donostia - Cuando el director del Zinemaldia, José Luis Rebordinos, anunció que la 67ª edición iba a estar cargada de sorpresas, nadie se imaginó lo que ocurrió ayer en el Kursaal. Tal y como afirmó Edurne Ormazabal, la presentadora de la gala que ayer tuvo como objeto entregar el último Premio Donostia a Penélope Cruz, el Festival ha marcado un momento para su historia. Después de larga ovación a la intérprete cuando esta salió al escenario, Rebordinos anunció a la actriz que no sería él quien le quien le iba a hacer entrega del galardón honorífico a toda su carrera.
Ante un sorprendidísimo auditorio que aplaudió sin cesar, Bono bajó por las escaleras del patio de butacas y subió al escenario para abrazar a Cruz, que no daba crédito y se contenía las lágrimas. El cantante, amigo íntimo de la actriz, alabó su “fascinante” trayectoria, tanto en la pantalla como fuera de ella. Bono dijo sentirse orgulloso de pertenecer a la “familia” ampliada de la madrileña que, “profundamente emocionada”, confesó sentirse en “shock”. “Te quiero”, le dijo al irlandés, antes de recomponerse e iniciar el discurso, que resumió algunas de las cuestiones que ya puso sobre la mesa en la rueda de prensa que tuvo lugar ayer por la mañana.
Cruz se reconoció como “una gran soñadora” que a los 45 años -es la mujer más joven en recibir este galardón- ha logrado dos de los más grandes que, desde pequeña, siempre quiso cumplir, “ser madre” y dedicarse a la interpretación.
Por último, saliéndose de lo cinematográfico, quiso terminar su discurso haciendo referencia a la violencia de género, por la que este año ya han fallecido 44 mujeres, 1.000 desde 2003. En este sentido, solicitó que sean escuchadas desde un inicio, “no cuando ya es demasiado tarde”.
los inicios Tras la ceremonia de entrega del Premio Donostia, se proyectó en el Kursaal la película La red avispa, de Olivier Assayas y protagonizada por Cruz. La rueda de prensa para presentarla, que tuvo lugar por la mañana, sirvió también para que la actriz de Alcobendas hiciese retrospectiva de su carrera en la que destacó a aquellos que más han aportado.
Por supuesto se refirió al fallecido Bigas Luna, que tanto a ella como a Bardem les ofreció su primer trabajo en el cine, Jamón, jamón (1992), año en el que también protagonizó Belle Époque, de Fernando Trueba. “Me abrieron muchísimas puertas”, reconoció, antes de citar a otro de los pilares de su carrera, Pedro Almodóvar, a quien le une algo “muy especial” y que les permite a ambos hasta leerse la mente durante los rodajes.
Diecisiete años de ballet clásico le impusieron un modo de hacer “militar”, muy apropiado para todas las exigencias aparejadas a una carrera en el sector cinematográfico. “He crecido en el cine”, reconoció. Ese crecimiento en el séptimo arte, que se inició en la adolescencia cuando ni siquiera era mayor de edad, ha permitido a Cruz aprender sobre “el complejo comportamiento del ser humano”, un proceso que le permitió conocerse a sí misma, “mirar más adentro”.
La intérprete ganadora de un Óscar y un Bafta por su papel en Vicky Cristina Barcelona, de Woody Allen, quiso volver a sus inicios con Bigas Luna y confesó que al terminar el rodaje de Jamón, Jamón se hundió, pues no sabía si tras aquel primer trabajo iba a tener una trayectoria prospera, pese a que el catalán le aseguraba una trayectoria próspera. “No sabía si podría creer a Bigas Luna”, se sincero, para explicar que en su familia nunca hubo un referente artístico, por lo que cuando trasladó a sus progenitores su deseo de ser actriz “fue como decirles que quería ser astronauta”. Aunque nunca le pusieron ningún impedimento, siempre le recomendaron que tuviesen una alternativa: “Agradecí que nunca se riesen de mí”.
Desde aquel entonces y hasta ahora, tiene acreditadas casi un centenar de interpretaciones en cuatro idiomas, así como premios tanto a nivel del Estado, como prestigiosos galardones internacionales. Entre medias, se convirtió en una estrella de Hollywood, lugar del que siempre ha tenido “un billete de vuelta”. En este camino ha podido trabajar con directores, además de los citados, como Ridley Scott, Asghar Farhadi e Stephen Frears, además de haber ganado un premio de la interpretación en Cannes y el César Honorífico a toda su carrera.
de las más jóvenes Con 45 años de edad y tres décadas en el mundo de la interpretación, Penélope Cruz es una de las actrices más jóvenes en recoger el Premio Donostia. Divertida, la intérprete contó que cuando el director del Zinemaldia, José Luis Rebordinos, le anunció que sería reconocida con el galardón honorífico, respondió que quizá “era mejor esperar unos años más”. “Como soy como un personaje de Almodóvar empecé a pensar que me iba a pasar algo malo”, bromeó la actriz, que continuó diciendo que le encantaría participar todos los años en el Zinemaldia, al que tiene “un cariño especial”. “Siempre que vengo lo he disfrutado muchísimo”, confirmó.