para que confiese su orientación sexual durante la recepción del Nobel y se pronuncie sobre el feminismo y otros temas controvertidos para la época que no abordó en su obra.

La pieza, escrita por el chileno Andrés Kalawski, mezcla ficción y realidad y yuxtapone tiempos para hacer una radiografía de la complejidad de la escritora, cuyo pensamiento fue también puesto en duda por las feministas liberales de mitad del siglo XX.

Su fiel defensa de la maternidad y de lo que ella misma denominaba "educación maternal", retratada en su profesión de maestra, fue foco de críticas de las mujeres de entonces que abogaban por la incorporación laboral de la mujer como única manera de conseguir su independencia frente al hombre.

La poetisa llegó incluso a criticar públicamente en uno de sus escritos el "desasimiento del hogar" que esto provocaba, gestándose una imagen de ella que poco tenía que ver con su faceta de mujer intelectual e independiente que nunca contrajo matrimonio con ningún hombre.

Mistral, además, nunca llegó a pronunciarse públicamente sobre su orientación sexual y su leyenda se ha alimentado con las especulaciones en torno a su relación con la joven Laura Rodig, o la historia de su hijo Yin Yin, que nunca se ha esclarecido si realmente era su primogénito y que se suicidó con tan solo 18 años.

Punto de encuentro Para la actriz protagonista de la obra teatral, la poetisa chilena representa a todas las corrientes feministas del país austral: las más conservadores, las más progresistas, las identitarias, las de clase y demás corrientes con diferentes apellidos pero que en definitiva abogan por la mujer.

"Algunas mistralianas (seguidoras de la autora) la apoyan como icono lésbico y procausa de género, y hay otras que encuentran que ella era un ejemplo de castidad, de pureza, de maternidad, de entrega", apuntaló Lackington.

La obra no busca dañar la imagen de la poetisa, que fue olvidada muchas veces en su Chile natal y encorsetada en su imagen de educadora, sino retratarla "no como algo malo, sino como algo que la viste, la embellece y que enamora", aclaró Solange Lackington.