donostia - El director Hirokazu Kore-eda, en un mar de lágrimas, recibió ayer por la tarde el Premio Donostia de manos del director del Zinemaldia, José Luis Rebordinos, quien afirmó que este realizador japonés, al que consideró “un amigo” se ha ganado al público donostiarra y a la organización del festival “por su cine y su personalidad humilde y generosa”, afirmó.
En la gala de entrega, que tuvo lugar en el Victoria Eugenia, el director del Festival de Cannes, Thierry Frémaux, que se encuentra en Donostia para presentar la versión restaurada de Ladrón de bicicletas, también tuvo palabras de alago para este realizador tan habitual en Donostia, donde “el cine está vivo”. Recordó cómo fue en 2001 la primera vez que se proyectó un filme de Kore-eda en su festival -fue Distance-. “Es un director joven, tiene la misma cara desde hace 25 años”, bromeó el francés.
Tras un vídeo resumen de su trayectoria, el público del Victoria Eugenia ofreció una larguísima ovación al premiado, que provocó que el director se emocionase. Con lágrimas en los ojos, afirmó estar tan conmovido que no tenía palabras con las que expresarse. Consideró que es un momento “emocionante y feliz, pero también triste”, por el reciente fallecimiento de una de sus actrices fetiche, Kirin Kiki, con la que estuvo en el Zinemaldia hace un par de años.
Asimismo, opinó que es “un poco temprano para recibir este premio” -tiene 56 años- y agradeció “la amabilidad y profesionalidad del equipo” del Festival y también el amor del público, que agotó las entradas para la gala el primer día: “La reacción del público del Festival es un aliciente para seguir haciendo películas”.