A medio camino entre la comedia, la picaresca y las aventuras, el wéstern The Sisters Brothers, filme del francés Jacques Audiard que compite por el León de Oro, tuvo ayer en la 75 edición del Festival Internacional de Cine de Venecia una buena recepción, en especial por las interpretaciones de Joaquin Phoenix, John C. Reilly, Jake Gyllenhaal y Riz Ahmed. El director lo define como un proyecto arriesgado, ya que es su primera incursión cinematográfica en inglés, si bien el wéstern no es su género favorito, como reconoció ayer.
“El wéstern no me apasiona. Me gusta, soy contemporáneo de los wéstern de los años setenta”, dijo Audiard, quien considera que lo mejor de la historia ya estaba en el libro homónimo del canadiense Patrick DeWitt en el que se basa. “Creo que muchos de los inventos y peculiaridades de esta historia ya estaban en la novela y eso es lo que hizo que el libro fuera muy bueno e irresistible”, afirmó.
The Sisters Brothers es una película en la que también hay producción española, francesa, belga y rumana y que se rodó en España, donde se recrean los paisajes de Oregón en los que se desarrolla la historia de los hermanos Sisters, Eli -interpretado por Reilly- y Charlie -de la mano de Phoenix-, dos asesinos a sueldo que son contratados por Comodoro -Rutger Hauer- para matar a Hermann Warm -Ahmed-, cuyo socio es John Morris -Gyllenhaal-. Así, este es más para Audiard más un “cuento que un wéstern”, ya que la historia es la de “dos adultos grandes que se han quedado en los doce años” y que se comportan como tales. Pero también “es la historia de un regreso a la casa”, de la búsqueda de un nuevo comienzo, y del amor, de todo tipo de amor, “entre hombres, entre hermanos”, argumentó. “Hay mucho amor en mi película, hay muchas declinaciones del amor y de la afección”, aseveró.
un gusto para los actores Respecto a los intérpretes, Reilly expuso que se tomó el proyecto como un reto, puesto que fue “un desafío trabajar con alguien tan increíble como Joaquin Phoneix. Creo que es el mejor actor que hay, es un actor muy instintivo, muy obsesionado con la veracidad y la honestidad”. Asimismo, resaltó que el libro de DeWitt le interesó desde el principio, por lo que también se involucró en el proyecto como productor, respecto a lo que quedó muy satisfecho de que la película haya contribuido a “construir puentes culturalmente con la lengua en un momento de terrible división en el mundo”.
El actor, que estuvo toda la rueda de prensa gastando bromas, aseguró que el director es un brillante detector de “basura” en las interpretaciones y hasta encontró el lado positivo a tener un traductor. “Jacques entiende perfectamente el inglés, pero cuando discute algo habla en francés y había un traductor. Y eso permitía tener tiempo para reflexionar. Me hizo estar muy atento a las cosas que no se dicen”, explicó.
Además, subrayó que ahora se da cuenta, con una cierta distancia del filme, de que este trata temas más amplios de lo que parece en un primer momento, sobre “lo que significa vivir en una civilización” y la evolución de América desde 1.850 hasta hoy”, respecto a lo que lamentó “la brutalidad y el genocidio” que, dijo, había y sigue habiendo, ya que “no es un plan sostenible para el futuro”, sino más bien “un plan autodestructivo”. Por tanto, ve la película como un punto de partida que lleva a que el espectador se plantee “hacia dónde vamos a partir de hoy”.