Si por algo brilló la gala de clausura y la entrega de premios del Zinemaldia que tuvo lugar ayer por la noche en el auditorio del Kursaal, fue por su carácter político y social. No en vano, muchos de los galardonados, en un palmarés repartido en el que destacó Rojo, de Benjamín Naishtat, aprovecharon el micrófono para lanzar sus reivindicaciones.

La Concha de Oro fue a parar a manos del director Isaki Lacuesta, que ya tiene dos -es el sexto realizador en ganarla en dos ocasiones-, después de haber recibido el mayor premio competitivo del Zinemaldia en 2011 con Los pasos dobles. El premio principal se lo otorgaron por su filme Entre dos aguas en los que retoma a los personajes y a los actores con los que trabajó en La leyenda del tiempo (2006): los hermanos Francisco José Gómez Cheíto e Israel Gómez. Lacuesta ha construido una historia a medio camino entre el documental y la ficción donde las barreras entre ambas son muy difusas.

El filme habla de dos hermanos de etnia gitana, uno acaba de salir de la cárcel (Israel Gómez), mientras que el otro trabaja para la Marina (Francisco). Tan ambiguas son esas fronteras -el guión se modificaba día a día para incluir vivencias reales de los intérpretes- que este último sí que trabaja para el ejercito del mar y ayer no pudo estar en la gala por su trabajo -Lacuesta reprodujo un audio enviado por el intérprete en el que agradeció la Concha de Oro-.

La frescura y la originalidad de Entre dos aguas llevó al jurado liderado por el director de cine estadounidense Alexander Payne a conceder el premio por “unanimidad”, porque a juicio del tribunal “invita al espectador de manera íntima y verosímil” a adentrarse en la vida y el mundo del protagonista, Israel Gómez, actor amateur que apenas pudo pronunciar palabras de agradecimiento por la emoción. “Cada doce años trabajo con Isra, espero que durante los próximos doce otros directores le explotéis como actor”, afirmó el realizador catalán, para añadir después, intentando aclarar que con “explotación” se refería a que lo contratasen con asiduidad. “Pagadle bien”, reclamó mientras todo el equipo técnico y artístico terminaba de subirse al escenario, a instancias del director.

Otra de las características de los galardones otorgados por los distintos jurados -también por el especial- fue la gran cantidad de premios especiales que se otorgaron. En el apartado principal, el jurado decidió galardonar con el Premio Especial también a Alpha, the right to kill, del cineasta Brillante, el mismo reconocimiento que el año pasado recibió Handia, de Aitor Arregi y Jon Garaño. Alpha es un thriller policiaco sobre el narcotráfico y la corrupción en Filipinas, claramente influenciado por la línea política del presidente Rodrigo Duterte, del que el tribunal destacó su “humanismo profundo” y “su urgente punto de vista político”. El galardón lo recibió Carlo Valenzona, productor del filme, que además de dedicárselo a “todos los filipinos del mundo”, también lo compartió con la Policía Nacional de Filipinas, a la que le agradeció su colaboración.

La película Rojo se llevó a noche tres galardones: uno para su director y guionista, Benjamín Naishtat; otro para su actor protagonista, Dario Grandinetti; y el tercero para Pedro Sotero por la fotografía de la producción. El largometraje de Naishtat es un drama político que habla sobre “la complicidad civil” durante la dictadura argentina que comenzó en 1976. Está ambientada un año antes, en un periodo que según recordó el actor, “se preparó lo que luego fue una tragedia”.

El cineasta, en su discurso, destacó sentirse “mucho peso” debido a la responsabilidad de hablar en una noche en la que confluyeron “muchas causas políticas”. “El mundo va un poco mal, sino estaríamos celebrando ya”, concluyó. Asimismo, aseguró que en su país hoy correrán ríos de tinta hablando de la buena salud del cine argentino, pero quiso recordar que en su tierra “ha cerrado el Ministerio de Cultura”. “La cultura dignifica a un pueblo y la dignidad no se negocia”, sentencio.

Grandinetti quiso agradecer la valentía del director en retratar una época que él no conoció, para lo que “investigó” y preparó una “síntesis”, que puede ayudar a “refrescar la memoria”. “Creemos que la película puede advertir sobre cualquier cosa que se ocurrir, sobre todo, en estos momentos la derecha y el fascismo han vuelto a crecer en el mundo”, finalizó.

Sotero no pudo recoger su premio, dado que “está haciendo magia con las luces y la cámara” en otra película, motivo por el que lo recibió el productor Federico Eibuszy. Este leyó un mensaje del director de fotografía de Rojo, quien dedicó su galardón al expresidente brasileño Lula Da Silva, encarcelado por tráfico de influencias.

resto del palmarés La protagonista de Blind Spot Pia Tjelta se hizo con la Concha de Plata a la Mejor actriz y reconoció sentirse abrumada. Sus palabras, en un largo y emocionado discurso, fueron para la director del largo, Tuva Novotny, por haber escrito esta historia, que habla sobre las enfermedades mentales y los suicidios en Noruega, “con tanta valentía y a su manera” -se trata de un plano secuencia único de 100 minutos de duración-. Un problema del que consideró que se necesita “transparencia”, “hablar de ello” y mirarnos los unos a los otros como seres humanos”.

Por último, el tribunal decidió que el Premio al Mejor Guión también fuese ex aequo. De esta manera, compartieron galardón Paul Laverty -responsable del libreto de Yuli de Iciar Bollaín- y Luis Garrel -coguionista de L’homme fidèle junto con el histórico Jean-Claude Carrière-.

Laverty denunció el bloqueo que sufre Cuba desde la década de los 60, que se mantiene en el tiempo debido al voto de Estados Unidos e Israel, “dos expertos en castigos contra la población civil”, “matones y sinvergüenzas”, en las Naciones Unidas.

Garrel, por su parte, dedicó su premio con el cineasta ucraniano Oleg Sentsov, encarcelado por el gobierno Ruso, en un juicio que según Amnistía Internacional fue de corte “estalinista”. De la misma forma, el guionista, director y protagonista de L’homme fidèle solicitó la liberación de los presos políticos ucranianos.