madrid - “La fotografía es una gran aventura por el mundo del pensamiento y de la mirada...” dijo el fotógrafo italiano Luigi Ghirri, de quien el Museo Reina Sofía inaugura hoy una muestra retrospectiva con más de 250 imágenes realizadas en los 70, con imágenes conceptuales, modernas y con un elemento amateur.
Así lo explicó el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, durante la presentación de la muestra itinerante El mapa y el territorio, una exposición para arrojar luz sobre Ghirri, quien buscaba alma y belleza en lo cotidiano. “Ghirri (Scandiano, 1943-1992) es uno de los fotógrafos italianos más conocidos, aunque no sea así por el gran público”. “Su fotografía es esencial en Italia y en Europa como catalizador de tendencias. Y su obra es muy interesante porque introduce un elemento amateur, como de aficionado, y el elemento conceptual creando una obra muy original en un momento convulso en la Italia de los 70”, comentó Borja-Villel
Un fotógrafo muy poético y esencial que recurrió al color cuando en aquel momento predominaba el blanco y negro. “Hago fotos en color, porque el mundo real es en color y porque en el cine el color ya ha sido inventado”, escribió el fotógrafo.
Esta exposición ha sido comisariada por James Lingwood para dar a conocer a este artista italiano, pionero de la fotografía contemporánea, que bebió de muchas ramas, de la filosofía en especial, y “que está muy cerca de la actualidad”, en opinión del comisario. “Su fotografía hoy es una invitación para reflexionar sobre la experiencia mediática en un mundo saturado por las imágenes protagonizado por el narcisismo e Instragram”, explicó el comisario de la muestra para quien este artista “fotografiaba lo efímero de los objetos cotidianos”.
Luigi Ghirri se dedicó a la fotografía en 1970, cuando tenía 27 años, antes había sido topógrafo, una experiencia que marcó toda su obra, como en medir el espacio y delimitar el territorio, en palabras del comisario. Durante los años siguientes tomó miles de imágenes con las que fotografió los contornos cambiantes de la vida moderna en su país natal. Trabajaba fundamentalmente fotografiando el exterior, las calles de Módena en Reggio Emilia, donde vivía. Realizó “viajes mínimos” a las ciudades y a las zonas rurales próximas. Estaba interesado, según sus propias palabras: “en la arquitectura, en el mundo de provincias, en los objetos que habitualmente se consideran de mal gusto y que yo jamás he contemplado de ese modo, porque los considero objetos cargados de deseos, de sueños, de memorias colectivas”, decía. El artista llevaba a revelar sus carretes kodachrome a un laboratorio de bario en Módena y recogía las copias impresas. Una característica que le acercaba a la fotografía amateur y al arte conceptual, como ha reiterado Borja-Villel.
La muestra El mapa y el territorio está dividida en diferentes secciones, entre ellas la que se inicia con las fotografías que realizadas por el autor en entornos urbanos, sobre todo en Módena y en localidades cercanas. Fotografías que son de dos tipos: primeros planos de superficies y vistas de personas tomadas desde lejos. Otra de las secciones, Paisajes de cartón, la forman un grupo de fotografías realizadas entre 1970 y 1973 con imágenes de Ghirri sobre los espacios públicos, carteles, publicidad, escaparates, cafés o detalles de la naturaleza.
El grupo siguiente Desayuno sobre la hierba recoge imágenes en torno a las viviendas en Módena de la burguesía floreciente y cómo éstas se situaban en torno a la naturaleza.
En Catálogo se aprecia la mirada del fotógrafo sobre los pequeños detalles decorativos de cierres, muro de ladrillo, azulejos o mosaicos.
Y en Km. 0,250, trabajo que el artista describió como “un fresco para nuestro tiempo” se pueden ver las vallas publicitarias pegadas en los muros perimetrales de una pista de carreteras ubicada en los alrededores de Módena.