Escribe todos los días, “aunque hay veces que la musa se va con otro”, así que es normal que, a pesar de apuntar en alguna ocasión anterior que no pensaba publicar más, traiga un nuevo título bajo el brazo y ya son 24, que se dice pronto. “En un momento dado me siento cansado, pero luego me lanzo”, sonríe Ramón Pizarro de Hoyos, quien tras La historia se repite (un trimestre infeliz) lanza ahora Acabemos con el año 2018 antes de que él termine con nosotros. De nuevo con la sátira como herramienta, el autor disecciona la realidad que le rodea en todos los sentidos, miradas y reflexiones que comparte en unas páginas que se pondrán de largo el próximo lunes.
En concreto, la presentación tendrá lugar a partir de las 19.30 horas en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, donde también intervendrá el periodista y escritor Daniel González, autor de En el fondo del vaso. Junto a los dos, los presentes se asomarán a esa crónica sobre “el estado de las cosas”, que, a juicio de Pizarro de Hoyos, no es la mejor, ni mucho menos.
“Este 2018 ha sido nefasto en todos los aspectos”, lo que ejemplifica no sólo en los desastre naturales o en una “violencia de género en incremento constante”, sino también en una política que “es un desastre en toda su plenitud”. Con todo, en este caso el autor también ha querido poner su mirada de manera especial en “todas esas gentes, personas que son ancianas, que están en la edad tercera, que es la que va a la vencida. Hablo de todo lo que representa esa soledad que tienen. No les van a visitar quienes ellos quieren pero tienen que aguantar a los que no quieren. Esa es la situación de muchos”, afirma, al tiempo que comenta que “yo pertenezco a esos no tan jóvenes. Y me preocupan esas personas que sufren de algo tan espantoso como la soledad, por eso este libro también habla de ella, de esas situaciones. La soledad es un infierno. Y frente a eso, la salvación pasa por el humor”.
De hecho, el escritor, que se reivindica como quevediano, asume que “hay que contar la verdad para corregir las costumbres”, sólo que esa necesidad del relato no está reñida, sino todo lo contrario, con el ingenio y el humor. “El reírte y bromear dan ganas de vivir. Cuando contemplas el mundo, lo que ves no es para estar muy contento, pero tenemos que trasladar a los que vienen detrás un poco de esperanza y si es por la vía del humor, mejor”.
Con Vitoria como “el todo”, los personajes de Pizarro de Hoyos transitan “capitulaciones que no capítulos” para retratar males como el “cotilleo y la hipocresía” o la propia incultura que “transmiten los medios, a los que doy bastante caña”, más allá de que “lo peor” sea la envidia, “que es algo horroroso y generalizado”. Ante ello, desde la crítica “necesaria”, el autor incluso recupera a ese Don Quijote que dio vida en El regreso del loco, un libro, por cierto, que está pensando en reeditar ante la demanda. Pero eso ya llegará. De momento, su nueva creación llama a la puerta. Lo hace en un 2019 “que también ha empezado como una enciclopedia de la desgracia”.