Vitoria - Como bailarina, coreógrafa y profesora, Katie Duck lleva décadas desarrollando por todo el mundo una intensa y reconocida labor en torno a la danza contemporánea en particular y la creación artística en general. En este arranque de julio ha regresado por segunda vez a la capital alavesa por invitación de danZálava para compartir sus conocimientos con quienes durante esta semana han asistido al taller Music Theatre, un encuentro que se cierra hoy y que va a tener su broche con la representación de Cage a las 20.00 horas en Artium, pieza en la que contará con la colaboración de Zuriñe Benavente e Ignacio Monterrubio. La entrada será libre hasta completar el aforo.
Regresa a la capital alavesa por segunda vez consecutiva en las mismas fechas. Supongo que será porque guarda buen recuerdo del año pasado.
-Tengo recuerdos maravillosos y ahora estoy sumando nuevos porque está siendo algo diferente. Me encanta estar en Vitoria, sobre todo por el ambiente que se genera en el taller. Está siendo un muy buen grupo, tal vez no muy grande, pero sí muy bueno. No todos son bailarines, sino que también hay actores y actrices... y además hay distintas edades, de 61 a 26 años. Para el tipo de trabajo que yo desarrollo, esta variedad es mejor. A veces, los bailarines profesionales están más condicionados por su práctica y es más complicado para mí poder trabajar. Por eso disfruto de la diversidad del grupo de Vitoria. He estado en Bilbao y en San Sebastián en varias ocasiones, conozco el País Vasco y venir a Vitoria me sirve para profundizar más en lo que es lo vasco, ahora tengo más claro dónde estoy.
Hoy se despide encontrándose con el público, ofreciendo ‘Cage’, que es una pieza que en cada lugar suele realizar con artistas locales. ¿Qué le aportan? ¿Cómo cambian el propio montaje esas presencias puntuales?
-Cage empezó siendo un solo. Poco a poco se fue construyendo la pieza y me empezaron a invitar a festivales para representarla. Yo vivo en Ámsterdam, nací en Los Ángeles y llevo en Europa desde que tenía 24 años. No me considero una ex patriota porque nunca es sido una patriota. He vivido en Italia y en Inglaterra también. Soy una nómada. Así que mi interés en las diferentes culturas es muy profundo. Llegó un momento con Cage en el que me di cuenta de que se había convertido en un producto que simplemente se programaba aquí o allí. Claro que puedo hacer la pieza diferente cada vez aunque haya elementos que siempre son comunes. Hoy, en general, el arte tiende a ser un producto. Vas a cada país y en cierta forma parece que en cada lugar tienen que traducir lo que haces. Eso me pasó con Cage y vi que algo tenía que cambiar. Por eso decidí que en cada lugar necesitaba contar con invitados de ese sitio. Pueden ser bailarines, músicos, actores... Y he establecido un proceso de ensayos en el que no se trata de integrarlos a ellos en Cage, sino que ellos creen su propio Cage. Así que escriben sus textos sobre temáticas de su lugar, de su país, y así también me hacen entender dónde estoy, cómo es el público, qué le preocupa o le define. A partir de ahí, yo tengo cuatro textos que sirven de estructura.
¿Cuáles son?
-Tratan sobre la institucionalización de todo, sobre el amor, sobre la anatomía de la vagina y sobre la muerte. En cada país ves cómo estos ejes temáticos se entienden de manera muy distinta. Pasa con el amor. Y obviamente con la idea de la vagina los posicionamientos son muy distintos (risas). La que voy a hacer en Vitoria es la vigésimo primera Cage. La he hecho en Hong Kong, Argentina -donde fue muy excitante porque además vinieron muchas mujeres de un movimiento feminista y fue antes de la votación allí sobre el aborto-, Eslovenia, Alemania, Estados Unidos, México... Lo interesante para mí no es sólo hacer la pieza y encontrarme con el público en cada ocasión, sino el conocer a los artistas de cada lugar, obtener información sobre lo que pasa en cada país. En la pieza, de hecho, hay imágenes y sonidos de donde estoy, como va a pasar en Vitoria. Creo que el arte en general tienen que pegar un cambio en ese sentido.
¿A qué se refiere?
-La gente tiene que entender lo que ve, lo que está pagando por ver. La gente ahora no tiene mucho que decir en relación al arte, la relación entre el público y el arte está siendo muy abstracta. El público ve cada obra como un producto. Me gustaría cambiar eso porque creo que el público tiene mucho más que decir sobre lo que está pasando, sobre el mismo arte... Eso y necesitamos que el acceso al arte sea más barato. Debemos parar un tanto esas producciones grandes que también implican grandes precios. El arte tiene muchas cosas que decir y debe hacerse sin necesidad de demasiado dinero.
Pero en esa reflexión que hace sobre el sistema del arte, ¿se debe exigir también algo al público, que esté a la altura del artista, que esté interesado en el trabajo, que se muestre activo...?
-La forma en la que está construido el modelo económico actual ha hecho que la relación del público con el arte sea pasiva-agresiva. El público ni siquiera se va cuando está viendo algo y no le gusta. Y debería. Y tendría que hacer: ¡buuu! Deberían sentir que es su arte también, que pueden responder. Hay artistas que se llevan todo el dinero, aunque no voy a decir nombres, que entrenan a los públicos para ver cosas estáticas. No es culpa del público, es la culpa del sistema del arte. Tampoco es la culpa de todos los artistas, sino del sistema. El arte tiene que estar en cambio constante mirando al futuro y los jóvenes artistas necesitan oportunidades, ayudas y posición. Seguimos con una relación jerárquica en la que el artista parece que tiene que estar aquí arriba y el público abajo consumiendo. Eso tiene que cambiar. Aquí volvemos a lo que te comentaba antes: es su dinero, los espectadores pagan. Tienen que sentir que hay una razón por la que ponen ese dinero. Cuando el público se involucra en el arte de verdad, la vida le cambia.
Ahora que menciona a los jóvenes, ¿qué le aconsejaría a quienes quieran hacer del arte su profesión, quienes quieran recorrer este camino nada sencillo?
-Podría empezar hablando mucho sobre el arte y los sistemas universitarios (risas). Podría ser muy crítica con lo que está pasando. Salen de las facultades, los conservatorios, las escuelas... y no hay nada para ellos, sólo esas estructuras grandes de las que hablábamos, que hacen productos grandes a precios grandes. Así que mi primer consejo es que encuentres una comunidad en la que puedas trabajar de manera gradual con otros artistas. Y busca diferentes formas de financiación, sistemas que sean muy transparentes y que consideres de un buen karma, con las que te sientas a gusto. Se puede hacer una economía colectiva en comunidad. Además, nunca fijes tu precio, fija tu potencial de hacer algo y la forma en la que estás involucrado en ello. Así que pon siempre la mente en el trabajo e invierte tu esfuerzo en él. Y sal fuera. Si no sales, nunca te van a invitar a ir. Si te quedas en casa, no vas a hacer nada.