Vitoria - Están siendo jornadas de felicitaciones y no pocos encuentros con los medios de comunicación tras salir del Principal como ganador del Campeonato de Bertsolaris de Álava, un triunfo que a Iñaki Viñaspre le ha llegado después de muchos años de quedarse cerca, en algunas ocasiones casi rozando la txapela. Pasados unos días y con algo más de tranquilidad, el bertsolari de Abetxuko recuerda la final y mira a lo que está por venir, tanto para él como para el desarrollo del bertsolarismo en el territorio.
En finales anteriores del Campeonato de Bertsolaris de Álava, con el triunfo de otros, se le ha visto sonriente, alegre y contento. Sin embargo, gana usted en el Principal y su propia reacción el otro día es muy contenida. ¿Por qué?
-Cuando han ganado otros, te alegras también y es más fácil de exteriorizar. Cuando ganas tú, igual estás un poco en una nube pero sabes que tienes que cantar y que van a pasar una serie de cosas a las que hay que atender. Me acuerdo que en ese momento estaba intentando no saltar demasiado de alegría y, por otro lado, pensando qué quería decir en el agurra. No fue fácil. Estaba, como te decía, en la nube, con la sensación de toda la gente animando, pero también obligándome a pensar a quién le quería ofrecer la txapela, cómo hacerlo...
Hay en las redes varios vídeos de homenajes que está recibiendo en distintos centros escolares. ¿Cómo está viviendo estos primeros días?
-Bueno, yo trabajo para Arabako Bertsozale Elkartea acudiendo a distintos centros en horario escolar a trabajar la bertsolaritza y la verdad es que en todos me han hecho un pequeño homenaje. Cada día me toca uno o dos reconocimientos (risas). Soy una persona bastante vergonzosa y, bueno, claro, te gusta que te hagan homenajes, es muy bonito ver al alumnado aplaudiendo y eso, pero al mismo tiempo intento que estas cosas pasen rápido y no dar demasiada importancia a lo que está pasando.
¿La txapela tiene ya su sitio en casa o...?
-De momento no porque la estoy llevando de centro en centro. Antes de la final, me comprometí a llevarles a los alumnos la txapela si ganaba, y claro, hay que cumplir (risas).
Hoy le toca cantar en el marco del final de la Korrika.
-En estos casos es solo un bertso y quieres decir muchas cosas, así que hay que intentar condensarlas. Algo vamos a llevar pensado, pero bueno, veremos en el momento.
En esto del bertso ha hecho casi de todo, incluso hasta de juez.
-Sí, en algún interescolar. Pero sí, de todo hemos hecho (risas).
Al fin y al cabo, en Araba son una familia y, como en todas, toca arrimar el hombro.
-Una familia que está creciendo y en la que cada vez se está dando menos eso de: ¿oye, perdona, en el interescolar te importa puntuar tú?. Hoy por hoy, tenemos buenos grupos de gai-jartzailes, epailes y de bertsolaris. De todas formas, es cierto que a todos nos toca hacer de todo y que lo hacemos a gusto, además. Al final, vale, es un poco de intrusismo laboral si quieres, pero bueno, los bertsolaris sabemos qué nos tienen en cuenta cuando nos puntúan y eso facilita. Es como el que juega al fútbol y un día le toca ser árbitro. Sí, quieres jugar, pero no pasa nada porque un día te toque hacer otra cosa.
Lo cierto es que en la final supo mantenerse muy estable y así lo dicen las puntuaciones. Y al enfrentarse a Manex Agirre, que no es un novato en esto y ya tiene dos txapelas, también pudo llevar bien la situación...
