Genialidad es un término recurrente y, por tanto, desprestigiado por la banalización que se hace de su uso. A pesar de ello, nos atrevemos a decir que London calling (Sony Music), el disco más influyente de The Clash, es una de las obras maestras de la música popular, un álbum que sobrevoló la etiqueta del punk y abrazó múltiples estilos, además de vender millones de copias a pesar de la filosofía izquierdista e internacionalista de la banda británica. Londres sigue emitiendo en su 40º aniversario ante la llegada de la derecha.

Esta semana se han cumplido cuatro décadas de la publicación de London calling, cuyo título remitía a los boletines informativos radiofónicos de la Segunda Guerra Mundial. The Clash sigue emitiendo y de plena actualidad. Los 40 años de este celebrado disco, que se publicó en Navidad y a un precio reducido a pesar de ser doble y ofrecer 19 canciones, se están celebrando con una reedición en formatos compacto, vinilo y cassette, y con una exposición gratuita en la capital londinense.

El Museo de Londres agrupa objetos y la propia música del grupo con el objetivo de "mostrar cómo la capital influyó en la actividad de The Clash". El visitante podrá admirar la máquina de escribir de Joe Strummer, su líder, cantante e ideólogo, donde escribió algunos de sus clásicos, o las baquetas de Topper Headon, el batería que fue expulsado por sus problemas con las drogas, pasando por textos manuscritos del guitarrista y productor Mick Jones, sin olvidar el bajo de Paul Simonon, a quien vimos en Kobetamendi el verano pasado con The Good, the Bad & the Queen.

Dylan cantaba "los tiempos están cambiando" antes de ver derrumbado su sueño utópico. La situación política británica no ha cambiado demasiado desde la edición de London calling, que coincidió con el triunfo de la conservadora Margaret Thatcher. La Dama de Hierro acabó uniendo a toda la izquierda (músicos incluidos, con Billy Bragg a la cabeza) y los sindicatos en cruentas huelgas tras sus recortes sociales y privatizaciones. Ahora, otro conservador, Boris Johnson, acaba de arrasar en las urnas con el pretexto del brexit.

Seguramente Strummer, izquierdista internacionalista convencido aunque nacido en una familia de diplomáticos con pasta, seguramente habría votado al laborista Corbyn por su defensa de las inversiones en infraestructuras y en políticas sociales, de vivienda, medio ambiente y educación, y su oposición a la energía nuclear, si un fallo cardiaco no hubiera acabado con su vida en 2002.

Sobre las cenizas punk Como hizo John Lydon (Rotten) con PIL tras la disolución de Sex Pistols, The Clash decidieron no quemarse con las cenizas del punk y lo expandieron hasta límites inconcebibles, abrazando incluso estilos de la música negra de USA, apenas dos años después de grabar canciones críticas con el país, como I'm so bored with the USA. London calling fue su tercer disco, tras su primer zarpazo homónimo, y un segundo, Give 'em enough rope, álbum de sonido más convencional.

London calling se introdujo con su icónica portada, obra de Pennie Smith y con guiño al debut de Elvis, en la que reflejaba a Simonon golpeando su bajo contra el escenario. Su contenido destacó por su valentía. El grupo más político del punk y defensor del activismo insurgente en lugar del nihilismo de Sex Pistols, creó su obra maestra cuando ellos y el movimiento de las crestas y el escupitajo tocaban fondo. Quizás por eso confiaron en Guy Steven como productor, otro "loco" en horas bajas tras trabajar con Free y Mott The Hoople.

El grupo grabó una antología enriquecida por múltiples estilos, del rockabilly al blues, el funk, el reggae, el dub, el pop, el ska y el jazz. ¿No era el punk un ejercicio de libertad absoluta? Lo confirman el apocalíptico London calling, marcado por las lecturas de Orwell; el festivo Jimmy Jazz; el político The Guns of Brixton; el fogoso Death or glory; el casi pop Train in vain; el festivo y jamaicano Revolution rock; el aura bailable de Lost in the supermarket; el pastiche de Spanish bombs...

Y lo hizo con una música gloriosa que no renunció a su filosofía política, llenando los surcos de perdedores callejeros; rude boys jamaicanos asentados en Londres; avisos sobre la deriva nuclear; denuncias de la represión ("cuando pateen tu puerta, ¿cómo vas a salir, con tus manos sobre la cabeza o en el gatillo de tu arma?"); o la resistencia ante el sistema, con guiños a las Brigadas Internacionalistas y a Lorca, sin olvidar los movimientos populares latinoamericanos.