Vitoria - Mientras concluye sus estudios en Musikene tras haber pasado tanto por el Conservatorio Jesús Guridi como por la Escuela Luis Aramburu, el pianista gasteiztarra David Cid ultima los detalles del concierto que mañana a partir de las 18.00 horas servirá para abrir tanto la sección Jazz del Siglo XXI como esta cuadragésimo segunda edición del Festival Jazz de Vitoria. Será un momento importante, sin duda, del que tanto él como sus compañeros de tablas quieren disfrutar.
Ahora el Festival de Jazz de Vitoria y, a finales de mes, también le toca actuar en el Jazzaldia donostiarra, aunque en ambos ya ha estado tocando con la Euskadiko Ikasleen Jazz Orkestra. ¿Un julio, como mínimo, intenso?
-Entretenido (risas).
¿Dos conciertos más o, teniendo en cuenta que son dos festivales importantes, son citas especiales?
-Al de Donostia vamos a través del concurso de grupos locales que hacen. Por supuesto, nos encanta estar allí. Pero el de Vitoria es mucho compromiso y responsabilidad, máxime siendo de aquí.
Pero el Principal ya lo conoce.
-Sí. Además, de pequeño, mi profesora de Luis Aramburu, Carmen Ayastuy, me metió en el escenario para tocar una sonatina de Clementi. Sentado no llegaba ni al suelo. Volver es una gozada.
Ahora está ya terminando en Musikene...
-Eso es.
¿Y después?
-Esto es un camino que no se termina. Mi objetivo es tener un sonido personal y cuando termine Musikene, la cosa seguirá. ¿Qué haré? Todavía no lo sé, pero seguir formándome, eso seguro.
¿Por qué alguien de 22 años encuentra en el jazz, que no deja de ser un género del siglo pasado por así decirlo, su camino de expresión?
-Sinceramente, no lo sé (risas). Me pilló por sorpresa. Estaba acabando en el Jesús Guridi mi camino de piano clásico y no pensaba en dedicarme a la música. De hecho, quería ser ingeniero agrícola porque soy muy de pueblo. Pero viendo a mis compañeros en el conservatorio tocar jazz, vi que aquello me gustaba. A partir de ahí, fui avanzando, preparé las pruebas para Musikene y aquí estamos.
¿Y a qué tiene que sonar David Cid?
-Eso sí que no lo sé. Ahora mismo lo que más estudio es la música bop y lo posterior, pero hay muchas más cosas que me gustan, como la fusión con el folk, las raíces africanas... Por eso estoy centrado en estudiar e ir viendo poco a poco.
Con Rakel Arbeloa (batería) y Xurxo Estévez (contrabajo) se encontró en Musikene, ¿verdad?
-Sí, sí. Nos encontramos, decidimos empezar, fuimos tocando, sacando conciertos y ha derivado en lo que estamos haciendo ahora. La verdad es que ha sido un proceso rápido. Tenemos una relación muy buena. Hemos coincidido en una época en la que los tres estamos teniendo la misma energía. Eso ha sido fundamental. Estamos muy comprometidos con esto.
En Musikene se está formando con Iñaki Salvador, un hombre referencial dentro y fuera de la escena vasca.
-Es una bomba. Todo lo que sé ha sido gracias a Koldo Uriarte, cuando estaba en el Jesús Guridi, y a Iñaki Salvador. Me lo paso muy bien con él.
¿Cómo recibió la llamada del Festival de Jazz?
-No fue tanto una llamada. El año pasado, a través de Ángel Ugarteburu [Conservatorio Jesús Guridi], fuimos a participar en un programa de radio de Pepa Fernández. Allí estaba Iñaki Añúa y después de tocar nos dijo que quería invitarnos a tocar en la Konexioa de este año. Nos volvimos locos. No nos lo creíamos. Intentamos guardar la compostura, pero bueno. Además, nos dieron la opción de elegir para el encuentro a alguien que admiramos como Joel Frahm (saxo tenor) y está siendo casi como un sueño.
¿Más allá de que se guarde alguna sorpresa, cómo será el concierto?
-Vamos a estar con Frahm toda la actuación y haremos temas suyos y nuestros. Nos hemos puesto de acuerdo con él muy fácilmente. Le hemos elegido porque nos gusta su estilo y el camino del jazz que recorre. Gracias a eso, todo ha sido muy sencillo.
¿Qué tiene que pasar durante el concierto para que, cuando termine, piense que, como mínimo, las cosas han salido bien?
-Principalmente que lo hayamos disfrutado, que Joel se haya sentido a gusto con nosotros y que a la gente le haya parecido un concierto digno.
Seguro que habrá gente cercana entre el público. ¿Mejor no pensarlo o...?
-No, no me preocupa. Pienso en mí, en cómo me han salido las cosas. El músico de jazz está siempre en una lucha personal interna: ¿estoy avanzando? ¿no?... Mañana va a ser especial porque es un bolo importante, pero en cualquier concierto la exigencia está ahí.
¿Tiene pensando el trío entrar a grabar en algún momento o busca más seguir dando pasos a base de actuaciones?
-Lo de grabar está muy bien pero yo no me siento preparado para grabar todavía un disco propio. Ya veremos qué pasa en el futuro.
¿Qué pianistas le gustan?
-Es complicado porque son muchos y yo todavía estoy definiendo mi camino. Hombre, ahora me estoy fijando en pianistas como Wynton Kelly, Sonny Clark, Brad Mehldau, Joey Calderazzo... pero es que hay tantos y tan buenos...
¿Como espectador, consigue desconectar?
-Imposible. A no ser que me ponga a hablar con alguien, imposible (risas).
¿Suele acudir al festival?
-Me arrepiento de haber conocido tan tarde el jazz, pero desde que lo descubrí he sido muy fiel. Me atrevería a decirte que en los últimos cuatro años he ido a todos, pero vamos a dejarlo en que a casi todos los conciertos. Para mí el festival ha sido una dosis de motivación.
Cualquiera que esté compatibilizando sus estudios reglados con los musicales sabe que la agenda cada día es agotadora. ¿Qué les diría a los más jóvenes, a los que como usted no hace tantos años, están dando los primeros pasos?
-A veces asusta, es verdad. Lo que le diría es que todo esfuerzo tiene su recompensa. Si te gusta, es lo que toca. No pasa nada. Luego viene la luz, como quien dice. Yo tuve una época en la que tenía mucho estrés con los estudios de una parte y de la otra, y pensé en dejarlo todo. Pero terminas aprendiendo que esto es lo que te gusta. Además, ¡son tan importantes las cosas que vives gracias a la música!. En mi caso, por ejemplo, gracias al jazz he conocido a mucha gente y he tenido ratos impagables. De todo el mundo aprendes. El jazz es algo que nos une a todos y cada persona te enseña algo que te suma, de la que aprendes y con la que te vas formando.