-No es un novato y además es muy bueno (risas). Pero la verdad es que este año, durante todo el campeonato, me he notado más tranquilo. No me he puesto tanta presión. Además, soy consciente de que los que vienen detrás, vienen muy fuertes, así que he tenido asumido en todo momento que en cualquier fase me he podido quedar fuera. Veo que los que tienen ahora 20 años más o menos están muy fuertes y se están preparando muy bien. De hecho, de aquí a dos años habrá que ver cómo están y cómo nos ponen el panorama en la próxima edición del campeonato. Creo que este año ha cambiado la final y que en las siguientes finales no va a ser tan habitual repetir. Eso es positivo y es síntoma de que todos estamos muy cerca. Antes había seis o siete nombres que se repartían siempre la final, entre los que me encontraba: Manex, Oihane Perea, Asier Otamendi, Rikardo Gonzalez de Durana, Juaristi... Luego llegó Xabi Igoa a la final y eso fue un toque de aire fresco. Este año han entrado Peru Abarrategi y Aroa Arrizubieta y creo que también han aportado mucho. Y sé que el siguiente que venga va a estar lo suficientemente preparado para aportar también en la final.
En esta final, de hecho, ya ha habido una persona que ha nacido en el siglo XXI. Bertsolaris a los que ustedes han formado y lo siguen haciendo. ¿‘Orgullo de padre’ por así decirlo?
-Sí, claro. A todos nos gusta que un alumno, igual a la tercera o cuando sea, te supere. Aroa o Peru han pasado por nuestras manos, por las mías, las de Manex, Oihane o Xabi. Tiene que ver con la filosofía de Araba. Intentamos ir todos adelante, en grupo. No creo que haya unos avances individuales increíbles pero como bloque vamos dando pasos adelante. Siempre hemos tratado de transmitir y de ir todos juntos. Para nosotros es algo potente. De hecho, si algo tienen los bertsos es que, como se crean en conjunto, necesitas que el de al lado también ande fino. Igual si jugásemos al baloncesto preferiríamos que nos defendiera uno malo, pero como el bertso lo tienes que construir con el del al lado, nos conviene que esté bien preparado. Que unos chavales tan jóvenes como Aroa y Peru sean capaces de llegar a una final después de realizar muy buen campeonato, defendiéndose en determinadas plazas con 17 o 18 años y cantar delante de más de 700 personas es algo a destacar. Me gusta el panorama que tenemos en este momento en Álava y creo que, encima, va a ir a mejor.
Me va a permitir la broma, pero ¿en Aramaio le van a dejar entrar o lo ve algo complicado?
-Sí, sí (risas). De hecho, ya he estado en la escuela de Aramaio. Me trajeron un bizcocho para celebrar la victoria, así que creo que no hay ningún problema. Claro que se hubieran alegrado más si la txapela la hubiese conseguido alguno de los representantes del pueblo que tenían en la final, pero sé que también se han alegrado por mí.
En todas las finales en las que ha estado Iñaki Viñaspre ha sentido mucho ánimo del público. Sabe que es usted de los que más aplausos se lleva y que tiene unos seguidores bastante ruidosos. Estos días tiene que estar recibiendo muchos mensajes y felicitaciones, ¿verdad?
-Es un placer haber tenido siempre a esa gente animándome. De hecho, me sentía en deuda. Soy consciente de que cuando yo salía a veces había más ruido y más aplausos. Eso gusta, por supuesto, pero también sé que al resto les aplauden y les quieren igual. Once finales escuchando lo de ¡este año sí! se agradece. Bueno, pues ya ha llegado el momento y es verdad que estos días se está acercando un montón de esa gente. Llevo dos semanas dando las gracias.
¿Pero le han dado las caretas que hicieron con su cara?
-(Risas) Me la han prometido, sí. Es de hace un par de campeonatos pero no tenía ninguna.
¿Manex, Oihane o Asier, que saben lo que es ganar la txapela, le han dado algún consejo para estos dos años que le vienen encima?
-Confían en cómo lo haga yo. Sí que me avisaron de que me iban a tocar muchas entrevistas (risas). Y luego que me va a tocar algún bertso saio que suele estar fuera de mi agenda hasta ahora, alguna plaza en Bizkaia, Gipuzkoa, Navarra e Iparralde. Bueno, a lo que llegue le responderemos lo mejor que podamos. Tampoco me estresa demasiado. No creo que vaya a cambiar mucho ni mi agenda ni mi vida por el hecho de haber ganado una txapela.
¿Qué le gustaría sacar o aprender de esta experiencia?
