Vitoria - Ha pasado más de una década desde aquel segundo puesto en el certamen que, dentro de su amplia programación, proponía el desaparecido Periscopio. Fue la primera chispa, ante los medios de comunicación por lo menos, de un camino que luego ha ido evolucionando y creciendo tanto dentro como fuera de Álava, llegando más allá del Atlántico, una senda que se ha traducido en exposiciones pero también en trabajos fotográficos para grupos de música locales y otras propuestas. De su último encuentro con el público no hace tanto, puesto que Ivan Urarte fue uno de los artistas participantes en la muestra colectiva que Talka Galería acogió durante el reciente Viphoto. Pero ahora, el creador se adueña en solitario de la sala Amárica para hacer visible Un lac, que se podrá ver hasta el próximo 24 de marzo.

“En ningún momento he querido hacer un trabajo documental sobre la juventud”, explica Urarte, pero sí poner su mirada creativa “en ese momento concreto de la vida” en el que hay que empezar a tomar decisiones y a responder a preguntas, ese instante en el que la madurez pide paso sin permiso aunque el concepto de joven en este siglo XXI sea un tanto líquido e inconcreto.

A lo largo de cuatro años, aprovechando los viajes geográficos para realizar el viaje creativo, el fotógrafo ha ido configurando una producción en la que el retrato -“no necesito hablar de cosas personales con las personas, sólo intento que estén en la situación más tranquila posible”- se conjuga con otras instantáneas oníricas y evocadoras. “Quiero presentar imágenes comprometidas con algo más que la representación” proponiendo al espectador obras “familiares en un principio pero misteriosas al mismo tiempo” con esa idea de “sugerir” antes que ofrecer una explicación “fácil”.

En este sentido, Urarte también presta especial atención a las formas. Por ello, la mayor parte de sus fotografías se instalan en la sala como si fueran creaciones pictóricas. Pero no se queda ahí y se adentra de lleno en el mundo de lo escultórico sirviéndose de materiales evocadores pero, en teoría, extraños en una exposición que trata de la fotografía. Es más, llega a dejar de lado la representación visual en una de las piezas centrales de la muestra, un gran metacrilato.

De todas formas, esas herramientas de representación no son meros experimentos con la forma de mostrar, sino que cargan de significados al conjunto de la exposición, siempre y cuando, claro, el visitante de Amárica se deje llevar por esa invitación de mirar más allá de lo que ve. Desde hoy a las 20.00 horas tiene oportunidad de ello.