Vitoria - Para romper los mitos sobre la conquista de Navarra, el historiador Peio Monteano publica Las victorias de los vencidos. La resistencia navarra a la conquista española (1512-1527), a la venta desde mañana con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.

¿Por qué nunca se ha prestado mucha atención a la conquista de Nafarroa en los manuales de Historia de España?

-Es un tema periférico para la historia oficial española, que se ha basado en la historia castellana. Y también creo que es un tema incómodo porque entonces se tendría que explicar que grandes gestas en las que se basa el nacionalismo español se hicieron cuando Navarra no era parte de España, como puede ser la conquista de América, las guerras del Norte de África o las italianas.

¿Cree que, a día de hoy, se mantiene la idea de que este capítulo en la historia de Nafarroa fue un proceso pacífico, voluntario y prácticamente inevitable?

-Para quien lo haya leído en los manuales de Historia de España sí, porque se ha intentado, con una finalidad claramente ideológica, ocultar el tema de una conquista militar. Se habla de anexión, de incorporación, de adhesión... No se habla de fases militares en ningún momento.

El libro resuelve diversos mitos, como el de que en la guerra de Nafarroa apenas hubo navarros, cuando sí los hubo, y muchos.

-Es una paradoja porque, por ejemplo, en el relato del cronista Correa los navarros están prácticamente ausentes. Y en los libros de Historia aparece Navarra como un ring donde se pelean españoles y franceses. Pero en realidad sí que hubo navarros en esos conflictos y, en los dos bandos, que es un hecho que no hay que ocultar porque Navarra no tuvo una postura unánime respecto a la conquista.

También se muestra cómo en ocasiones de la historia se ha hecho un mito, como en lo sucedido en el castillo de Tiebas o en otros castillos, que tampoco tuvieron un papel militar relevante.

-La mayoría de castillos navarros fueron irrelevantes porque estaban anticuados para las nuevas formas de hacer la guerra. El de Tiebas puede ser un ejemplo. Los únicos castillos que tuvieron cierto protagonismo en la conquista, por su valor estratégico o por una remodelación durante la ocupación española, fueron el de Amaiur, el de Burgui o el de Iruñea.

¿Por qué hablar del ejército español y su papel en la conquista parece ser un tabú aún hoy en día?

-Uno de los usos que ha tenido la Historia ha sido el de crear una identidad nacional. Entonces, dentro de esta interpretación de que hay un determinismo histórico, todo estaba encauzado a que surgiera la nación española. Así, al menos, es como se han redactado la mayoría de los manuales de Historia.

Damos un salto en el tiempo de un lustro entero para hablar del levantamiento de Iruñea. ¿Qué acontecimientos nos descubre este trabajo respecto a lo que ya se sabía?

-Iruñea era la única gran población navarra de sensibilidad beamontesa mayoritaria, era la gran beneficiada, entre comillas, de la conquista gracias a esa entrega pactada con el Duque de Alba. Pero descubrimos un dato que no sabíamos hasta ahora, y es que siempre se había hablado de que la ciudad había abierto sus puertas a Lesparré, pero en realidad había habido previamente un levantamiento al que no fue ajena parte de la élite pamplonesa beamontesa. Es decir, el gran núcleo beamontés decidió entregarse al ejército, que aún era francés, a cambio de unas condiciones que se parecen mucho a un juramento en las Cortes. Lo que venían a decir era que aceptaban al rey pero con ciertas condiciones. Efectivamente, Lesparré no entró por la fuerza en Iruñea, esta se levantó, expulsó a la guarnición española y puso condiciones a abrir las puertas a Lesparré que, al final, con la negociación, entró en Iruñea. Es muy interesante ver cómo hay partes del Reino que, en realidad, son liberadas por tropas autóctonas, por una segunda generación de la nobleza legitimista.