donostia - La inauguración del museo Chillida Leku se encuentra cada vez más cerca. Antes de su apertura al público general el próximo día 17, 1.200 privilegiados tendrán la suerte de asistir a una visita previa, como resultado de un sorteo de entradas que tuvo 12.000 inscripciones. Mientras que la jornada de hoy servirá para exponer el remozado proyecto expositivo a las administraciones públicas, en un acto al que asistirá el lehendakari, Iñigo Urkullu, y el ministro de Cultura, José Guirao; la nueva directora del centro, Mireia Massagué, y Luis e Ignacio Chillida hicieron ayer lo propio en una presentación ante la prensa.
El museo, situado en el caserío Zabalaga de Hernani, tras “20 años caminando y sumando”, abre una nueva etapa que se caracteriza por su adaptación al siglo XXI, pero siempre “respetando el legado de Eduardo Chillida y de Pilar Belzunce”. Massagué, tal y como adelantó hace unos días en una entrevista con este periódico, insistió en que la voluntad del equipo del centro, así como el de la familia y la galería Hauser & Wirth -a finales de 2017 se hizo con la representación internacional de la obra del donostiarra- es que Chillida Leku sea de nuevo “el centro del universo” de su autor. En este sentido, Luis Chillida, hijo del escultor, no dudó que el renovado espacio expositivo, de mano de los suizos, ha llegado hasta donde a sus padres les hubiese gustado. “Estamos contentos de este nuevo Chillida Leku, que sigue siendo el mismo porque sigue teniendo su esencia, pero de una manera diferente”, comentó Luis Chillida. No en vano, el museo inaugura una nueva etapa en la que acogerá obras de terceros, extremo hasta ahora siempre rechazado por la familia. No obstante, la novedad se encuentra en que esos otros autores serán artistas que tuvieron relación con el donostiarra y, por lo tanto, sus obras servirán para entender mejor el trabajo del propio Chillida.
El equipo desea llegar a trasladar la figura del donostiarra “desde lo local a todo el mundo”. Una idea en la que, además de la directora, también incidió otro de los hijos del artista, Ignacio Chillida, que afirmó que la exposiciones que se dan fuera de Zabalaga son “emisoras” de lo que acontece en el propio museo, que, pese a haber estado ocho años cerrado, ha acumulado unos 50.000 visitantes -en este tiempo, Chillida Leku ha estado disponible para visitas bajo demanda-.
Desde que Hauser & Wirth se hizo con la representación, han sido varias y exitosas las muestras internacionales que se han organizado. Sin ir más lejos, Eduardo Chillida. Arquitecto del vacío, que se pudo ver entre noviembre de 2018 y marzo de este año en el Museo de Wiesbaden (Alemania), registró hasta 66.000 visitantes; cifra con la que la dirección de aquel centro se ha mostrado enormemente satisfecha, según informaron.
Las intervenciones que se han llevado a cabo en Zabalaga y en los jardines adyacentes tienen que ver con la “mejora de la experiencia de usuario”, cuestión en la que ha venido trabajando Massagué desde el pasado mes de octubre, cuando accedió al puesto. Además de mejoras de carácter técnico como la introducción de Internet, de acceso libre para todos los visitantes, o la instalación de códigos QR que permitirán a los asistentes acceder a la información sobre las esculturas mediante aplicaciones móviles, el museo también estrenará un servicio de restauración, además de haberse renovado el paisaje de los exteriores de mano de los paisajistas Piet Oudolf y Álvaro de la Rosa Maura. Asimismo, se han colocado más bases en los jardines, para poder aumentar el número de esculturas monumentales que se podrá exhibir.
jardines La utopía de Eduardo Chillida, “donde la gente pasea entre sus obras como si fuese un bosque”, ha dejado de existir en el limbo accesible a unos pocos y pasa ya a estar listo para toda la ciudadanía. Además de redescubrir el museo, también se revisitará al artista, mediante una gran exposición retrospectiva, denominada Eduardo Chillida. Ecos, que en un inicio tiene una duración estimada de seis meses -es el tiempo que han acordado con algunos propietarios que han cedido sus obras temporalmente- que se ampliará en función del éxito de la muestra.
