the creedence clear water revival Willy and the Poor Boys

the stooges The Stooges

the ramones Rocket to Russia

the blasters The Blasters

the beatles Abbey Road

the raveonettes Pretty in black

the bellrays Have a Little Faith

thee michelle gun elephant Rodeo Tandem Beat Specter

detroit cobras Tied and true

sumision city blues El Odio, La Demacración y La Ternura Humana

Lo tiene claro: “Estoy mejor en el escenario que en el sofá, sin ninguna duda. Es lo que más me gusta. Me pone mucho”. Así lo hizo con Las Gildas y de aquella experiencia no sólo se llevó muchos recuerdos y momentos, sino también el apellido. Lo hace ahora en Moni Garage, una “familia” con la que disfrutar antes, durante y después de las actuaciones. “Puede que llegues a un ensayo cansada después de todo el día de trabajo, pero vas a cantar al local y te desahogas. La música es una terapia maravillosa, mueve el mundo y, por si fuera poco, me hace mejor persona”. Y aunque dice que no es ninguna experta -“lo que sé es por los últimos 16 años, que llevo acudiendo a muchos conciertos y porque la gente que me rodea tengo la suerte de que me enseña mucha música”-, acepta el reto de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA para, dentro de la cuenta atrás para el Azkena Rock Festival, seleccionar sus discos más significativos.

No hay límites ni condiciones a la hora de elegir, entendiendo, además, el rock en su concepto más amplio. La única condición, como siempre, es el número: tienen que ser cinco álbumes del siglo XX y otros tantos del XXI. En cuanto a los clásicos, por así decirlo, empieza con Creedence Clearwater Revival y su Willy and the Poor Boys (1969), álbum que escoge sobre todo por Fortunate Son, “una canción reivindicativa que, además, significa muchas cosas por temas personales”. De ese mismo año es The Stooges de The Stooges, que también señala, en primer lugar, por los recuerdos que le trae No Fun y porque nadie puede escapar al influjo de Iggy Pop: “¿Quién puede olvidar la primera vez que ve a Iggy? En mi caso fue en la Aste Nagusia de Bilbao en 2005”. También de ese final de la década de los 60 es Abbey Road de The Beatles, referencia que destaca “por Come Together, porque ha sido un flechazo reciente”.

De los 70 aparece el Rocket to Russia de The Ramones. “A ellos los resalto por el rock en general y por los Gramones en particular, porque se nos fue Kokillo y todavía me acuerdo del concierto de despedida en Helldorado, en el que me invitaron a tomar parte”. Y al disco lo señala “porque salió en el 77 que es el año en que nací, y por canciones como I Don’t Care”. Del 81 es The Blasters de The Blasters, del que señala Marie Marie. “Es una banda que me pone de buen humor”.

Toca cambiar de siglo y adentrarse en el actual. De la primera década son cuatro de los títulos elegidos. Pasa así con Pretty in black de The Raveonettes. “Es la banda sonora de unas vacaciones inolvidables en un cortijo en Cabo de Gata”, sonríe. También apunta a Have a Little Faith de The Bellrays. “Lisa Kekaula es una diosa. Y en este álbum hay una versión de Nino Ferrer que es una canción que me encantaría interpretar, Les Cornichons”.

No sólo por ello pero es evidente que los tres grupos restantes tienen mucho que ver con el presente musical de Iran Gilda y Moni Garage. Pasa con Thee Michelle Gun Elephant. “Es una banda muy enérgica y nos gusta mucho el estilo que hacen. Y a nivel personal, el poder cantar en japonés para mí es importante”. De ellos selecciona Rodeo Tandem Beat Specter, mientras que también pone el foco en Tied and true de The Detroit Cobras, “un grupo que es un espejo donde mirarme. En concreto he seleccionado este álbum por Leave My Kitten Alone, que hacíamos con Las Gildas”. El broche llega con El Odio, La Demacración y La Ternura Humana (2012) de Sumisión City Blues. “Les echo de menos. Creo que hemos tenido una banda extraordinaria en la ciudad”.

Entre sonidos De una forma u otra, la música siempre ha estado presente. De hecho, reconoce que en la selección de los clásicos le hubiera gustado incluir algo de Frank Sinatra “porque me recuerda a cuando iba con mi padre en el coche”. Con todo, sus primeros pasos fueron con la clásica cuando con once años llegó a Vitoria. “Pasé por Udaberria, hice solfeo, piano, coro y con 15 años ya estaba estresada, así que lo dejé todo hasta que me reconcilié al cabo de los años”. La llegada al rock “fue a través de José Luis de El Pintalabios. Iba mucho a la radio, allí conocí al Pela y surgió todo”. De hecho, a partir de las primeras colaboraciones en las noches navideñas de Helldorado se empezaron a gestar Las Gildas. “Fueron dos años muy intensos. Era algo muy fresco y natural, con mucha humildad”, apunta Irantzu, que recuerda momentos, lugares, personas..., apartado en el que merece especial mención Aitornillo.

Cerrada esa etapa, y más allá de colaboraciones puntuales, lo actual se llama Moni Garage, un proyecto compartido con Bárbara, Jabitxin y Koldo que se puso en marcha a finales de 2016. “Somos divertidos, transmitimos energía y buen rollo y no tenemos pretensiones”, comenta la cantante de una formación que tras pasar por el Mendialdea Music tiene por delante una intensa agenda estival con paradas inminentes el 7 de julio en el Jango dentro de Jazzaharrean y el 18 en el Óxido. Al final se trata de eso, de no parar de tocar y hacerlo sin haber sentido nunca “que me mirasen por encima del hombro por ser una tía subiéndose a un escenario. Tampoco a la hora de contratar, que es algo de lo que me suelo encargar por mi profesión. Por supuesto que aspiro a que haya una mayor presencia de mujeres en la música, pero no le quiero dar más importancia. Nosotras a dar guerra y a seguir”.

Eso sí, ella también vive entre sonidos cuando no está sobre las tablas. En casa todavía tiene citas guardadas, aunque “el que tiene vinilos es mi padre. Yo casi nada”. Ahora, su herramienta para no parar de oír grupos es Spotify, “más que nada porque así escucho música donde puedo”. Amante, y asidua, a los directos en sala, reconoce que la fórmula de los festivales no le termina de cuadrar aunque es fija en el Azkena. “En Vitoria tienes sitios todo el año en los que tienes la oportunidad de ver bandas estupendas con 200 personas. Claro, compartir eso luego con 30.000 pues como que no”, sonríe, al tiempo que admite que en este tipo de citas “prefiero lo que ocurre de día; cuando llega la noche, para mí pierden la magia”. Más allá del evento, Iran Gilda tiene claro que en “Vitoria hay mucha oferta de bandas y eso es genial, y hay muchos sitios para tocar y es fantástico, pero al final tienes el circuito de bares, en el que tú tienes que hacerlo todo”, más allá de que “salir de aquí para actuar es muy complicado”. Aún así, Moni Garage sigue dando pasos, también con sus fans, los moniers: “Sin ellos no somos nada”.