barcelona - En las páginas centrales de Irmina, dos mujeres hablan de la cesta de la compra en medio de una multitud, una charla trivial que dura una veintena de viñetas, hasta que Barbara Yelin, la autora de esta novela gráfica, “abre” el plano y desvela que están ante el incendio de la gran sinagoga de Berlín.

La filósofa Hannah Arendt acuñó durante el juicio al criminal de guerra alemán Adolf Eichmann la expresión “banalidad del mal” para intentar definir la forma fría y burocrática con la que algunos jerarcas nazis aplicaron las leyes para acabar con millones de judíos.

Un genocidio “metódico” sobre el que gran parte de la sociedad alemana prefirió “mirar hacia el otro lado”, y que la historietista Barbara Yelin (Munich, 1977) narra con la precisión de un láser, aprovechando la vida de su abuela, una “alemana normal” sobre la que gira esta novela gráfica que Astiberri publica en España, tras haber recibido numerosos premios desde su aparición en 2014. “Esa es la escena clave del libro, muestra cómo los alemanes prefirieron apartar la mirada de aquel horror. A veces se plantea la pregunta de qué sabía la gente normal de la persecución de los judíos. Ahí entendemos que fue perfectamente visible para todo el mundo, y nadie, o muy pocos, levantaron la voz”, comenta la autora.

Lo paradójico de este caso es que la joven Irmina, cuya historia conoció Yelin gracias a las cartas y diarios que su abuela dejó a su muerte en una caja, mostraban a una mujer independiente, capaz de enfrentarse a convencionalismos y de enamorarse de un universitario negro en el Londres de los años treinta, pero que luego no pudo soportar la presión del régimen nazi, y acabó casándose con un miembro de las SS, como peaje para ascender socialmente.

Irmina pone de relieve la vigencia de su argumento, esa negación de la realidad que la autora cree se practica actualmente en muchos países europeos. - Efe