Vitoria - Junto a Toño Miguel (contrabajo), Shayan Fathi (batería) y Daniel García Diego (piano), la flautista María Toro acude este domingo a las 19.00 horas para ofrecer su primera actuación en la capital alavesa. “Me han hablado muy bien del Dazz, la verdad”, sonríe la intérprete y compositora, que en 2017 publicó su último disco, Araras.

Primera visita y en un espacio en el que el público está muy cercano. ¿Qué aportan estos escenarios más acogedores?

-Que la gente pueda ver tus gestos y sentir tus emociones muy pegadas. Ahí no hay escudos ni nada detrás de lo que esconderse ni nada a lo que agarrarse.

Supongo que el repertorio vendrá marcado por su último disco...

-Sí, Araras, que lo grabé en Brasil pero también tendremos alguna sorpresa que prefiero guardarme (risas).

Por cierto, ¿qué buscaba al ir allí a grabar, qué ha sumado a su sonido el hecho de trabajar en Brasil?

-En Brasil caí por circunstancias ajenas a la música. Cuando me mudé no era consciente del todo de que me estaba marchando a uno de los puntos de referencia mundial de la música. Me dio muchos colores a mi estilo. Yo venía del flamenco y del jazz, había estado viviendo bastantes años en Nueva York y llegar allí fue encontrarme con un mundo muy diferente, con otras texturas y armonías que me dejaron huella.

¿Pero hay que mantener siempre una base propia a la que ir añadiendo influencias o es mejor dejarse llevar en cada momento?

-Sabes lo que pasa, que la vida no tiene base propia. Quiero decir, que nunca pensé: venga, ahora voy a Nueva York y aprendo esto o ahora marcho a Brasil y que me enseñen esto otro. La música y la vida me han ido llevando y en cada sitio en el que he estado he sacado partido musical. La música no deja de ser un reflejo de tus experiencias y como he tenido muchas, todas ellas están plasmadas en lo que hago.

No es habitual ver a una flauta travesera como líder de un grupo. ¿Le cuesta llegar a programadores, festivales...?

-Claro que sí. No es una cuestión de machismo, de ser yo mujer, sino que el prejuicio es con el instrumento en sí. Está encasillado. Se le reconoce en el folk, en el clásico, también en la música popular de algunos países como Brasil. Pero no en el flamenco. Sí, está Jorge Pardo, que fue quien abrió todos los caminos. Pero Jorge Pardo es, primero, Jorge Pardo, y segundo, toca también el saxo. No es mi caso. Así que me he encontrado con programadores que me preguntaban: ¿pero me vas a vender un bolo entero solo con una flauta? ¿no cantas? ¿no tocas el saxo? Pues no (risas).

Es un instrumento bastante más complicado de lo que algunos se creen.

-Bueno, todos son difíciles. Tocar un instrumento bien es muy complicado. Requiere toda una vida de dedicación y renovación. La música es una carrera de fondo en la que siempre hay que estar activo.

Su último disco salió hace un par de años. ¿Planes de volver al estudio o...?

-El actual álbum todavía debe tener su recorrido. Hay que amortizarlo (risas). Pero ya estoy preparando todo para entrar a grabar uno nuevo en el primer semestre de 2020.