Vitoria - La exposición fotográfica Matrimonio infantil, de explícito y sencillo nombre, toca este domingo a su fin tras dos semanas en las que ha atraído la atención de los gasteiztarras que pasaban junto al Palacio Europa, donde las fotografías de Pedro Armestre han mostrado la dura realidad a la que se enfrentan niñas en países como Sierra Leona, obligadas a casarse en un marco sustentado en las violaciones, el miedo y la angustia. En ese país, una de cada tres niñas es obligada a casarse.
Aprovechando su visita a la capital alavesa para impartir una conferencia sobre el derecho humano al agua dentro de las jornadas Periodismo a pie de calle, el fotoperiodista gallego realizó ayer una visita guiada a su muestra durante la mañana.
“No quería enrevesar excesivamente el título de la exposición, con Matrimonio infantil era suficiente”, apunta sobre unas fotografías en las que traslada “las miradas de niñas que han perdido el brillo y se sienten atrapadas en una sociedad en la que el matrimonio infantil esta prohibido por ley pero que, en las zonas rurales, se sigue llevando a cabo”. Armestre, que estuvo acompañado por la primera teniente de alcalde, Maider Etxebarria, y la concejala de Cultura, Estíbaliz Canto, pasó meses en Sierra Leona realizando este trabajo para Save the children, organización que “está acompañándolas para conseguir erradicar este problema y cambiar la vida de estas niñas”.
“Para mucha gente del mundo desarrollado puede parecer un tema muy lejano a nuestro día a día, pero esos son los temas que me interesa destacar, los que son olvidados y vamos arrinconando en nuestra mente”, sostiene el premiado fotógrafo.
Su última visita a Sierra Leona para confeccionar este trabajo no ha sido la única, pues Armestre ha viajado hasta el país africano hasta en dos ocasiones para fotografiar la misma problemática. “En esta ocasión hemos aprovechado el viaje para estudiar la posibilidad de construir treinta escuelas nuevas. La educación es el factor que va a conseguir, según estiman las organizaciones, minimizar el impacto del matrimonio infantil. Educando desde la infancia se puede lograr que algo que quizás pueda desaparecer en cincuenta años podamos rebajarlo a un par de generaciones”, estima.
La experiencia de acercarse a estas niñas para conocer y fotografiar su día a día supuso un duro golpe incluso para un fotoperiodista como Armestre, acostumbrado a retratar todo tipo de injusticias sociales y medioambientales en medio mundo. “Trabajo para organizaciones humanitarias desde hace años y nunca te acabas acostumbrando a este tipo de situaciones. Suelen dejar bastante mella en uno, tienes que hacer un proceso para poder vivir a caballo entre dos sociedades, dos mundos distintos. El año pasado estuve siete meses fuera de mi casa, de este mundo desarrollado. No es fácil, pero yo estuve siete meses, estuve de paso. Ellas van a estar toda la vida”, recalca Pedro Armestre.
Por su parte, Etxebarria aplaudió el trabajo del fotógrafo, que demuestra con sus imágenes “lo difícil que resulta sonreír a la cámara cuando te han robado la infancia”, mientras Canto recordó que en Sierra Leona “muchas niñas viven como esclavas. Son entregadas a hombres, son sometidas, sufren partos durísimos, se sienten solas y viven una auténtica pesadilla”.