Ignacio Chillida, comisario de la muestra, comentó que la retrospectiva se divide entre las esculturas que se sitúan en el exterior -un total de 43, en un jardín de once hectáreas-, y las piezas que se han dispuesto de forma cronológica dentro de Zabalaga, comenzando por aquellos trabajos que llevó a cabo en París a finales de la década de los 40.
En cuanto a las obras situadas en los exteriores, destacó la presencia de dos cesiones entre las que se encuentra Buscando la luz III, escultura de acero ejecutada en el año 2000 y que tras muchos años fuera de casa -fue adquirida por un coleccionista suizo-, ha vuelto a Chillida Leku “para una buena temporada”.
Los visitantes también podrán ver Elogio del hierro III (1991), una pieza de acero de más de cuatro metros de altura que, habitualmente, sobresale en la sede del BBVA en Bilbao -es una escultura que homenajeó al pasado industrial férreo de la villa-, y que tras volver al caserío para una restauración, ha pasado a ser también parte de esta muestra.
caserío La exposición del interior, por su parte, se abre con una primera sala en la que se encuentran las piezas de la primera época en Francia (1948-1952), en las que destaca el uso del yeso como material principal, -aunque también hay alguna en madera, como Ilarik II (1954)- y en la que destaca el interés de Chillida por la figura humana. Durante el viaje de retorno a Hernani en los 50 se destruyeron la mayor parte de aquellas creaciones, aunque en Ecos se pueden ver algunas de las que sobrevivieron como Forma (1948), Torso (1948), Concreción (1950) y Yacente (1949).
La siguiente sala, la más grande de Zabalaga, acoge una serie de esculturas “que nunca podían faltar” como El Proyecto para el Monumento a la Tolerancia (1982) y tres alabastros “importantes”: Homenaje a la mar IV (1998), Gurutz VIII (2000) y Lo profundo es el aire XIX (1998), uno de los estudios del proyecto de Tindaya. En este espacio también se encuentran las Gravitaciones hechas con fieltro que cuelgan de la pared.
Una tercera sala, que da acceso al piso superior, acoge su obra desde 1952 a 1957, tras su retorno a Euskadi. Son trabajos que estuvieron en la Trienal de Milán y también en Venecia. La pequeña Consejo al espacio I (1953) “está suspendida”, mientras la acompañan piezas como Deseoso (1954) y De plano oscuro (1956), cedidas por la Fundación La Caixa y la Fundación ICO, respectivamente.
El primer piso aborda la siguiente década artística de Chillida, así como las creaciones relacionadas con la obra pública: “Era una de las cosas que más trabajó y una de las que mayor placer le suponía. Solía decir que la escultura que tiene un señor, la disfruta ese señor, pero es mucho mejor aumentar el número de poseedores; eso se cumple con la obra pública”. Junto a esta se exhiben varias Lurrak, más Gravitaciones y también sus collages. Entre estas obras, el comisario destacó la presencia del Proyecto Jaula de Libertad (1996), que se acabó alzando en la localidad alemana de Trier, y Proyecto del Elogio del Horizonte I (1985), que finalmente se ubicó en Gijón. La última sala de Zabalaga se dedica también a la obra pública, concretamente, al Peine del Viento, que se busca que sea Patrimonio de la Humanidad.
archivo personal Toda la muestra se acompaña por documentos originales -fotografías, cartas manuscritas, documentación y catálogos-, en un intento de la nueva dirección de Chillida Leku de poner en valor el archivo personal del artista.
“En casa, desde siempre, mi madre hizo hincapié en que todos esos archivos había que guardarlos porque en algún momento serían algo importante”, explicó Luis Chillida.