La nonagenaria Dorothy y sus amigos el espantapájaros, el hombre de hojalata y el león cobarde siguen sumando adeptos ocho décadas después de inundar de color por primera vez las pantallas de cine de Estados Unidos con el El mago de Oz. El filme, estrenado el 25 de agosto de 1939, es aún hoy el musical más visto en la historia del cine. ¿Su secreto? Su eterna juventud. Es una película que no pasa de moda y que se transmite de generación en generación, como las abuelas han ido transmitiendo los cuentos. Y es que El mago de Oz es eso, un cuento de película.
“La cinta casi desde el principio tenía visos de ser un fenómeno, principalmente porque apelaba a muchos de los valores americanos como la posibilidad de explorar nuevos mundos o el valor de la familia”, explica a Efe Víctor Matellano, realizador y miembro de la Academia de Cine. Basada en la novela de L.Frank Baum, la adaptación cinematográfica estuvo dirigida por Victor Flemming (Lo que el viento se llevó) en su mayor parte, pero tuvo otros tres directores -King Vidor, Mervyn LeRoy y Richard Thorpe-, por la complejidad del rodaje, y llegó a contar con 16 guionistas.
El mago de Oz relata la historia de Dorothy -una joven Judy Garland- y su perro Toto, quienes son alejados de Kansas por un tornado hasta el mundo fantástico de Oz, “más allá del arcoíris”, donde hay brujas buenas y malas. Para salir de allí, cuentan con la ayuda de un hombre de hojalata (Jack Haley), un león cobarde (Bert Lahr) y un espantapájaros (Ray Bolger).
Aunque la película es de 1939, no llegaría a España hasta 1945 -el 1 de marzo se estrenó en el cine Coliseum de la Gran Vía madrileña- debido a la Guerra Civil, así como por el retraso del doblaje.
A pesar de la fuerte voluntad que tenía la Metro Goldwyn Mayer por hacerle frente a Disney, que había estrenado un año antes Blancanieves, la película no tuvo el éxito esperado ese año; resurgió en 1956, cuando el canal de televisión CBS compró los derechos. “Hubo una época en la que había tres grandes momentos importantes en la vida de los niños de Norteamérica: uno, el día de su cumpleaños; otro, la noche de Santa Claus, y el tercero, la noche del pase anual de El mago de Oz. Y ahí se produce el gran éxito”, cuenta Matellano.
A partir de ese momento la película se convierte en la más influyente de la historia del cine. Alicia en el país de las maravillas o El señor de los anillos le deben mucho a esta cinta, incluso Star Wars hace referencia. “Toda la búsqueda y el salvamento de la princesa Leia está montado muy parecido al rescate de Dorothy en el castillo de la Bruja”, apunta el director.
Asimismo, el colectivo LGTBI+ hizo suya, en los años 60, la película de Fleming, convirtiéndola en uno de los símbolos de su lucha. El escritor Alejandro Melero recuerda en la obra colectiva El Mago de Oz. El libro del 80 aniversario que “el león cobarde guarda bastante relación con la preocupación de muchos homosexuales que no aceptan sus deseos por miedo a ser descubiertos, y que la Ciudad de Esmeralda representa un refugio, el sitio seguro anhelan tantos gays”. Así, la canción original Over the rainbow (ganadora del Oscar) se convirtió en himno del colectivo. “Habla de escapar de un lugar opresor para encontrar un mundo de fantasía y reconciliarse con el hogar. Es fácil entender que ese mensaje calara”, apunta Melero. Además, hicieron de la joven Judy Garland toda una diva gay. “Dorothy es una chica de pueblo que no encaja en su mundo. Su familia la quiere pero ella sabe que es la rarita, la que siempre está de más -señala el escritor-. Esa idea ha sido muy importante para generaciones de homosexuales que han peleado por su libertad”.
La noche después del funeral de Garland en Nueva York, hace ahora 50 años, se desencadenaron los disturbios que darían lugar a la revuelta de Stonewall. Somewhere over the rainbow inspiró, cinco décadas después, la bandera arcoíris como símbolo del colectivo LGTBI+.
Todo esto y más no hace más que afirmar la fama de una película que no envejece y que se ha convertido en un objeto de culto, por lo que la pequeña Dorothy seguirá recorriendo el camino de baldosas amarillas muchos años más.