Tel Aviv - El Mosad, un resort playero de moda en Sudán y miles de refugiados judíos etíopes cruzando el desierto a pie inspiraron el último estreno de Netflix, Rescate en el Mar Rojo, una historia verídica que sus protagonistas describen a Efe. La película, que cuenta con actores como Chris Evans, Michael K. Williams y Ben Kingsley, se centra en la épica labor de un grupo de agentes del servicio de inteligencia israelí a principios de los años ochenta para sacar a miles de judíos etíopes inmersos en una guerra civil en su país y llevarlos a Israel.
Los agentes, que sacaron a los judíos por mar y por aire a través de Sudán, utilizaron un hotel en la playa en Puerto Sudán como tapadera durante el tiempo que llevó la operación, ordenada por el entonces primer ministro Menajem Beguin tras el reconocimiento por parte de Israel de los judíos de Etiopía como tales. “Fue una operación a lo James Bond, pero sionista”, apunta a Efe Gad Shimrón, exagente del Mosad y miembro del equipo que montó el hotel y rescató a los judíos.
Shimrón, uno de los primeros en contar la historia del rescate a través de su libro Mossad Exodus, fue arrestado durante su estancia en Sudán y estuvo presente en el incidente retratado en la película en el que las fuerzas sudanesas dispararon a los agentes tomándolos por traficantes. “No hubo ni una sola regla del manual del Mosad que no rompiésemos en la operación, en cuanto a los riesgos, la tapadera, el modus operandi y los niveles de improvisación”, remarca; aunque enfatiza que si la misma tarea se le hubiese asignado a la mejor unidad del Mosad, habrían tardado seis meses en planificarla, gastado millones de dólares en ejecutarla y acabado salvando a 20 judíos, mientras que su equipo sacó casi a 6.000.
ganancias Entre lo más anecdótico, recuerda la confusión de los contables del Mosad cuando ellos les entregaron, en lugar de gastos, las significativas ganancias producidas por el hotel, que se convirtió en un éxito entre los turistas de la región por las fiestas, el alcohol y las actividades recreativas que organizaban, como buceo y windsurf.
Más allá de la increíble historia protagonizada por la agencia de inteligencia exterior israelí y en la que se centra el filme, los otros protagonistas de esta hazaña son los judíos etíopes, que Shimrón señala como “los verdaderos héroes de la operación” y que cruzaron 700 kilómetros desde sus aldeas hasta Sudán, organizados por Farede Aklum, en quien se basó el personaje de Williams en la película. “El viaje fue muy duro, fueron dos meses y en el camino hubo muchas dificultades, como falta de comida y agua, gente enferma sin poder acceder a un doctor o un hospital, por lo que muchos murieron”, cuenta en Beer Sheva Naftali Aklum, hermano de Farede, que tenía solo un año cuando llegó junto a su familia a Israel. A pesar de que siente que la historia de su comunidad no está del todo reflejada en la película, Naftali reconoce que al fin y al cabo es positiva porque “puede generar conciencia sobre la historia de los judíos etíopes e incentivar a la gente a querer aprender e investigar sobre el tema”.
A casi 40 años del rescate, conocido como Operación Hermanos, los judíos etíopes radicados en Israel y sus descendientes aún no están del todo integrados en la sociedad y recientemente han protagonizado protestas por lo que consideran violencia policial contra su comunidad, que dejaron múltiples policías heridos y manifestantes arrestados. Aunque Farede falleció hace 10 años, Naftali señala que si hubiese presenciado las protestas “se habría preguntado por qué los trajo y pensado que tal vez hubiese sido mejor quedarse en Etiopía”.
El Gobierno israelí hizo esfuerzos increíbles para traer a los judíos etíopes”, remarca Shimrón, pero reconoce que “se cometieron muchísimos errores en su integración en la sociedad”. Una de las razones de ser de Israel es que sea un refugio para todos los judíos, y los judíos etíopes son judíos, aunque haya sectores racistas de la sociedad que no estén de acuerdo”, reflexiona.