Vitoria - Hace ya un lustro que, a medio camino entre Madrid y Londres, nació Teatro En Vilo de la mano de Andrea Jiménez y Noemi Rodríguez, una compañía que esta noche se suma a las propuestas con las que el Festival de Teatro de Humor de Araia está celebrando su vigésimo quinta edición.
¿Sin desvelar demasiadas sorpresas, qué se va a encontrar el público esta noche?
-Interrupted es la historia de Anabel, una mujer de éxito a la que su vida se le va al traste en seis días. Son seis jornadas en las que pierde el control de su vida, un particular descenso a la locura. Gran parte de la curiosidad del montaje reside en cómo está contada a través de cuatro actrices que nos movemos en un cuadrado de dos por dos metros. Con muy poca escenografía, muy pocos elementos de vestuario y haciendo todas muchos personajes, construimos el relato. Los personajes están dentro de lo grotesco, paródico, lo cómico, aunque la trama sea un poco trágica.
Ésta fue su primera producción.
-Eso es. El primer boceto del montaje lo creamos en 2012, es decir, en plena crisis económica. Era una exploración sobre la idea de crisis y sobre qué pasa cuando lo que crees que es estable, de repente se convierte en arenas movedizas, sobre qué sucede cuando te expulsan de la normalidad, sea ésta personal, social, económica...
Noemi Rodríguez y usted son co-creadoras, co-directoras, actrices... ¿llega a ser un poco esquizofrénico?
-(Risas) Tanto como la propia obra. Cuando creamos el montaje fue algo colectivo. Nos encerramos tres meses en una masía en Cataluña y empezamos a desbarrar en todas las direcciones. Era nuestro primer espectáculo y teníamos que investigar lenguajes, cómo funcionar como compañía... En una segunda parte del proceso, ahí sí que nosotras dos nos pusimos más en el papel de directoras y modificamos algunas cosas. Sí es un poco locura porque, al final, somos productoras, directoras y actrices. Es lo que le pasa también al personaje, que está en el frenesí de la vida contemporánea en el que tienes que hacer de todo al mismo tiempo y no sabes hasta cuándo vas a poder soportarlo. Pero en estos años hemos encontrado un equilibrio mágico en todos los roles.
Han acumulado muy buenas críticas y galardones, más allá de que el espectáculo sea sencillo en su planteamiento.
-Sí, sí. La historia que se cuenta es muy esencial. El espectáculo combina la sencillez de la historia con la complejidad del lenguaje escénico que propone. En este último punto, todo está muy medido, cada momento ha sido elegido de manera específica. Esa combinación de ambas partes es lo que creo que ha hecho que la obra guste tanto. Es accesible para todo el mundo pero, al mismo tiempo, ofrece una complejidad en el lenguaje.
De hecho, les requiere mucho trabajo físico. ¿Acaban muy cansadas?
-(Risas) Esto es como Fernando Alonso, que no sé cuánto peso pierde por carrera. Más o menos es lo mismo. Acabamos empapadas.
Además de ‘Interrupted’, tienen otros montajes en gira. De hecho, tienen una agenda bastante apretada en otoño. ¿No queda otra para sobrevivir, verdad?
-Es tal y como vienen las cosas. Tienes que medir muy bien dónde pones el esfuerzo en la distribución. Ahora Interrupted va casi sola. Generación Why, que es el montaje con el que vamos a girar bastante los próximos meses, tiene mucho de Teatro En Vilo en cuanto a que combina el humor con las grandes preguntas de la humanidad. Pero es diferente a Interrupted en cuanto al lenguaje. Es muy improvisado y distinto.
Después de cinco años de camino, ¿qué cree que debería ser Teatro En Vilo mirando al futuro?
-La verdad es que somos muy ambiciosas. Tenemos ganas de ser una gran compañía estable que trabaje tanto aquí como en el extranjero, un grupo que cada vez pueda hacer producciones con más recursos económicos y humanos. Pero sobre todo tenemos ganas de que se nos reconozca por un lenguaje propio. Por supuesto que bebemos de otras fuentes, pero no queremos imitar. Trabajamos mucho en esa idea de un lenguaje propio que mueva a la gente, que guste a la señora de 80 años que está harta de ver a Arturo Fernández y al moderno hipster que busca algo innovador. Sí tenemos un deseo de alcanzar distintos estratos porque creemos que se puede hacer un buen teatro accesible a todos los públicos y además contemporáneo.
No es ésta una compañía exclusivamente de mujeres, pero es evidente que en todas las facetas son ustedes las que tienen el peso específico. ¿Eso ha supuesto alguna vez un problema de cara a terceros?
-Sí, la realidad es que ser mujer y joven es un obstáculo a la hora de que te tomen en serio. Por ejemplo, muchas veces no se nos cita como directoras, sino sólo como actrices, como si lo otro fuera algo por casualidad. La verdad es que me gustaría contestarte que no pero nos ha pasado llegar a algún teatro y que nos pregunten: ¿venís solas? ¿dónde está el director? O dirigirse al técnico como si fuera el director o el que toma las decisiones de la obra. Estas cosas todavía pasan. Cuando empezamos la compañía, la conciencia feminista no existía al nivel de hoy. Y no la creamos desde esa perspectiva de compañía de mujeres. Pero poco a poco se ha ido convirtiendo también en parte de la seña de nuestro trabajo. Pero hablamos de temas universales, porque a veces se da una tendencia que te quiere llevar a que una compañía de mujeres sólo puede hablar de mujeres. Hablamos de temas que nos incumben a todas y a todos.
Este mes de agosto les toca actuar en dos certámenes, como el de Araia y el Festival me vuelves Lorca, en Granada. ¿Lo de trabajar en época de vacaciones...?
-(Risas) Sabes lo que pasa, que son dos festivales en los que sentimos que hay mucho amor, que son sitios especiales, así que nos hace mucha ilusión. Esa sensación de ir a festivales, por así decirlo, de autor, que hay alguien detrás que ha elegido con mucho cariño el hecho de que vayas, nos llama mucho.