Guadalajara - Un escultor del estado mexicano de Jalisco transformó miles de armas vinculadas con actos delictivos en 21 esculturas, en la iniciativa Impactos que dejan huella para transmitir un mensaje de paz y conciliación.

Un total de 12 toneladas de armas cortas, largas y hasta granadas, fueron convertidas en arte para mostrar que los humanos tienen armas más poderosas para hacerse escuchar como la literatura o el pensamiento, dijo a Efe el autor Álvaro Cuevas.

La familia de Cuevas ha pasado por diversos episodios violentos: su hermano fue agredido con un arma, y varios de sus primos y tíos fueron asesinados. Este infortunio llevó al escultor a plantearse la posibilidad de "limpiar" o "compensar" ese pasado familiar y crear a partir de ello.

En 2017, cuando representantes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) lo buscaron para ofrecerle transformar miles armas incautadas y entregadas por ciudadanos, supo que esa sería la vía para lograrlo. "Es compensarlo a través de las armas, la forma en la que codifico mi arte, es una forma de sanar, en la que voy procesando la información, digiriéndola voy compartiendo mi proceso", señaló.

Cuevas, de 45 años, comenzó a tener contacto con el armamento ya deshabilitado y supo que lo primero que debía hacer era "purificarlas". Contó que recurrió a sacerdotes y a curanderos para que practicaran rituales y liberaran a esos objetos de la intención con la que fueron creados o utilizados. "Las armas cuando están deshabilitadas siguen siendo lo que fueron según su destino, pero si se llega a transformar se crea un objeto y el concepto es completamente distinto, pero sigue teniendo la esencia y la intención, porque incluso muchas fueron disparadas", explicó.

Las 12 toneladas de metal comenzaron a tomar diversas formas, desde animales hasta niños, tras dos años de trabajo para unir cada pieza y darle un sentido. Las esculturas están integradas en tres colecciones: una muestra animales salvajes como un venado, jaguar, rinoceronte, peces y un águila que asesinan por instinto, "a diferencia de los humanos que matamos por placer". Otra serie consiste en la figura de tres niños que sostienen en sus manos armas "tan poderosas como un pincel o un libro". La más especial fue la serie de las huellas dactilares en gran formato que plasma casos particulares de asesinatos. - M. Glez-Márquez