-Tampoco le he dado demasiadas vueltas. Me suele gustar más aprender en el camino, ver qué opciones me ofrece e ir hacia un lado o hacia otro. A partir de ahí, dentro de dos años sí estaré en el campeonato, eso sí que lo he pensado. No sé si iré más tranquilo o nervioso que esta vez. Eso te lo contestará el Iñaki de dentro de dos años.
En lo que seguirá trabajando es en los centros escolares, una apuesta que Arabako Bertsozale Elkartea, más allá de otras propuestas como los bertso potes y otras fórmulas, mantiene firme. Es ahí donde está el verdadero trabajo.
-Es que todo esto no tendría sentido si no tuviéramos bertsozales, aficionados. La labor que se hace en Araba en ese sentido es grande y además da sus frutos. En la Educación Reglada se hace una buena labor sobre el conocimiento en torno a los bertsos. En las bertso eskolas se forman buenos gai-jartzailes, epailes y de bertsolaris, como decíamos antes. Y luego están también las actividades complementarias, como los barnetegis o... Todo ello hace que haya un ambiente adecuado. Cierto es que todavía, por así decirlo, nos quedan sitios por conquistar, lugares en los que es un poco extraño ver cantar a un bertsolari. Pero dentro de Araba es cada vez más difícil encontrarse con una situación así. La labor que se ha hecho en ese sentido es muy importante. No hay más que ver qué evolución ha tenido en los últimos quince años el campeonato. Ahí se nota que en esto de los bertsos, Araba va adelante y a buen ritmo.
Y entonces, ¿cuál es el siguiente reto para el territorio?
-Mantener y, a poder ser, ir renovando las caras. Todos los que antes hacíamos más plazas, ahora hemos notado que hacemos algunas menos porque somos más a repartir, y de eso hay que alegrarse. Ese es el futuro. Igual, de entre los que hemos estado comentando, salen una o dos estrellas que andan más sueltas. Son los que nos terminarán sustituyendo. Es ley de vida (risas). En cuanto al público, en el Principal se vio muy bien que no hay peligro para el futuro. Había desde niños de dos años hasta personas de 80.
Tal vez el último paso que queda ahí es que la gente, la cultura y el euskera se relacionen más.
-Hay mucha gente que tiene al euskera en su día a día, más allá de que haya que ir a más. En Álava, creo que desde las instituciones todavía hay mucha labor que hacer. Y es necesario dejarle trabajar al movimiento popular a favor del euskera. Las dos cosas tienen que funcionar e ir en un buen camino. Pero en la sociedad en general yo percibo una actitud muy positiva.
En esta ocasión no se va a dar porque no toca Campeonato de Bertsolaris de Euskal Herria, pero no sé si le apetecería vivir esa experiencia o...
-Me hacía mucha ilusión ganar esta txapela. Ir a la txapelketa de Euskal Herria o no... no es algo que esté en mi lista de deseos. Si me toca, iré, lo haré lo mejor que pueda y disfrutaré. Pero no es un campeonato que me atraiga tanto como el de Araba. Aquí, la gente va predispuesta a disfrutar. En el de Euskal Herria a veces tengo la sensación de que la gente va a disfrutar pero también a juzgar. Para mí los bertsos son comunicación y a veces en el mundo de los campeonatos tengo la sensación de que se prima más el cómo lo dices que el qué dices. Habría que buscar un equilibrio entre los dos.
Siempre le han definido como ocurrente e irónico. ¿Cómo se ve usted?
-Canto como me sale. Me gusta que la gente no espere. Creo que los bertsos tienen que conseguir una sensación o una reacción por parte del público. En esas dos líneas me muevo. Pero qué tipo de bertsolari soy, prefiero que lo digan los demás.
¿Le gustaría vivir el campeonato desde la butaca?
-Sí tengo ganas pero no estoy seguro de cuándo va a ser. Tengo claro que no me quedan muchos campeonatos. Además, veo que el público se lo pasa muy bien. Yo aprovecho todas las ediciones a ir a comer con los amigos antes de ir a cantar y estaría bien no tener que poner el freno en ningún sentido un año de estos.
La última. ¿Y en casa, qué?
-Todos muy contentos. Los hermanos, la ama, los amigos... Hay mucha gente a la que le ha hecho mucha ilusión esta txapela y eso es un orgullo para mí.