la musa blanca. Joan Miró ya era un pintor consagrado y de prestigio universal, casi cincuentón, cuando retornó a España desde la Francia ocupada por el ejército nazi, momento en el que decidió que la pintura “era un arte en decadencia” y se dedicó a la escultura, disciplina en la que figuró como un artista “más radical y desafiante”. “Ha sido uno de los escultores más importantes del siglo XX, a la altura de Henry Moore, de una gran fuerza, riesgo y autenticidad”, ha resumido la historiadora María Bolaños, directora del Museo Nacional de Escultura, que desde este jueves acoge en Valladolid La musa blanca, una exposición de modelados de Joan Miró (1893-1983). Foto: Efe
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