Vitoria - Como pasó en otros puntos de la capital alavesa, como sucedió en otros lugares de Euskadi, fue un barrio que nació de la nada con un objetivo claro: dar cobijo a esas miles de personas llegadas de distintos puntos de la geografía peninsular que acudían para trabajar en las fábricas. Hombres y mujeres que entre sus calles pensaron que tal vez era posible un mundo mejor mientras la dictadura desaparecía como tal aunque sus huellas y consecuencias no. “En realidad, esas barriadas de aluvión que se crean de la nada responden a una filosofía compartida en todo el País Vasco”, lo que hace que el relato que Jabo H Pizarroso compone en Errekaleor vaya más allá de las fronteras de Gasteiz.

Hace algo más de una década, cuando los planes de derribo del barrio todavía no se habían topado con la crisis económica, el escritor vitoriano, que residía por entonces en Sevilla, pensó que la memoria de su abuelo, que todavía vivía en Errekaleor, y de otros como él no se podía perder. Desde esa necesidad de mantener en el presente un pasado nada lejano, este libro empezó a tomar forma, sirviéndose de los asesinatos del 3 de marzo de 1976 como arranque del argumento.

En esa trágica jornada tras la que Romualdo Barroso no volvió nunca más a su barrio, Pizarroso sitúa a un joven -“que es un gran observador y que registra mentalmente todo”- con el que recorre tanto esos años como las décadas posteriores. La relación entre los que llegaron y los oriundos, los ecos de la Guerra Civil, las consecuencias sociales y políticas del claro mensaje que el Estado lanzó aquel 3 de marzo -“como dijo Fraga: que este triste ejemplo sirva de lección de aquí en adelante. Aquí situaron la línea roja. La gran lección de la Transición se dio en Vitoria”-, la existencia de ETA, la propia evolución del barrio... Se van entrelazando hasta pasar la frontera del siglo XXI.

“Es una novela que acompaña al lector de una manera tan bestia que le está cuestionando de manera constante. Se va a preguntar: ¿realmente lo que he leído es ficción o realidad? Sé que hay lectores que van a terminar enfadados, defraudados, de mala leche, diciendo: ¿pero este tío, por qué me plantea eso a mí? Al fin y al cabo, aquí va a entrar a formar parte de la novela como una especie de actor”, describe el creador, que cree que Errekaleor es “novela fallida” porque “la memoria es un tobogán, es muy resbaladiza. Cada uno se hace la suya de una manera muy personal y en ese trabajo de búsqueda es donde se mueve esta historia”.

Lo cierto es que es ahora cuando la historia -que estuvo parada hasta que en 2013 se produjo la okupación, un hecho que reactivó el proceso creativo- se encuentra con los lectores. Tras la presentación que hace dos semanas se llevó a cabo en la librería Zuloa -hubo que hacer dos pases el mismo día tras la cantidad de gente que acudió-, el próximo 18 de mayo está previsto realizar otro acto parecido en el propio Errekaleor, pero en esta ocasión a modo de visita guiada por los espacios que aparecen reflejados en las páginas del libro.