La programación de La Sexta y la de Cuatro siguen caminos paralelos pero de inverso sentido, una asentándose como cadena informativa y la otra tomando una decisión inédita en el mercado, al dejar sin informativos a un medio generalista como Cuatro, que nació bajo los auspicios del grupo Prisa y ha acabado en Mediaset, que demuestra no saber qué hacer con la cadena resultado del reparto entre tirios y troyanos. Mientras que el emporio Atresmedia se estruja la imaginación buscando señas de identidad en el mercado para cosechar buenos resultados con Antena 3 y La Sexta, los otros no hacen más que repetir engendros de telerrealidad que saturan el mercado, dándole a la maquinita de triturar cuerpos y almas. Los equipos profesionales de Bardají, responsable máximo, diseñan parrillas en las que lo informativo copa muchos minutos de programación, y los de Vasile persisten una y otra vez en la telebasura, que parece asegurarles la primacía en las audiencias generalistas. Los informativos de La Sexta tienen características propias, se han asentado en el gusto del público y funcionan a la perfección cuando la actualidad informativa condiciona el día a día, últimamente teñida de atención caliente, y captando la atención del personal, con elecciones, escándalos, procesos territoriales y otras materias informativas seguidas minuto a minuto por un equipo de redactores bajo la guía profesional de Antonio Ferreras, Mamen Mendizabal, Ana Pastor, Hilario Pino, Cristina Saavedra y otros nombres propios que tratan las informaciones con descaro, frescura y calidad mediática de primer orden. Los responsables de esta cadena han olfateado el poder informativo de la tele en directo para obtener buenos resultados, y siguiendo el ejemplo norteamericano de los directos, han llenado la parrilla de contenidos informativos, ampliando la mancha de cobertura de los asuntos de actualidad con acierto, dinamismo y acertada dedicación.