Vitoria - Es la Royal Shakespeare Company una entidad referencial para la escena dentro y fuera del Reino Unido. Más allá de su espectacular sede principal (el Shakespeare Memorial Theatre), el grupo creado en 1961 por Peter Hall no ha parado nunca de girar por diferentes partes del mundo, representando tanto las obras del dramaturgo de Stratford-upon-Avon como de otros autores, haciéndose un nombre que es sinónimo inmediato de calidad y saber hacer. Hoy, la cuadragésimo cuarta edición del Festival Internacional de Teatro de Gasteiz y la compañía cruzan sus caminos y lo hacen para que el público pueda ver Measure for Measure, que como es evidente se podrá seguir en inglés pero también, gracias al habitual sistema de sobretítulos, en castellano.
Como suele ser habitual, la cita se producirá en el Principal a partir de las 20.30 horas, quedando todavía entradas disponibles a la venta por 24, 18 y 12 euros. Allí estará esperando un amplio reparto para dar vida a una versión actualizada de una de las obras de Shakespeare que, aunque parezca mentira, menos se ha visto en la capital alavesa. En este caso, la compañía traslada la acción a la Viena de principios de siglo, a una ciudad que, en 1913, estaba a las puertas, como el resto de Europa, de la Primera Guerra Mundial. Aunque en clave de comedia -aunque esto ha sido discutido en no pocas ocasiones-, el texto, ya sea en su forma original o en la adaptación actual, habla de lo mismo de esos males en los que parece la sociedad quiere recaer de manera permanente. “El abuso de poder es un mal eterno del ser humano”, recuerdan las actrices Clarie Price y Sophie Khan Levy, quienes reseñan que cualquier espectador hoy puede sentirse identificado con la producción desde temáticas tan actuales como el brexit y el movimiento #MeToo.
Esas dos cuestiones, el poder y la lucha de las mujeres, planean de manera preferente en una historia que pivota sobre dos historias esenciales y entrelazadas: la de un duque que designa a un delegado para observar, desde el anonimato, cómo se gobierna su región; la de una mujer que ve cómo su amado es condenado a muerte por una ley inventada por ese sustituto precisamente para quitarle de en medio.
A buen seguro, buena parte de los presentes en el Principal se servirán de la traducción simultánea para poder seguir el montaje, algo que a la compañía no le preocupa en absoluto. Primero porque “Shakespeare en inglés es difícil para los ingleses”. Segundo, porque para los intérpretes sólo es cuestión de acostumbrarse un poco a determinados momentos: “sí percibes que llegas a alguna frase que debería generar risas y que no llegan al instante, que tienes que esperar tres segundos, que es lo que le cuesta al espectador leer la pantalla, para ver que efectivamente la gente se ríe”. Más allá de eso, “tanto con este montaje como cualquier otro en el idioma que sea, lo importante no es tanto la literalidad, sino la transmisión de emociones”.
Así que no hay excusas para no encontrarse hoy con un grupo cuyo prestigio y calidad es más que evidente, una compañía que tiene claro que, más allá de cómo y cuándo se certifique el brexit, seguirá girando sin problema por los países de la Unión Europea como hace por el resto del mundo. “Tal vez nos encontremos con algo más de burocracia, pero nada más”, apunta desde la entidad inglesa.