Jacominus Gainsboroug es un conejo, un animal dulce, sabio, reflexivo y lleno de sabiduría vital con el que la ilustradora francesa Rébecca Dautremer se ha volcado en el público infantil con el “sueño” de que sea un personaje que acompañe a los niños a lo largo de su vida.

Las ricas horas de Jacominus Gainsboroug (Edelvives), así se llama esta joya de la ilustración creado por Dautremer, alma mater de una escuela de dibujantes que han convertido esta disciplina artística en un mundo de sueños, magia y realismo para hacer llegar a los lectores universos paralelos en los que perderse. Pero, en esta ocasión, la francesa (1971) ha regresado a un sector “olvidado” durante años, el de la infancia, un territorio en el que se ha movido como pez en el agua porque en el fondo, detrás de Jacominus, está ella y cómo quiere que los pequeños vean la vida. “Quería contar toda una vida, desde las primeras horas del nacimiento hasta la muerte, y así creo que me apoyé sin quererlo en mis propias experiencias. Quería decir las cosas que me apelan, y sin querer surgieron mis propias emociones de una manera desinteresada”, cuenta en el Museo ABC, donde ayer presentó su obra.

Consciente de que las reflexiones de su conejo no llegarán a los niños con toda la carga emocional que tienen, Dautremer confiesa que por eso su “sueño” es que se trate de una obra que se “quede en casa” como un libro al que acudir para entender valores como el amor, la familia, la amistad o la muerte. “Es un libro para toda una vida”, afirma. Y porque habla de la espina dorsal de cualquier vida, la ilustradora -considerada una de las mejores del mundo- ha acudido al mundo animal para explicar todo aquello que, en mayor o menor medida, le va a pasar a todo el mundo. “Lo que he querido hacer es mezclar los momentos duros con los dulces, porque así es la vida (...) He creado este mundo paralelo para que se puedan aguantar mejor temas duros como un entierro u otros. Hacerlo con animales me permite hacerlo sin tener reparo y así podemos identificarnos con los personajes pero con distancia”, asegura. - Pilar Martín