Barcelona - La periodista Anna María Iglesia reflexiona en su libro sobre la figura de la flâneuse, la paseante silenciada en la literatura a lo largo de los siglos por la omnipresencia de la versión masculina, el flâneur. La imagen del flâneur recorriendo las calles del París del siglo XIX se ha convertido, recuerda Iglesia, en un “icono cultural”, pero ¿y las flâneuses?, se pregunta: “Ellas también existieron, aunque fueran invisibilizadas o denostadas”.
Iglesia señaló que “su voluntad de hacerse presentes en el espacio urbano y reclamar una voz propia abrió paso a una serie de derechos que aún hoy necesitamos consolidar: derecho a ocupar las calles; derecho a mirar sin ser vistas; derecho a no consumir ni ser consumidas; derecho a existir en solitario; derecho a la autoría”.
De la necesidad de recuperar del olvido esta figura nació, explica la autora en una entrevista con Efe, “este recorrido crítico por la historia de las flâneuses”, que reúne a un nutrido grupo de escritoras, pensadoras y activistas, como Flora Tristán, George Sand, Virginia Woolf, Luisa Carnés o Las Sinsombrero.
Por su vigencia, el libro podría ser considerado una suerte de manifiesto literario y feminista que reivindica el caminar como “acto de insubordinación”. En su análisis, Iglesia considera que más allá de la definición ofrecida por los diccionarios como “persona que holgazanea en la ciudad, va de compras y observa la multitud”, la flâneuse, “en tanto que mujer que recorre la ciudad, aparece siempre como objeto de observación, nunca como sujeto que observa”. En uno de los capítulos, la autora se ocupa de la figura de la escritora paseante y, en contra de algunas críticas, que echaban en cara a George Sand que se ocultara tras ropajes masculinos para poder deambular por las calles de París, Iglesia cree que puede ser definida como flâneuse: “no solo no se limita a los paseos urbanos, sino que se consolida y se afirma a través de la escritura, a través del ejercicio crítico de la escritura”. - Efe