Vitoria - Nació, todo hay que decirlo, entre la desconfianza de muchos. Ya se sabe, a veces lo nuevo no siempre es bien recibido a priori. Pero en muy poco tiempo, en aquella edición de 2017, se convirtió en un imprescindible para los restos del Azkena Rock Festival. Es el espacio Trashville, esas dos carpas circulares donde se desata la locura musical, y no sólo, hasta bien entrada la madrugada. Por tercer año consecutivo, Mendizabala ha abierto su particular zona cero, aquella donde todo puede pasar y seguro que es divertido.

Cerca, el escenario Love. También de ese círculo motero y rockero que es el Wall Death, que hoy volverá a repetir viajes imposibles que desafían a la gravedad. O de los primeros puestos gastronómicos donde ir alimentando el cuerpo además del espíritu. En plena zona verde, entre esos reclamos, se erigen estos dos pequeños espacios donde el calor se convierte rápido en sudor. Como se repetirá en esta segunda jornada, ayer a media tarde los primeros en inaugurar la programación del Trashville fueron los aguerridos luchadores mexicanos, que por segunda vez están demostrando que no todo es música en los festivales actuales, más allá de que algunos este tipo de oferta extra no les convenzan nada. Risas, saltos, exageraciones, máscaras, mucha parafernalia y alguna que otra teórica pelea en varios pases, todo ello ante un público entregado, con especial mención a los más jóvenes que cada vez más acuden, por lo menos por la tarde, al recinto.

Poco después, en la otra carpa gemela, fue la música la que se hizo fuerte con el británico Dollar Bill And His One Man Band. Tanto con él como con The Cheating Hearts o Los Duques de Monterrey, que actuaron ayer, la intención es la misma: acoger a esos solistas y bandas con propuestas más ardientes, inclasificables, primitivas, básicas, surrealistas... que en un escenario grande perderían la gracia porque es en una sala, a escasos milímetros del personal, donde cobran todo su sentido. Que se lo digan a Blind Rage & Violence, que cerraron las actuaciones del día inaugural para dejar que, hasta bien pasadas las tantas de la madrugada, los Dj y los últimos azkeneros en pie hicieran de las suyas.