Madrid - Ayer se celebró el Día de la Danza pero en España “cada uno” lo hará a su manera porque el sector “no está unido, hay demasiado individualismo”, según Antonio Najarro, que se lleva clavada justamente esa “espinita” de sus 8 años al frente del Ballet Nacional de España (BNE).
“Creía que iba a conseguir que el sector de la danza se uniera. No que nos lleváramos maravillosamente, sino que fuéramos una sola voz, con peso y unas bases, sabiendo expresarla. He hecho todo lo posible pero no lo he conseguido”, admite el madrileño (1975), que será sustituido en septiembre por Rubén Olmo.
El BNE celebró ayer el Día de la Danza con ensayos y clases abiertas al público y la actuación de alumnos del conservatorio de Marienmma. “Está viniendo una generación maravillosa que sí está en eso pero también hay voces muy individualistas que no siguen ese pulso (...) gente que a lo mejor se siente maltratada por otras administraciones y que no está en ese deseo de querer poner a la danza española en el estatus que merece”, resume.
España tiene “un diamante de gran valía” en la danza y “si existiera esa unión”, pronostica, “habría mayor interés de los medios por mostrar la danza, se crearían nuevos públicos, nueva afición. Tendría que ser como pasa en Francia o en Rusia”. El BNE, recuerda, “llena todos los teatros” a los que va y por eso no comprende que teniendo una expresión como la danza española, “que emociona y mucho”, no tenga más proyección y apoyo. La danza española, es decir, el flamenco, la escuela bolera, la danza estilizada y el folclore, “es” Pilar López, Victoria Eugenia, Antonio o Marienma y grandes obras de repertorio, como Ritmos, Medea o Danza y tronío, pero también nuevas creaciones en las que sin perder la esencia ni la perspectiva buscan la atención de nuevos públicos. “El aurresku, la muñeira o la jota no son algo prehistórico. Solo hay que ver lo que hizo Franco Dragone -Circo del Sol- con Sorolla, llenando todas las representaciones. El asunto está en cómo presentarla. La danza tiene que llenar teatros”, sostiene.
A Najarro le preocupa para el futuro del BNE, donde en ocho años ha montado 7 producciones distintas, es la situación de los bailarines: “necesitan muchas mejoras”, reclama. Recuerda que sus 40 bailarines, con edades entre los 21 y los 45 años, “tienen una carrera muy corta. El INAEM ha comenzado a cambiar sus condiciones -el sueldo medio está en torno a los 1200 euros- pero queda mucho por hacer”.
Su última función como director del BNE será el 3 de agosto en el Liceo, donde harán Alanto y Zaguán, y ya desde el 1 de septiembre se hará cargo Rubén Olmo, con el que tiene “una gran relación” y del que sabe que está “lleno de ilusión y mucha energía” y decidido a dedicarse “al cien por cien”.
Su futuro pasa por retomar la compañía que dirigió durante 10 años antes de asumir la dirección del BNE y seguir dando “visibilidad” a la danza española. Además, trabaja con el equipo nacional de Natación Sincronizada preparando piezas con las que irán el próximo año a los Juegos Olímpicos de Tokio. - Concha Barrigós