donostia - Disfruta contando historias, escribe para crear un mundo en imágenes que lleven al espectador a mundos diferentes, lejanos y cercanos, según las circunstancias. De su mano hemos viajado del Norte al Sur en la primera parte de Allí abajo. Nos ha trasladado a mundos más turbios, pero reales, con El Príncipe o Vivir sin permiso. Ahora, Aitor Gabilondo se mueve entre dos historias llenas de sentimientos aunque muy diferentes en temática. Ha realizado la adaptación de la novela de Fernando Aramburu Patria y también está en rodaje la Madres, una historia que le nace muy de dentro. De niño tuvo problemas de salud y paso parte de su infancia entre hospitales, un mundo que refleja en la ficción que protagoniza Belén Rueda.

¿Cómo está siendo el rodaje de ‘Patria’?

-Intenso. Los rodajes siempre son muy intensos. Estamos rodando en Soraluze, Elgoibar y Donostia. Esta ha sido una secuencia sobre una manifestación a favor de ETA que pilla a Bittori y Miren saliendo de una cafetería.

Una secuencia que muestra las diferencias entre las dos.

-Sí, se encuentran con la manifestación y ante la extrañeza de Bittori, Miren sigue las consignas y se une a ella. Ese mismo día le cuenta a su amiga que Txato, el marido de Bittori está siendo extorsionado por ETA.

¿Hay diferencias entre grabar en otros puntos del Estado o hacerlo en Euskadi?

-Ya había estado en Donostia con la serie Allí abajo, no es la primera vez que ruedo aquí. Las diferencias están en la historia que estamos haciendo. La ambientación en los años 80, te traen otro tipo de recuerdos. Los recuerdos de las cosas que viví cuando era un adolescente. Desde el mercado de la Bretxa donde estaba la carnicería de aita se veían escenas similares.

¿Qué tal se encuentra en Donostia después de trabajar fuera tanto tiempo?

-Muy bien. Donostia es mi casa, el lugar donde he vivido muchos años. Durante el tiempo que llevo aquí, me he encontrado con muchos amigos del pasado, es lo que tiene volver, volver no de visita, sino para pasar un tiempo.

¿Nostálgico?

-Sí y no. Vengo a Donostia de vez en cuando, pero cuando pasas por los lugares que han formado parte de tu vida en algún momento, infancia, adolescencia y juventud, siempre siente ese pinchazo del recuerdo. ¿Nostalgia? No lo sé.

En estos momentos, tiene el corazón dividido entre dos series muy diferentes.

-Ja, ja, ja... Cierto, Madres y Patria no tienen nada que ver entre sí. Ambas juegan con los sentimientos, pero son historias muy distintas. En Madres, son recuerdos de infancia, de mi infancia. En Patria, los recuerdos son de juventud y de otro tipo. Tienen en común que narran circunstancias que me han sido cercanas. Y sí, tengo todo dividido: mi tiempo, la residencia y hasta el armario está partido.

¿No es mucha tensión tener dos series entre manos?

-Es mucho trabajo, pero en ambas series hay un equipo de gente fenomenal. No es problema. Me siento muy cómodo en los dos proyectos, en la serie de HBO, Patria, y también en la de Mediaset, Madres.

Ha hecho series de creación propia y también de adaptación de textos ajenos como ‘Vivir sin permiso’ y ‘Patria’. ¿En cuál de los dos casos se siente más a gusto o disfruta más?

-Me siento a gusto y disfruto en los dos casos. De Vivir sin permiso utilizamos el nombre del protagonista y desarrollamos una ficción a través de un relato de Manuel Rivas, como adaptación, adaptación, quizá tenga que hablar solo de Patria. Si tengo que elegir, me gustan más las creaciones propias. Pero está claro que cuando hay una buena historia por contar y está escrita, si es posible se compran los derechos y hago la adaptación.

‘Vivir sin permiso’ y ‘Madres’ para Telecinco y ‘Patria’ para HBO, cadena generalista frente a plataforma digital. ¿Hay mucha diferencia a la hora de trabajar?

-El trabajo en sí es lo mismo. Cadenas generalistas y plataformas se comportan de la misma manera y el proceso es el mismo. Lo que es diferente es el producto, la cadena generalista, como tú las llamas, tiene exigencias distintas cuando se va a un público masivo. Cuando vas a un público más selectivo, las exigencias son otras y las libertades también.

¿Qué le atrajo de ‘Patria’?

-La historia. Yo estaba escribiendo sobre el tema cuando leí que Fernando Aramburu iba a publicar una historia que hablaba de la fractura que se había producido en dos familias después de un atentado. No era lo mismo, yo estaba empezando el proceso de escritura y pensé que Patria podía tener factura de serie. Leí el libro, hablé con la editorial, los derechos estaban libres, los adquirí y comenzamos la adaptación.

¿Fue difícil?

-Patria tiene dos tiempos y eso puede resultar más complicado, pero ha sido muy interesante hacer la adaptación y ahora lo es llevar la historia ante las cámaras. Ha sido un proceso relajado, no me ha hecho sufrir demasiado.

Todos los actores son vascos.

-Por el tipo de serie que es, tiene que tener mucha verdad, mucha autenticidad, no veía que tuvieran cabida actores muy famosos y tampoco actores no vascos. Algunos roles, los de las madres por ejemplo, son tan característicos, tan de aquí, que necesitaba actrices que entendieran el personaje sin necesidad de explicaciones. A Ane Gabarain o Elena Irureta no hace falta explicarles sus personajes, ellas saben cómo son.

¿Ha sido difícil buscar las localizaciones?

-Necesitábamos pueblos o zonas que no hubieran perdido su esencia. Que no estuvieran llenas de bolardos, de calles peatonales, del tema de basuras, de rotondas... Queríamos un pueblo representativo, que fuera vasco, guipuzcoano y característico. Pensamos en un pueblo de montaña pequeño, que empezara en la ladera y acabara en el río. Los requisitos no los encontramos en uno solo. Es el compendio de dos o tres pueblos. No tiene nombre, tampoco en la novela.

¿Cabe la posibilidad de segunda temporada?

-No. Es una temporada única. Ocho capítulos, principio y final, no hay más.

No es muy partidario de alargar las series que hace, ¿no?

-Pienso que si las alargas por encima de lo que dan de sí las historias las estás diluyendo.

Tiene dos series en plena producción, ¿algún otro proyecto?

-No. No tengo nada menos entre manos. Pero fuera de eso, la cabeza siempre va por libre y hay ideas. Ya veremos. En estos momentos, tenemos por estrenar Vivir sin permiso, Madres y Patria. No es poco.

Salvo ‘Allí abajo’ que es comedia, sus otros trabajos están muy pegados a la realidad social.

-Es lo que me interesa. Cada historia que he hecho es diferente y se ajusta a una realidad.

¿Un hombre de la televisión o un contador de historias?

-Contador de historias, sin ninguna duda. Me gusta escribir y crear historias que produzcan emociones y que relaten situaciones. Creo que lo he hecho en todos los trabajos. Pero es algo que tienen que decir otros.

Se atreve con la escritura, pero ¿y con la literatura?

-Son palabras mayores. Nunca se sabe, tengo mucho respeto por los escritores. Me gustaría, pero en el futuro.

¿Cómo ve el futuro televisivo?

-Es imposible saber por dónde va ir la televisión. Los cambios en los últimos años han sido rápidos y sorprendentes, sobre todo en la forma de cómo vemos los productos que hacemos.

¿No ha pensado hacer cine?

-De momento no. Los directores de cine suelen ser los creadores de la historia, y yo no me veo como director. No creo que lo haga.