Vitoria - Entre los africanos que fueron esclavizados para trabajar, sobre todo, en los cultivos de azúcar que los españoles explotaban en Cuba -también en Puerto Rico- nació una lengua denominada bozal, una forma de comunicación ya desaparecida que, eso sí, le ha servido a la artista guipuzcoana Ainhoa Akutain para desarrollar su última producción creativa, Lúcu_lúcu (ikusi_begiratu)/Lúcu_lúcu (ver_mirar), una exposición que se inaugura hoy a las 20.00 horas en Montehermoso con una visita comentada por la propia autora, aunque a lo largo de los dos próximos meses se producirán más recorridos guiados.

De hecho, hasta el 18 de noviembre permanecerá abierta, en la primera planta del centro cultural, esta muestra que es producto de dos años de investigación y trabajo y de las conexiones que realizó la creadora a partir de su anterior propuesta creativa en Utah (Estados Unidos). “Siento una atracción por el lenguaje que es innegable”, sonríe Akutain. Fotografías, palabras, esculturas... se distribuyen en un espacio “sobrio y limpio” para afrontar un viaje que poco tiene que ver con lo geográfico. “Al final, el arte sirve para desbordar los límites de lo que ya sabemos, para deconstruir nuestra mirada o por lo menos esa es mi visión”.

Si para poder trabajar en el contexto cubano, la autora contó con un apoyo del Gobierno Vasco, para poder presentar por primera vez el resultado de su trabajo, la artista ha estado apoyada por la convocatoria Proyectos Artísticos de Montehermoso. De hecho, la suya es la primera de las cuatro presentaciones que a lo largo de los próximos meses se producirán de los proyectos seleccionados en la última edición de esta ayuda, que se traduce, en lo que a lo económico se refiere, en un aporte de 6.000 euros por producción, según recuerda la concejal de Cultura, Estíbaliz Canto.

Como explican el centro cultural y la autora, la propuesta pretende explorar “en los intersticios entre el espacio vivido y el espacio construido desde un compromiso con la especificidad de la escultura, entendida en su acepción expandida, y como proceso de creación cuya praxis diferencial deviene de la continua redefinición de su potencialidad para reconocer procesos dinámicos y posibilidades de transformación que median entre las partes de un todo”. Así, “el proyecto se nutre de los recursos encontrados en cada lugar, incorporando la escultura, la fotografía, el vídeo y obras textuales o gráficas, prestando atención a la distancia siempre interpuesta entre el lenguaje, el signo y las representaciones sociales”.

En este recorrido, “la tensión descrita se profundiza mediante el pidgin, lenguaje imperfecto y, sin embargo, paradigma de pragmatismo, que encontró su lugar en nuestra tradición pesquera vasca y cuyo ejemplo cubano lo encontramos en el bozal, del que se llegó a considerar que no era más que las alteraciones lingüísticas del negro que no sabía expresarse. Sin embargo, el bozal rompe con los tradicionales modelos genealógicos indoeuropeos apreciándose la no sistematicidad de estructuras y formas, resultante de un proceso de transmisión interrumpido propio del mestizaje lingüístico”.

En definitiva, “una (de)formación que asigna una forma alternativa a la disposición del pensamiento dominante, su interrogación”.