El Museo Universidad de Navarra, como depositario de la colección de arte que María Josefa Huarte donó al centro, atesora en una de la sus salas, dentro su muestra permanente, dos murales que Jorge Oteiza creó expresamente para la casa de la citada mecenas en Madrid: Elías en su carro de fuego y Homenaje a Bach. Dos obras que, por ende, no estuvieron al alcance de los ojos de público hasta la inauguración del centro en 2015. Ahora, cuatro año después de su primera exposición pública, el MUN, en coproducción con la Fundación Museo Jorge Oteiza, ha diseñado una exposición que complementa ambas obras, analizando el proceso creativo del artista de Orio así como su particular concepto de mural. Y es que en ambas obras, el escultor analizó las posibilidades espaciales del muro aplicando distintas técnicas: relieve en positivo y relieve inciso. La exposición, que lleva por título Génesis de la abstracción en los murales de Jorge Oteiza, podrá visitarse hasta el 10 de febrero.
Javier Arana, director adjunto del Museo Universidad de Navarra; Gregorio Díaz Ereño, director de la Fundación Museo Jorge Oteiza; Ignacio Miguéliz, responsable del área curatorial del Museo Universidad de Navarra; y Elena Martín, responsable de conservación del Museo Jorge Oteiza, ofrecieron ayer las claves y los detalles de una muestra que busca no solo acercar al público la obra del artista vasco sino ejercer como elemento divulgador y didáctico de la filosofía artística y creativa del escultor.
Incidiendo en ese carácter divulgador, el visitante que acuda al MUN podrá, con la misma entrada, visitar el Museo Jorge Oteiza, y viceversa, completando así la formación y el acercamiento al obra del artista vasco.
Además de las dos piezas murales, la muestra también está formada por otras piezas, cedidas por la Fundación Museo Jorge Oteiza, entre las que se encuentran bocetos y diseños que realizó el artista vinculados a estas obras, además de otras piezas que las contextualizan, como esculturas, dibujos, collages y documentación. Asimismo, en el Museo Jorge Oteiza se pueden contemplar otras obras que completan la exposición, como el mural Formas lentas, realizado también para la familia Huarte. “La exposición ha querido ir más allá porque entendemos que, para comprender bien el estudio que Oteiza hace del muro, del espacio y de la luz era necesario englobar estas dos piezas dentro de su producción general”, apunta Miguéliz.
Origen Los primeros pasos de la creación mural de Oteiza pueden datarse en 1944, cuando escribe la Carta a los artistas de América. “En ella ya anticipa lo que, para él, es el muro; ese muro que no entiende como una pintura mural tradicional sino como un espacio que tiene otro anterior y otro posterior. Los elementos formales no quedan sobre la superficie del plano mural, sino flotando en el espacio”, detalla Elena Martín. Oteiza explicaba que “son como peces que quedan latiendo en la superficie”, en el espacio, y que se definen también por la luz. Para llegar a comprender esa espacialidad del plano mural, lo hará a través de tres formas distintas: Las maquetas en vidrio, para el estudio de la pared luz (una de las cuales se puede ver en la muestra del MUN); una gran serie de collage, en gris (el muro), negro (la parte posterior) y blanco (la parte anterior); y la escultura. “Son tres modos de estudiar el muro en varias dimensiones en las que se incluye también al espectador”, matiza Martín.
MALEVICH Y LA MÚSICA En sus investigaciones para la obra mural, Oteiza estudió la pintura de Kazimir Malevich. “Es en ese vacío, abstracción y geometría donde quiere encontrar las formas que quedan flotando en el espacio mural. A través de la pintura Malevich él desarrollará estas maquetas en las que las formas quedan en distintos planos latiendo en el espacio”. Se conforma así ese lugar que el artista quiere generar, un espacio “íntimo, de reflexión, con unos puntos de tensión en los que el espectador se debe sentir reconfortado”. Un espacio que puede ejemplificarse en la obra Homenaje a Bach, donde también se aprecia la influencia de la música: “Hay una definición formal y muy estática que realiza a través de las tensiones de la propia piedra, en la que se desarrollan cinco líneas horizontales que nos remitiría a las cinco líneas de un pentagrama”, explica la comisaria. “Sobre esa forma estática desarrollará muchas incisiones, casi todas en diagonal, y también volúmenes en negativo. Al mismo tiempo, porque está inspirado en el serialismo musical, generará zonas de silencio, de concentración para la reflexión, para que el espectador se sienta reconfortado viendo esta imagen”, resalta.