el reconocido literato y semiótico ya desaparecido, Humberto Eco definió a los partidarios dialécticos de cualquier debate humano como apocalípticos e integrados. Así en el futuro complejo y complicado de la prensa de papel, hay unos que predicen el final de este medio en los próximos años, y otros se agarran a la tabla de salvación de la esperanza, y vaticinan que los humanos seguiremos consumiendo periódicos con papel y tinta incluidos.
Así la patronal de los medios escritos se ha mostrado satisfecha y esgrime la cifra de casi dieciocho millones de lectores a lo largo del 2018 como realidad firme cara al futuro. La cifra no es mala y ante el avance imparable de las redes y sus complementarios, parece alumbrarse un cierto rayo de mejora de la rentabilidad de los periódicos, que han ajustado costes, han mejorado creatividad y hemos ganado todos con un periodismo preciso, bien presentado tipográficamente y ajustado a los ritmos de consumo del personal.
En esta línea de optimismo, parece que la publicidad mejora y se maneja la cifra de 834 millones de euros como la inversión en prensa de los anunciantes fieles al papel, aunque lentamente se desplazan al soporte internet.
Así que no acaba de despejarse el horizonte de los periódicos que en los últimos doscientos años han sido soporte de la libertad, derechos humanos y democracias varias. No seamos apocalípticos y dibujemos una sociedad sin cabeceras, sin columnas escritas, sin compañía de medios en papel.
Todo puede ser en esta sociedad agitada por la crisis y las nuevas expectativas de un negocio que tiene que cambiar sus claves de atracción de los clientes, que pueden no necesitar la presencia tradicional de la prensa, a punto de ser noqueada si nos vamos con los apocalípticos, que es lo que se impone.