Madrid - El escritor Andrés Sorel, que fuera fundador, presidente y responsable de Cultura del diario Liberación, falleció la pasada noche del lunes en Madrid, a los 81 años, según informó ayer en una nota Jesús Espino, subdirector de la editorial Akal y amigo del autor de La guerrilla antifranquista.

Escritor de más de cincuenta obras, entre ellas ETA, Las voces del Estrecho o ... y todo lo que es misterio, Sorel nació en Segovia durante la Guerra Civil; de padre castellano y madre andaluza, estudió Magisterio y Filosofía y Letras.

Se exilió en París en 1970 donde dirigió el semanario Información Española, que se realizaba para los emigrantes españoles en Europa, y fundó y presidió el diario Liberación.

Durante el franquismo colaboró en la prensa clandestina del Partido Comunista y fue corresponsal de Radio España Independiente de 1962 a 1973. En 1974 fue excluido del Partido Comunista por diferencias ideológicas y políticas. La censura del entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, prohibió la publicación de sus novelas en Seix Barral y Ciencia Nueva. Muerto Francisco Franco, colaboró en distintos periódicos y publicaciones de España y resto de Europa.

Solía ambientar sus narraciones en Andalucía, la comunidad en la que estaba su casa de Zahara de los Atunes (Cádiz).

En 2010 editó Las guerras de Artemisa, en la que narraba los abusos cometidos por el imperio español durante la guerra de Cuba y los campos de concentración puestos en marcha en la isla a finales del siglo XIX por el general Valeriano Weyler.

Galardonado en 2013 con el premio José Luis Sampedro, publicó 50 libros, entre novelas y ensayos (en editoriales como la navarra Txalaparta, Libertarias, Cátedra, Muchnik, Planeta), e impartió más de mil conferencias en diversas ciudades el mundo.

Sorel comenzó a trabajar con Espino en 2012, en la edición de Último tango en Auschwitz y allí nació una relación de amistad y confianza: “Fue un honor para Akal publicar tus últimas novelas, al igual que ese difícil, incómodo testimonio sobre ETA”, señala Espino en su obituario, a la par que destacaba: “Su integridad, su coherencia, su compromiso político e ideológico y su espíritu crítico, que evitaba cualquier atisbo acomodaticio en estos tiempos paniaguados de ideas veleta”.

El editor resaltaba de él su amor por “la Literatura con mayúsculas en medio de tantas letras prostituidas”, su “indignada estupefacción ante el triste espectáculo en los medios, en la política, en la cultura”, y su “reivindicación de la dignidad del ser humano engullido por la barbarie, por cualquier barbarie”.

“La auténtica patria del escritor es la lengua en que escribe”, aseguró Sorel en el discurso que pronunció al recibir el premio José Luis Sampedro. “Muchos responsables de las industrias culturales y de la política vulgarizan el lenguaje, lo deforman hasta límites en los que resulta imposible reconocer su acepción (...) Y el escritor debe rebelarse contra estas perversiones si quiere sobrevivir y no ser aniquilado por este holocausto de la cultura. El escritor ha de regenerarlo, dignificarlo, purificarlo”, añadió. - Efe