Vitoria - Con 15.050 almas en el recinto de Mendizabala, el Azkena Rock Festival afrontó el viernes su primera noche, que terminó (bueno, sin contar que los Dj siguieron mucho más allá) con las Girlschool a eso de las tres de la madrugada. Como en el resto de la jornada, hubo apuestas seguras que cumplieron más que de sobra (Chris Robinson Brotherhood), incertidumbres para muchos de los presentes que se despejaron en positivo (Man or Astro-Man?, Nebula y el cuarteto británico ya mencionado) y alguna que otra decepción esperable como la de Wayne Kramer y su proyecto de celebración de los 50 años de MC5.
Tras la destacable descarga de Dead Cross y con la noche -y algo de fresco vitoriano- instalada fue el ex de Black Crowes el que hizo acto de presencia por tercera vez. Pegado a la guitarra y con sus Brotherhood dando lo mejor de sí mismos (qué bueno es Neal Casal y cómo lo demostró en la capital alavesa), Robinson desplegó maestría, saber hacer, calidad y repertorio. Cuando se está ante una banda tan bien conjuntada, que sabe cuál es su oficio y su propuesta, no hay mucho que hacer, salvo disfrutar.
Con todo, también hubo que hacer visita a Man or Astro-Man?, entregados a la causa (la primera canción y ya se bajaron del escenario) con todo lo que tiene el cuarteto. Energía en estado puro para llevar al respetable por universos imposibles, aunque como suele pasar con propuestas como ésta, más de uno salió rebotado.
En esto que MC5 volvieron por tercera vez al ARF con la tercera versión en lo que a la formación se refiere, siendo Wayne Kramer la constante. No se puede negar el hecho de que en esta ocasión se ha sabido rodear de muy buenos compañeros de viaje y de que el repertorio, por conocido y escuchado que sea, tiene sus fundamentos. Pero eso tampoco es garantía de conexión con el público, de ser capaz de ir más allá, de confeccionar un concierto a la altura. Hubo, por supuesto, quien disfrutó y se enganchó, pero el revival dio en todo momento la sensación de no ir más allá de eso.
Así que fue buena opción trasladarse a las terceras tablas de Mendizabala (acceder al Trashville mientras tocaban The 5.6.7.8’S parecía físicamente imposible) para encontrarse con los reunificados Nebula, es decir con Eddie Glass en esta nueva etapa de la formación californiana. Había dudas sobre cómo está el proyecto en esta vuelta, pero se despejaron rápido. Contundentes desde el segundo uno, fueron atrapando sin resistencia alguna al público en su propuesta, dejando a más de uno con la miel en los labios de poder verles en sala.
Con puntualidad británica, y al principio poco público puesto que el mencionado trío norteamericano seguía a lo suyo, hicieron acto de presencia en el primer escenario Girlschool, que supieron darle a ese momento de la madrugada justo lo que necesitaba, es decir, actitud, temas coreables, movimiento y trayectoria. Ni siquiera un problema con la batería que obligó a hacer un breve paréntesis (qué rápido se solucionan las cosas cuando hay técnicos que saben lo que hacen) rompió el ritmo de un concierto para disfrutar y quitarse el cansancio de la jornada de encima. La veteranía es un grado y ellas lo demostraron en un Azkena Rock Festival al que se incorporaron a última hora tras la caída por enfermedad de los Urge Overkill.