Vitoria - Está considerado como uno de los autores escénicos más importantes de este siglo, aunque sus facetas creativas no se limitan a la escritura dramatúrgica. Es también actor, director, escritor literario... , en definitiva, una de las referencias culturales de la actualidad puesto que en el desarrollo de todos esos caminos ha conseguido éxitos y reconocimientos. Pasados los 50 años, Wajdi Mouawad sigue construyendo un imaginario y universo propios, formas de hacer, pensar y transmitir que la próxima semana regresan a la capital alavesa puesto que de su mano se inaugurará los días 5 y 6 de octubre la cuadragésimo tercera edición del Festival Internacional de Teatro de Gasteiz.

“El arte es un testimonio de la existencia humana visto a través del prisma de la belleza”. Lo dice quien cuando era un niño tuvo que salir junto con su familia de un Líbano castigado por las revueltas de los años 70 del siglo pasado. De ahí a Francia -donde el adolescente se convirtió en joven- y después a Quebec -para entrar en la edad adulta-, aunque la vida le ha llevado a establecerse de nuevo en el país vecino, más allá de que su trabajo se desarrolla en diferentes partes del mundo. Un camino no siempre fácil al que todavía lo queda mucho recorrido por delante, más allá de que para muchos el nombre de Wajdi Mouawad siempre va a estar ligado a la tetralogía Le sang des promesses (La sangre de las promesas), dos de cuyas partes dieron el salto al cine, estando nominada Incendios, dirigida por Denis Villeneuve, a los Oscar como mejor película de habla no inglesa.

Regreso a Gasteiz En esta ocasión, dentro de su regreso al Principal presenta, en ambos casos ofrecidas en francés con sobretítulos en castellano, Les Larmes d’OEdipe (el día 5) que toma como referencia Edipo en Colono de Sófocles, e Inflamation du verbe vivre (día 6), que parte de Filoctetes, creación también del autor griego. Son dos montajes independientes que se pueden ver por separado, aunque juntos conforman un díptico que se traduce en un homenaje a los valores de la Grecia clásica y a la valentía y sufrimiento de los griegos contemporáneos, según el propio autor.

Ambas obras fueron creadas en 2016, procediendo a su estreno en París. Eso sí, Mouawad no conoce el descanso. Desde el teatro nacional La Colline, ubicado también en la capital francesa, ha estrenado con poco más de un año de distancia Tous des oiseaux y la reciente Notre innocence. Todo ello mientras sigue siendo versioneado, reclamado para diferentes proyectos, y llevando a cabo su faceta actoral, que es, por cierto, en la que se formó en la Escuela Nacional de Teatro de Canadá, más allá que su genio como escritor y sus credenciales como director puedan ensombrecer un tanto ese trabajo interpretativo.

Esa incansable ansia por crear y comunicar le ha llevado, por supuesto, a atesorar una larga lista de galardones y reconocimientos en diferentes países. El Prix littéraire du Gouverneur général du Canada, el Prix de la Francophonie de la Société des auteurs et compositeurs dramatiques, el Gran Premio de Teatro de la Academia Francesa... Además, es Caballero de la Orden Nacional de las Artes y las Letras de Francia, Officier de l’Ordre du Canada y Caballero de la Orden Nacional de Quebec.

Traducido a más de veinte idiomas, sus obras han sido producidas y representadas en los cinco continentes. “Un artista es un escarabajo que encuentra, en las propias heces de la sociedad, la comida necesaria para producir obras que fascinan y perturban a sus semejantes. El artista, como un escarabajo, se alimenta de la mierda del mundo para el que trabaja, y este abyecto alimento a veces logra sacar a relucir la belleza”. Palabra de Mouawad.