desconozco quien fue el iluminado teórico que forjó la idea de que los periódicos son el cuatro poder, más allá del ejecutivo, judicial y legislativo que conforman los tres poderes clásicos de la organización política moderna.
Del poder de los medios de comunicación actuales versa la última película de Clint Eastwood, o dicho de otra manera más clara y certera, del poder destructivo de los medios en nuestra sociedad, capaces de encumbrar a un ciudadano anónimo a la categoría de héroe para destrozarlo días después y convertirlo en espantapájaros despreciable y aborrecible, todo ello en un proceso donde el poder de la administración y los periodistas, en una conjunción peligrosa, destructiva y machacadora de honras, vidas y privacidades.
La conspiración entre periodista ansiosa de primicias y exclusivas, que arranca a la fuente el secreto de una investigación terrorista que le conducirá primero a elevar al personaje a la categoría de gran héroe nacional, para destrozarlo posteriormente y así, terminar reconociendo la reivindicación de la honradez del muñeco agitado por los dos grandes poderes de la actual sociedad: los del estado y el de los medios, auténtico peligro en nuestra aldea global, que pastorean y explotan periodísticamente instituciones de tal calaña.
Ambición profesional, desconocimiento de los límites del ejercicio profesional, dinámica diabólica y acelerada de los medios actuales son algunos de los factores que enmarcan casos como el citado de Eastwood, que descubren el perverso tratamiento de unos personajes en una historia plagada de situaciones de riesgo para la integridad de los derechos humanos elementales, pervertidos por la necesidad de informar en una sociedad voraz y agresiva con la privacidad de quienes caen entre sus garras destructoras. El cuatro poder y Leviatán forman una pareja capaz de triturar la vida de pequeños personajes en el mundo de la información contemporánea.