Hoy en día hablar de los museos Guggenheim es referirse a una de las instituciones museísticas más prestigiosas del planeta. Con sedes en Nueva York, Bilbao y Venecia y próximamente en Abu Dabi, donde se encuentra en construcción, la marca Guggenheim reina en el panorama cultural mundial. En Bilbao, el efecto Guggenheim ha ido más allá y se ha convertido en modelo de estudio internacional de planificación urbana que busca mejorar la posición económica y social de ciudades mediante la construcción de proyectos arquitectónicos y culturales excepcionales.

Todo comenzó en 1937 cuando el empresario y coleccionista de arte estadounidense Solomon R. Guggenheim creó una fundación “para impulsar el arte del mañana”. Su padre, Meyer Guggenheim, un judío de origen suizo que emigró a Estados Unidos, amasó una gran fortuna en la minería de cobre y plata. Solomon era uno de sus once hijos, empezó a apasionarse por el mundo del arte en la década de 1890 y a coleccionar obras de los maestros antiguos. De la mano de la baronesa Hilla Rebay comenzó a interesarse por Kandinsky y el arte abstracto. A sus 65 años, Hilla Rebay von Ehrenwiesen, consiguió arrastrarle a un mundo hasta entonces insospechado. La baronesa Rebay le convenció para que creara su propia fundación de arte.

Solomon subastó su colección de arte antiguo y dos años después de crear la fundación que lleva su nombre abrió el Museo de Pintura No Objetiva en la calle 54 Este de Manhattan, mientras acariciaba el sueño de un museo en la Quinta Avenida. El Museo Guggenheim Solomon R. fue el último gran proyecto diseñado y construido por Frank Lloyd Wright entre su inicio en 1943 y la apertura al público en 1959, pocos meses después del fallecimiento de su autor y diez años después de la muerte del propio Solomon R. Guggenheim.

visionario y rupturista El proyecto tardó más de quince años en ser ejecutado, y muchas amargas discusiones entre el arquitecto, la oficina de planeamiento de la ciudad, la fundación e incluso algunos artistas. Cuentan que algunos llegaron a mandar una carta de protesta aduciendo que las paredes del museo no serían lo suficientemente grandes para exponer sus obras. Wright les respondió: “Entonces que las corten por la mitad”.

Wright concibió el edificio como un “templo del espíritu”, un espacio en el que se facilitara una nueva forma de admirar las piezas de arte moderno de la colección. La rampa inclinada es el elemento más revolucionario y rompedor del edificio. El arquitecto rompió con la tradición museística, que consistía en una sucesión de espacios con obras expuestas según criterios cronológicos o temáticos.

El edificio está hecho de acero y hormigón y a lo largo de los 431 metros que mide el paseo de la rampa que va desde la planta baja hasta la cúpula uno puede encontrarse con obras de artistas como Pollock, Monet, Picasso o Renoir así como con exposiciones temporales que desde siempre han atraído a multitudes de todo el mundo. Con el tiempo el edificio ha sufrido varias reformas, orientadas en su mayoría a ampliar el espacio aunque sin cambiar de forma evidente su forma exterior.

El mes pasado la Unesco declaró Patrimonio Mundial ocho obras de Frank Lloyd Wright, entre ellas el helicoidal Guggenheim neoyorquino.

colección Con el paso de los años, la Fundación Solomon R. Guggenheim ha ido enriqueciendo su colección a través de las diversas adquisiciones y con el aporte realizado por conocidas fundaciones y por particulares e importantes coleccionistas. Así, por ejemplo en 1976, Justin K. Thannhauser, uno de los grandes coleccionistas de la era moderna, llevó al museo obras de Toulouse Lautrec, Cézanne, Monet, Picasso, Chagall, Kandinsky, Van Gogh y otros artistas. El legado, que aumentó con obras donadas por su viuda Hilde Thannhauser, está instalado de forma permanente en las galerías ampliadas de la restaurada rotonda que lleva el nombre de los Thannhauser.

En 1990, el museo adquirió la colección Panza di Biumo, más de 350 obras de arte minimalista y conceptualista americano de los años 60 y 70. En la actualidad, la colección permanente de la Fundación Solomon R. Guggenheim incluye más de 7.000 obras, que recorren la historia del arte europeo y norteamericano de los últimos cien años a través de una serie de piezas únicas e imprescindibles.

El acuerdo alcanzado con el museo bilbaíno ha permitido que desde su inauguración, el 18 de octubre de 1997, parte de la inmensa colección de obras de arte de la fundación neoyorquina puedan contemplarse en la capital del territorio histórico de Bizkaia.