la televisión es un medio que fagocita a sus personajes y los convierte en muñecos de repetición, acentuando con el paso del tiempo las características mediáticas de presentadores, colaboradores y demás tropa del ejercicio televisivo. Por ejemplo, Alberto Chicote se ha convertido con el paso de los programas en un cascarrabias geniudo capaz de asaltar la más cutre de las cocinas a denunciar. Sus actuaciones obedecen a un patrón estereotipado y acartonado que ha sabido cambiar de estilo con el nuevo programa de La Sexta, Auténticos, programa que nos ha contado la historia de dos jóvenes con distinto grado de discapacidad que se enfrentan al reto de hacer realidad el sueño de sus vidas, convertirse en trabajadora de un zoo y pasar a las cocinas de un gran del arte culinario, Dani García. Alberto Chicote con suma habilidad nos va introduciendo en el sueño mágico de dos seres que llegan al corazón y las lágrimas de los telespectadores. Enfrentados a una prueba, cada uno por su lado, van ganando el corazón de Chicote y la audiencia. Emociones fuertes, lágrimas abundantes, empatía a tope en este juego de realidad humana con tratamiento respetuoso y periodístico, sin explotar las pasiones, ni abusar de las especiales situaciones de vida de los protagonistas que nos ganan el corazón. Alejandro y Eli son los chavales enfrentados a un sueño, el sueño de su vida que el cocinero gruñón es capaz de ayudarles a hacer televisiva realidad, sin abusar de la debilidad, sin manipular las tomas del día a día de este par de soñadores que ya forman parte de la galería de personas convertidas en personajes por la docta mano del cocinero convertido en colega de sueños, antes flagelador de cocinas inmundas, poco higiénicas y asquerosas. Afortunado cambio de registro de un profesional que abandona la cocina y se pasa a los platós.
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